MARIO CAPELLO*

Nuestra clase dirigencial y su escasa visión estratégica han dominado las decisiones en nuestra joven República. Los pocos estadistas que tuvimos, chocaron con la pequeñez de las élites de su época. Nada justifica que un país con enormes riquezas, esté expulsando a vivir en la pobreza a la mitad de sus habitantes. Esa estrechez de miras empujó a muchos a concluir que en este tiempo: “da lo mismo asistencia estatal que trabajo en blanco”.

El mundo se desarrolló y alcanzó grados de confort inimaginados gracias al uso de los minerales existentes en la corteza de nuestro planeta. Fueron indispensables en el pasado, lo son en el presente, serán cada vez más importantes de cara al futuro. Resulta difícil encontrar una actividad humana que no los emplee, la mayoría no existirían sin poder contar con ellos.

Suecia avanzó gracias a la minería del hierro, mineral que sigue explotándose a cielo abierto. En la comuna de Kiruna, el yacimiento resultó inmensamente más extenso de lo que se pensaba y es la fuente de trabajo de 2.000 de las 18.000 personas de la ciudad. Después de 100 años de explotación, dará hierro por muchísimo tiempo más. La ciudad nacida como espejo de la mina, a sólo 150 kilómetros del Círculo Polar Ártico, se está trasladando, nueva, a tres kilómetros de su anterior emplazamiento, para permitir la continuidad del desarrollo.

Australia y Canadá, países con los que solíamos compararnos, nos superan ampliamente en todos los índices que se utilizan para medir la potencia de un país y la prosperidad de sus habitantes. El año pasado el sector minería, equipos y servicios mineros (METS) representaron el 15 % del PBI australiano, genera 1,1 millones de empleos (D+I), el 10% de la fuerza laboral, con salarios medios de USD 11.750/mes, los más altos del país.

En nuestro país, con tanta riqueza mineral como la de los países mencionados, no alcanzamos al 1% de la fuerza laboral registrada. No se trata sólo de cifras, este auténtico anti-récord nacional se manifiesta en los tremendos índices de pobreza actuales. Detrás de declaraciones prejuiciosas, carentes de evidencia científica, irresponsables y hasta delirantes, se encuentran las explicaciones para semejante desastre económico y social. La falta de visión política, rayana en la negación de la realidad local y global, contribuye a la consolidación de semejante desatino.

Cuando desde el 2004 crece el valor del oro, el cobre, la plata y el resto de los minerales, sobreactuando corrección política nos dimos el lujo de repeler la Inversión Extranjera Directa. Veamos lo que sucedió en nuestra región: entre el año 2.000 y el 2.016, 80.500 millones de dólares llegaban a Chile para construir nuevas minas y ampliar las existentes; USD 52.000 millones se invirtieron en Perú; en ese mismo período, en nuestro país, se contabilizaron inversiones por apenas USD 10.000 millones.

La oportunidad perdida no tiene retorno, los índices de desempleo nos golpean en la cara con su Verdad, los países de nuestra región nos sacaron mucha ventaja en la carrera por abastecer la demanda mundial de minerales que aumenta sin cesar de la mano de las nuevas tecnologías verdes, la calidad de vida ampliada, la salud y la expansión del confort humano.

A pesar de la pandemia, China seguirá creciendo por encima del doble que Europa. Su PBI no es el de hace 10 años atrás, ahora se mide en trillones de yuanes. Su requerimiento de metales básicos y fundamentalmente cobre, seguirá ubicándose en un 48% de la demanda mundial. Por su parte India y otros países del área Asia- Pacífico atraparán un 28% de la nueva demanda, la que crecerá a un ritmo de 500.000 tn cobre fino/año.

Argentina en sus 8 proyectos más avanzados del rojo mineral posee reservas y recursos por 58 millones de toneladas de cobre fino, 38 millones de onzas de oro, 776 millones onzas de plata y 1,3 millones de toneladas de molibdeno.

Estaríamos en condiciones de competir con 1,1 millones de toneladas de cobre fino equivalente por año. El primer productor mundial, Chile, se prepara para exportar 6 millones de toneladas, y el segundo, Perú, sumará otros 2 millones de toneladas a la creciente demanda anual.

Las minas de Pachón, Taca Taca, Agua Rica, Los Azules, El Altar y Josemaría necesitan una inversión de unos 2.500 millones de dólares promedio por cada desarrollo. Generarían unos 36.000 puestos de trabajos (D+I); requerirían la creación de unas 5.000 nuevas pymes regionales, muchas de ellas de altos estándares tecnológicos.

Las exportaciones crecerían más de 10.000 millones de dólares anuales, agregando importantes ingresos fiscales nacionales y provinciales; altos salarios y rentas empresariales impulsarían inversiones en infraestructura, producciones regionales, turismo y tecnología durante los próximos 50 años.

Hemos contribuido al inxilio de millones de compatriotas. Muchos terminaron en el desamparo absoluto, el que no puede disimular ningún discurso; informes compasivos sobre sus tragedias existenciales, solo sirven para visibilizarlos.

Las provincias cordilleranas están en condiciones de empezar a detener y revertir tanto desarraigo producido en los últimos setenta años. El triste espectáculo de los nietos de quienes migraron tras una ilusión malograda ocupando terrenos “a como sea”, debería impulsarnos a que no se naturalice y convierta en resignación o mero relato.

¿Porque no soñar con retornos familiares a lugares añorados? La Industria Minera es uno de los mejores instrumentos que tenemos a mano para empezar a batallar contra tanta desigualdad social y descalabro territorial. Nuestra nación no es sólo soja, trigo y maíz, carne y leche; también yacen oro, plata, cobre, litio, uranio, zinc, plomo, níquel, molibdeno y muchos minerales más. Es mandato moral aprovecharlos.

La sustentabilidad humana no existe sin desarrollo económico, su ausencia enseña vidas derrotadas. Tampoco se alcanza sin cuidado ambiental, cuestión que hoy gracias a la ciencia, sabemos garantizar. La tercera pata de la buena mesa se llama justicia social, que se construye haciendo foco en el empleo y modernos desarrollos comunitarios. En muchos pueblos la Industria Minera representa la única posibilidad para alcanzarla.

La Ciencia es la otra cara de la Verdad. Es la opinión que buscamos para protegernos en boca de virólogos y epidemiólogos ante la amenaza del COVID19. Ciencia y sentido común nos permitieron a los seres humanos llegar hasta aquí. Aprendimos a consultar especialistas ante una enfermedad, la rotura de nuestro vehículo, proyectar un puente. El imperio de los buenos valores también necesita de la Verdad en la discusión de las propuestas y acciones para transitar en busca de la utópica igualdad. No hay razones éticas para no convertir la utopía en igualdad de oportunidades.

Ninguna posibilidad de generar riquezas debe ser desestimada en Argentina, salvo que se pretenda que esa mitad de compatriotas pobres, sean ofrendados en un altar imaginario a nuevos dioses de un nuevo Olimpo.

*Diputado Nacional M.C.