En su último día de viaje en Angola, Cristina Fernández de Kirchner dio un respaldo sin cortapisas al gobierno del pre- sidente José Eduardo Dos Santos, que gobierna hace 32 años, mientras declinó un encuentro con el principal partido de la oposición, que viene denunciando junto a organizaciones locales e internacionales las falencias democráticas del régimen angoleño y violaciones a los derechos humanos.
"Siento una especie de reen- cuentro con mi juventud en esta República de Angola", rememoró la Presidenta en su saludo inicial ante Dos Santos y los gabinetes de ambos gobiernos apenas llegada al Palacio Presidencial. Contó del entusiasmo con el que siguió en los `70 la lucha por la Independencia angoleña "con la presencia del Che Guevara". Enseguida se congratuló de que Angola hubiera superado su gue- rra civil de 27 años y Argentina sus dictaduras militares a las que, curiosamente, caracterizó como "guerras civiles encubiertas" y dijo que "una Argentina emergiendo" y "una Angola en reconstrucción" no sólo son complementarias en lo económico sino "en el campo de las necesidades políticas".
"Me siento absolutamente iden- tificada con la historia de este país, con sus luchas y sus mujeres", subrayó.
Por la tarde, en la Asamblea Nacional, donde el MPLA de Dos Santos tiene 191 de las 220 bancas, Cristina fue aún más elocuente.
En medio de invocaciones a avanzar en la cooperación Sur-Sur, caracterizó a su visita como "una misión política, comercial e ideo- lógica" y recalcó que argentinos y angoleños "sabemos de los valores insustituibles de la democracia, la representación popular, la voluntad libremente expresada al elegir Presidente".
Justamente todo lo que denun- cia como ausente en Angola la UNITA, el antiguo rival del MPLA en la guerra civil y ahora principal partido de la oposición, que convocó para hoy a manifestaciones en todo el país para reclamar por elecciones libres y transparentes.
"Aquí la democracia no funcio- na plenamente, el gobierno viola las leyes que votamos en este Parlamento y tenemos graves problemas para lograr la plena vigencia de los derechos humanos", le dijo a Clarín desde un asiento de la primera fila de la Asamblea Ernesto Joaquim Mulato, vicepresidente de la UNITA. Mulato reveló que su partido había solicitado una reunión con la Presidenta a través de la Embajada argentina, pero nunca le respondieron.
La oposición tiene dificultades para hacer oír su voz. El único diario de alcance nacional, "Jornal de Angola", es del gobierno. Las manifestaciones de los últimos meses en reclamo de una mejor democracia fueron reprimidas por grupos parapoliciales y muchos manifestantes resultaron detenidos. Amistía Internacional denuncia apremios ilegales. Human Rights Watch solicitó al FMI que no se le otorguen nuevo créditos a Angola hasta que su gobierno no aclare cómo se "traspapelaron" 32 mil milllones de dólares del Presupuesto. La nueva Constitución le otorga un poder absoluto a la mayoría parlamentaria, que coloca al Presidente y controla el Poder Judicial. Angola figura 168 sobre 182 en el ranking de percepción de la corrupción que elabora Transparencia Internacional.
Cristina no hizo ninguna refe- rencia a todo esto. En el documen- to final firmado por los cancilleres apenas se reafirmó "la voluntad de impulsar la cooperación en el ámbito de la ciencia, la tecnología e innovación, energía, transporte, urbanismo, vivienda y obras públicas".
Cristina se esperanzó con acuer- dos futuros entre YPF y Sonangol, "ahora que recuperamos la soberanía de nuestros recursos". Pero todo deberá esperar, al menos, hasta un nuevo encuentro bilateral a fines de este año.
La Presidenta bailó candombe, pero Moreno casi se agarra a trompadas
Clarín
C omenzó el día agitando los brazos al aire y aplaudiendo con las mujeres que cantaron a su alrededor mientras dejaba la ofrenda floral en el Monumento a las Heroínas de la Independencia. Siguió bailando en el Palacio Presidencial y la Asamblea Legislativa. Y terminó moviendo las caderas en la feria argentina.
"Nunca me dieron una bien- venida tan alegre", agradeció la Presidenta durante el almuerzo de honor en el versallesco Salón Noble del Palacio Presidencial, con apliques dorados en los techos, espejos esfumados y arañas con mil caireles. Allí, aseguró que un censo realizado por el Virrey Vertiz a fines del siglo XVIII arrojó que la mitad de la población de Buenos Aires era negra, "y no era del INDEC el censo", aclaró en tono jocoso. Reivindicó el origen africano del tango, pero confesó que "a Néstor no le gustaba mucho porque decía que era triste" y que ella siempre prefirió las murgas que "bailan y saltan al ritmo del candombe".
Se asombró cuando un mozo le contó que "candombe" era una palabra angoleña que significa "negrito". Y más tarde de nuevo, cuando en el ingreso a la Asamblea Nacional, la esperaban con más candombe, al golpe de tambores y marimbas: "¡Así me decían a mí cuando me iban a dar una paliza. ¡Te voy a dar una marimba! ¡Ven toda la influencia cultural africana que tenemos!".
Ya en el recinto de la Asamblea, continuaron las sorpresas me- lódicas. Cuando los legisladores aplaudieron su ingreso, lo hicieron siguiendo un ritmo. Y cuando fueron presentando a cada funcionario de la comitiva argentina, los diputados cambiaron a un aplauso marcial de solo dos palmadas.
Cristina no paraba de reírse y moverse al compás. "Me encantó, lo voy a llevar a Argentina a ver si lo copian", anunció.
Al salir de la Legislatura, pudo comprobar cómo actúan los infan- tes del Ejército de la Presidencia, morochos bravos con uniformes de fajina y fusiles AKM soviéticos que paralizaron la ciudad para que la caravana de funcionarios argentinos atravesara el atasco perenne de las calles de Luanda. Cortaron avenidas, voltearon a motociclistas con algún culatazo, pero lograron que la Presidenta hiciera en 20 minutos el trayecto hasta la FIL.
Ya en la feria, Cristina volvió a bailar candombe y se tomó dos ho- ras para recorrer cada uno de los casi 200 stands. Se subió a tractores, autos, motos y cuatriciclos. Se sacó fotos con pañales, manzanas, vacas, remeras, heladeras y zapatos. Brindó con Carlos Spadone y sus vinos, recibió una remera de Evita en el stand de La Salada y se emocionó con los niños de los barrios más pobres de Luanda a los que salesianos argentinos les enseñaron el Himno Nacional.
Cristina no fue a visitar la obra de Don Bosco, pero los chicos fueron hasta la feria para cantarle.
El paso de la comitiva fue caóti- co. Argentinos y angoleños pugna- ban por acercarse a la Presidenta.
Debora Giorgi y Héctor Timerman enseguida reclamaron un refuerzo en la seguridad. Al rato, Guillermo Moreno se pecheó con unos angoleños que lo empujaban y casi se van a las manos.
Todo se calmó y Cristina termi- nó su recorrido sobre un escenario montado en el restaurante en el que los empresarios se aprestaban a comer un asado. Eufórica, como en un mercado persa, fue enumerando todos los productos que había visto. "¡Trajimos la Argentina para todos los angoleños!", resumió. Y a Moreno lo definió como "la frutilla del postre".
De todo un poco. Productos argentinos, ayer, en la Feria Internacional de Luanda. La Presidenta se mostró satisfecha con la misión de Moreno.
Cristina Kirchner no selló ayer un acuerdo petrolero ni anunció ningún megaemprendimiento criollo en Africa. No aseguró tampoco el desembarco de capitales angoleños en la Argentina, ni viceversa. En su visita a esta ciudad , la Presidenta protagonizó amistosas actuaciones públicas para establecer un vínculo de cooperación a futuro .
La temperatura rayaba los 35 grados cuando la Presidenta llegó al Palacio de Gobierno, una casona de estilo colonial desde donde se observa la bahía de Luanda. Caminó el trayecto del auto hacia la puerta de entrada bajo un paraguas negro que le sostenía uno de sus custodios. El calor la agobiaba.
"La Argentina es un país que está emergiendo y Angola está en reconstrucción. Ambas naciones tenemos necesidades en común. Hay grandes oportunidades", destacó tras el encuentro en privado que mantuvo durante más de una hora con su par angoleño, José Eduardo Dos Santos, que gobierna el país desde 1979.
Cristina Kirchner se mostró eufórica en su segundo y último día aquí: bailó danzas autóctonas y, antes de irse, celebró con el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el despliegue empresarial en la feria de productos argentinos que ella finalmente pudo recorrer anoche en las afueras de Luanda.
Desde su llegada, buscó trazar paralelismos entre los dos países. Apeló a la historia, a la economía, a la cultura y a la música. Y precisó: "Es una misión política, comercial e ideológica".
Contó que admiraba de joven a Agostinho Neto, el primer presidente de Angola y líder del partido que encabezó la descolonización portuguesa. Mencionó a Ernesto "Che" Guevara "por su aporte a la independencia" y comparó la guerra civil angoleña con lo que fue la crisis de 2001 en la Argentina y la dictadura militar de los años 70.
"En Angola, casi todo está por hacerse. Queremos recuperar el tejido productivo a diez años del fin del conflicto. Hay un gran interés de cooperación", sostuvo Dos Santos, interesado por diversificar su economía, sobre todo, en el rubro alimenticio.
"No es sólo vender pollo en Angola. Es para que los angoleños aprendan a criar pollos y desarrollen la actividad", le espetó después la jefa del Estado, delante de su comitiva y del gabinete angoleño.
En una sesión extraordinaria por su visita, Cristina Kirchner fue recibida en la Asamblea Legislativa después del almuerzo con Dos Santos.
En el Parlamento, el oficialismo goza de una cómoda y abrumadora mayoría: 191 de los 220 diputados responden al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) del presidente que gobierna desde hace 33 años.
"Este lugar representa el corazón de la democracia angoleña. Hay que respetar los valores indiscutibles e insustituibles de la democracia y del voto popular", dijo ante un auditorio con varias butacas vacías, en su mayoría de los representantes de la oposición.
Los referentes del principal sector opositor solicitaron una audiencia con Cristina Kirchner a través de la embajada argentina, pero nunca obtuvieron respuesta. Así lo aseguró el vicepresidente de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), Ernesto Joaquín Mulato. El Unita encabezará hoy una manifestación para reclamar elecciones libres y transparentes. Además, denunciará violaciones de los derechos humanos en la ciudad de Cabinda, un enclave rico en petróleo que limita con el Congo.
Tanto en el mensaje a los legisladores como lo hizo tras el encuentro con el líder angoleño, Cristina Kirchner resaltó el vigor de los países para no sufrir los impactos de las crisis económicas. "Nunca nos caímos del mundo, el mundo se cayó sobre nosotros. Hay un cambio de época y hay que saber decodificarlo sin mezquindades", señaló.
Cuando habló sobre el colonialismo, la Presidenta buscó complicidad para darle mayor impulso al reclamo por la soberanía de las islas Malvinas. "El Atlántico Sur es una zona de paz, que debe estar desmilitarizada. No sólo por Malvinas, sino por los recursos naturales. Gran Bretaña tiene que sentarse a negociar", protestó.
El candombe
La jornada maratónica de Cristina Kirchner terminó casi como empezó: fascinada por las melodías y las cadencias africanas.
Por la mañana, bailó y jugó con un grupo de bailarinas locales, que la recibió cuando dejó una ofrenda floral en el monumento a cinco heroínas de la guerra civil angoleña.
Y por la noche, en la feria de productos argentinos, volvió a divertirse con la música y los instrumentos autóctonos. "Cómo me gusta el candombe. Me gusta más que el tango, que es medio melancólico", dijo.
Se despidió de Angola y de los empresarios. Salió raudamente rumbo al aeropuerto. En la madrugada de hoy, Cristina Kirchner ya estará otra vez en Buenos Aires y su aventura angoleña quedará en el recuerdo.