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"Sembrando nieblas": agua, vides y volcanes en el desierto de Canarias
27/06/2015

Sembrando nieblas... en la Isla de Lanzarote

Sembrar agua

Interesante informe de reconocidos expertos españoles sobre la optimización del agua y del ambiente para el desarrollo de la vitivinicultura en el ambiente desértico y volcánico de las Islas Canarias


 

RAFAEL FERNANDEZ RUBIO (Dr. Ingeniero de Minas)

JORGE NOVO NEGRILLO (Geólogo)

DAVID LORCA FERNANDEZ, (Ingeniero Técnico de Minas)

Las Islas Canarias nos podrían parecer una flota de siete navíos mayores y cuatro menores, surcando el Océano Atlántico... Nos podrían recordar que forman parte de la región de la Macaronesia (del griego “Islas Felices”)... Nos podrían traer al corazón, estas Islas Afortunadas, estremecedoras erupciones volcánicas, perforando la inmensa lámina de azul infinito, para forjar un increíble contraste de paisajes, y dar cobijo a unos hombres y a unas mujeres que manejan, a la perfección, con tesón y con mimo, su muy escasa y valiosa agua dulce...

El archipiélago de las Islas Canarias

Sabiduría, la de estos compatriotas, de la que hoy quisiéramos apenas mostrar una pincelada, con el sueño de despertar el interés en los miles de lectores que nos honran, desde decenas de países, esparcidos por la faz de la tierra.

La isla de Lanzarote buque insignia de las Islas Afortunadas.

Y de estos navíos vamos a fijar la atención en el que, surcando por el proceloso océano, aparece como buque insignia: la isla de Lanzarote, a mil kilómetros al suroeste de la España peninsular.

Isla esta encadenada a un eje de volcanes, donde la lluvia media apenas alcanza a los 150 mm...

Y ¿qué se puede hacer cuando es tan escasa la lluvia? ¡Milagros! Es lo que hacen, con tesón, los conejeros, que así se conoce a los habitantes de Lanzarote.

Volcanes en la isla de Lanzarote (Foto: L.M. Bugallo Sánchez).

Esto no es un eufemismo, ni es una retórica... es lo que ha conseguido el ingenio, la inventiva y el discurrir de los habitantes de Lanzarote, en este clima subdesértico y, especialmente, en la zona conocida como La Geria, que se extiende por los municipios de Yaiza, Tías, Tinajo, San Bartolomé y Teguise. Espacio éste que, por su singular belleza, ha sido declarado Parque Natural y Paisaje Protegido, dentro de una isla que ya se ganó el título de Reserva de la Biosfera, otorgado por la UNESCO.

Evolución en el nacimiento de las Islas Canarias. (Guillou et al., 2004).

 

Pero volvamos al pasado, con la moviola del tiempo. Esta isla, la más antigua del archipiélago canario, y hoy la más hundida, nació tal vez hace veinte millones de años. Luego seguiría el resto de islas más jóvenes, caminando hacia el oeste.

Como no estuvimos allí para contarlo, en los viejos tiempos geológicos, acudimos al saber de J.A. Rodríguez Losada que, en la isla de Lanzarote, distingue tres ciclos volcánicos diferentes: 1) ciclo de basaltos tabulares (entre 15 y 6 millones de años), visible en los macizos de Famara al Norte y de los Ajaches al Sur; 2) ciclo volcánico intermedio (entre 2 y 1 Ma); y 3) ciclo reciente, que incluye las erupciones históricas muy bien documentadas, porque geológicamente apenas fueron de ayer.

 

Montaña de Fuego en el Parque Nacional de Timanfaya (http://www.informacioncanarias.com/)

Y es en este último ciclo, hace apenas trescientos años (especialmente entre 1730 y 1736), cuando el dragón dormido despertó, la tierra se abrió en Timanfaya, y decenas de cráteres volcánicos lanzaron al cielo nubes de cenizas volcánicas y lapillis (conocidas aquí como picón rofe), mientras que por el suelo corrían ríos de lava fundida.

Estos materiales cubrieron los territorios más fértiles de la isla, producto de la meteorización e hidrólisis de las rocas superficiales, del antiguo edificio volcánico (alteritas).

Hoy, escalofriantes permanecen los relatos de aquel acontecer, como el histórico manuscrito del cura de Yaiza, y los de otros testigos presenciales de los hechos.

Cadena de volcanes en la isla de Lanzarote (Foto: L.M. Bugallo Sánchez)

Y testigos también, de aquel dramático episodio de la gea enfadada, son los numerosos cráteres, que se abren por doquier; el calor geotérmico remanente que aun perdura, a escasos decímetros o metros de profundidad (como en la Montaña de Fuego); los mares de lavas, que se extienden sobre grandes espacios intransitables (malpaís); las cenizas, que cubren grandes extensiones, y que sepultaron el trabajo de aquellos conejeros, bajo un manto de cineritas poco compactas y de baja densidad.

Malpaís de Timanfaya (Foto: Isabello del Toro)

Y así, en aquellas tierras, los conejeros vieron desaparecer sus cultivos, fuente de vida, bajo los depósitos de las erupciones volcánicas. Pero, como hemos dicho, el ingenio, la inventiva y el tesón de estos hombres consiguió el milagro de hacer resurgir a sus campos, cubiertos de cenizas, como mitológica Ave Fénix.

Detalle de los conos invertidos con su correspondiente viña
(Foto: Peter Gerstbach)

¿Y qué acontece en La Geria?... Nada más dar los primeros pasos en este Paisaje Protegido, se abre ante nuestros ojos algo insólito que, con acierto, ha entrado en la categoría de "Arquitectura sin Arquitectos".

Se trata de millares y millares de hoyos, que podrían parecernos micro-volcanes. Su morfología es la de conos invertidos, excavados en las cenizas volcánicas, con diámetros que llegan hasta los 4 a 5 m, y profundidades de hasta 2 a 2,5 m.

Arquitectura sin arquitectos (Diseño: R. Fernández Rubio)

Estos hoyos, alcanzan hasta la tierra vegetal, que quedó fosilizada por las cenizas. Su distribución geométrica es variada, siguiendo en general una pauta más o menos cuadriculada, pero adaptándose a la morfología del terreno, en zonas más o menos horizontales o en las laderas de las montañas.

Los conos invertidos cubriendo laderas y llanuras
(Foto: L.M.Bugallo Sánchez).

Y estas construcciones, verdaderas obras de artesanía, son exponente fehaciente de la laboriosidad de estos hombres y mujeres, sin más ayuda, muchas veces, que la de sus grieteadas  manos.

Desde cualquier ángulo, desde cualquier perspectiva, atraen a la vista, arrebatan y cautivan a los sentidos, y nos producen profunda admiración.

Plantación de viñedos en cenizas volcánicas

Frecuentemente complementa la estructura de estos hoyos, en superficie, un murete semicircular de piedra seca volcánica, que puede alcanzar los 60 ó 70 centímetros de altura (aunque otras veces son menores o incluso no existen), y que nos hacen recordar a los "socos" o "zocos" de la isla de Fuerteventura.

Los hoyos a veces se ven sustituidos por zanjas, a lo ancho de todo el plantío o  perimetrales a  la finca.

Vendimiador en plena faena (Foto: J.M. Barreto Caamaño)

Y ¿qué objeto tienen estas construcciones en las que se han invertido tantos y tantos jornales? Los agricultores podrían contárnoslo mejor que nadie, pero a falta de ellos, con nuestras limitaciones, lo vamos a relatar aquí...

Una vez que aquellas fatídicas trapisondas volcánicas, surgidas del magma profundo, hundieron en la miseria a la agricultura de esta isla, sus habitantes no se dieron por vencidos, y buscaron el fértil subsuelo, perdido bajo la cubierta estéril de cenizas y, con su incansable tesón , fueron abriendo, día a día, año a año, estas inmensas colmenas en el negro picón. Y allí plantan sus viñas y también, en menor proporción, higueras y otros frutales.

Como colmenas las plantaciones de viña ocupan grandes superficies
(Foto: J.M. Barreto Caamaño)

Y en ese continuo laborar hoy la superficie total de cultivo vitivinícola se extiende sobre unas 3.300 hectáreas, situadas en general en altitudes entre 200 y 500 m snm, de las cuales unas 1.900 están protegidas por la Denominación de Origen "Vinos de Lanzarote".

El número de esos conos, y por consiguiente, el de cepas que albergan, no supera a los 2.000 por hectárea (con lo que estamos hablando de unos seis millones de conos). Las cepas, que en promedio pueden tener entre 30 y 50 años, se podan en rastra.

Con racimos de granos de oro premia la Naturaleza el esfuerzo
de los conejeros (Foto: J.M. Barreto Caamaño)

Por supuesto que este cultivo no permite mecanización y, por supuesto, todas las labores se tienen que efectuar de manera manual.

La vendimia se realiza cada año allá por el mes de julio, con una producción de entre 1.000 y 1.500 kg de uva por hectárea, totalizando entre el millón y los tres millones de kilos, de un producto de excelente calidad.

Entre las distintas uvas, que aquí se cultivan, la más famosa es la variedad "malvasía"; uva pequeña, muy delicada, y de escaso rendimiento, pero sin duda muy bien adaptada a este medio, de intenso sabor y perfume, como los vinos que de ella nacen.

Parcelas plenamente ocupadas por hoyos de siembra.
(Imagen satelital Google earth).

¿Y eso es todo?... desde luego que no, porque hemos hablado de tierra fértil sepultada por ceniza, y del artificio empleado para recuperar su valor agrícola, pero ¿cómo se riega a estas viñas donde apenas llueve?

De esto queremos hablar, porque es ejemplo evidente de un "sembrar agua", no registrada en los pluviómetros, en donde entran en escena dos elementos clave conjuntados: vientos alisios y nieblas, de los que estos agricultores han sabido sacar todo el provecho, con esos conos invertidos en las que cultivan las viñas.

Entre los vientos planetarios son los alisios los que de manera casi constante enfilan hacia las Islas Canarias.

Porque los alisios, que llegan desde el noreste y el norte, en su largo discurrir sobre el inmenso océano, vienen con sus ubres cargadas de agua, en forma de niebla, en un proceso de realimentación continua, base de una siembra de agua, oculta a nuestros ojos, pero con aportaciones mucho mayores de lo que pudiéramos imaginar. Es lo que se ha dado en llamar "lluvia horizontal", pero que, al combinarse con el ingenio y el esfuerzo humano, preferimos englobarlo  en el concepto de que entendemos más apropiado de "sembrar agua".

Durante la noche la humedad de las nieblas se condensa en las
cenizas volcánicas (Foto: J.M. Barreto Caamaño).

No hemos dicho, pero se sobreentiende, que las cenizas, al ser muy higroscópicas, actúan como verdaderas esponjas, en las que, durante la noche, se condensa la humedad atmosférica, en forma de pequeñas gotitas que, por gravedad, alcanzan al oculto suelo vegetal, para alimentar así al sistema radicular de las viñas, y dar esas uvas de las que se obtendrán vinos de excelente calidad. Pero es que, a su vez, esas cenizas reducen las pérdidas por evaporación... Por tanto, nos encontramos ante un sistema perfecto, domeñado por el hombre para alcanzar el objetivo apetecido.

El tapial defiende a la uva de los vientos alisios

A todo esto ayuda el tapial que contornea al hoyo, en la dirección de barlovento, actuando como cortaviento. Murete que juega un doble papel: en las áreas donde el espesor de las cenizas es mayor y, por consiguiente, donde los hoyos son más profundos, impide que las cenizas voladoras sepulten a la cepa; en las zonas con menor espesor de cineritas, y por tanto con hoyos más someros, impide que el viento y las cenizas dañen a la cepa y a la uva.

En este marco dinámico no podemos olvidar que estos vientos alisios, por el efecto Coriolis, soplan de manera casi constante, desde el norte - noreste, a partir de las altas presiones subtropicales, hacia el sur - suroeste, donde se produce el ascenso por las bajas presiones ecuatoriales. Todo ello con el impulso que aporta el anticiclón de las Azores, enorme máquina energética, creada por el dios Eolo.

El "sereno de la noche" provoca la condensación oculta en
forma de rocío (Foto: J.M. Barreto Caamaño).

Así la niebla, transportada por los alisios, al chocar con esa pared semicircular de piedra seca, y al ponerse en contacto con las cenizas del cono, empapa sus espacios porosos, estando en condiciones ideales para condensarse, noche tras noche, en la heliotermozona diaria, al producirse el enfriamiento de la roca, y alcanzarse el "punto de rocío".

De esta manera se origina la condensación oculta y, con ello, la "siembra de agua". Y es así que la precipitación del rocío (aquí conocido con tan poético nombre como el de: "sereno de la noche"), hace posible el cultivo de la vid, donde aparentemente no se contaría con la lluvia requerida.

Nos acercamos al final del relato, pero no quisiéramos terminarlo sin dedicar algunas palabras al proceso termodinámico que se produce en La Geria, aunque la documentación científica localizada es escasa, y el proceso no está cuantificado.

También las higueras se benefician de la siembra de nieblas
(Foto: J.M. Barreto Caamaño).

Factores fundamentales, ya lo hemos visto, son: la humedad de los vientos alisios y las nieblas que aportan como maná del cielo. Humedad que es variable a lo largo de la vertical de la nube, igual que lo es la velocidad del viento,  en el espacio y en el tiempo. Y condensación que se produce por el enfriamiento nocturno de las cenizas, mientras dormimos, para regalar la savia a las viñas..

Hemos de decir que, en la isla de Tenerife, se han realizado estudios muy profundos, dados a conocer por Juan José Braojos Ruiz, toledano de nacimiento y tinerfeño de adopción, que nos ha aportado información muy valiosa y, en especial, su publicación titulada "La nube, el pino y la otra lluvia"

Los vientos alisios superiores aportan su agua de niebla en las islas de mayor cota.

Esos estudios se refieren, fundamentalmente, a los vientos alisios superiores, entre los 750 y los 1.750 m snm, donde se localiza la franja con mejor potencial de captación de estos vientos, en las islas de mayores alturas.

Pepe Braojos, a lo largo de ese denso estudio monográfico, desgrana todos los factores y, lo que es más meritorio, aporta la formulación para poder realizar la modelización matemática. De esta forma la precipitación de agua de niebla es mucho mayor que la precipitación en forma de lluvia, en el contexto del balance hídrico de las islas más occidentales de las Canarias, especialmente en zonas cubiertas por pino canario (Pinus canariensis), pero también por otras especies arbóreas, como las que pueblan al bosque laurifolio.

Bosque húmedo en las Islas Canarias

La diferencia, de entrada, es que la franja vertical de los alisios considerados es diferente en cota, pero más importante aún es que el mencionado balance hídrico se refiere a la "lluvia útil", es decir a la suma de la escorrentía superficial (prácticamente despreciable) y la infiltración a los acuíferos (que puede alcanzar valores elevados). En nuestro caso la "lluvia útil" es precisamente la que abastece a la transpiración de las viñas, y la que vamos a paladear en las botellas de vino, con lo que no está contabilizada en ese balance...

No obstante, de la lectura de su libro surgen cien ideas, y ganas de poder orientar una investigación aun no realizada, que permita definir, con precisión, los volúmenes de agua infiltrada, en ese "acuífero cutáneo" de cineritas.

El sembrar niebla en Canarias no es un experimento... es la
más fértil realidad (Foto:Bthv).

El proceso de infiltración y recarga se podría cuantificar con instalación de sonda nuclear de neutrones, y de los correspondientes termómetros e higrómetros, enterrados a diferentes profundidades. La instalación se acompañaría con anemocinemógrafos a diferentes alturas, para registrar la dirección y velocidad del viento (al objeto de evitar "pasillos de niebla" entre los huecos).Todo ello permitiría definir las mejoras a implantar, actuando sobre los parámetros controlables.

Cuando no hay agua se suple con imaginación...
(Foto: Frank Vincent. Bodega La Geria)

Con seguridad que este estudio contaría con el apoyo de las instituciones isleñas y de sus tenaces agricultores, por los beneficios que proporcionaría... es por ello que esperamos que, algún día, se pueda abordar en profundidad, esta investigación... aunque con ella desaparezca el embrujo de las soñolientas nieblas.

Cono volcánico con cultivo en hoyos dentro de su caldera en La Geria.
(Imagen satelital: Google earth).

Nota final: Son muy a destacar otras actuaciones hidrológicas y agrícolas, que han llevado a cabo los hombres y mujeres de Lanzarote, a las que hoy no podemos dar cabida en este relato. Nos referimos a lo descrito por Marta Peña Hernández (en su artículo "Breve aproximación a los sistemas agrícolas de Lanzarote"): construcción de "pareones" en las laderas de elevada pendiente; de "traveseros" en los cauces de los barrancos; de "gavias" para aprovechar las lluvias torrenciales que estacionalmente tienen lugar en Lanzarote...

Agradecimientos: A cuantos han aportado información, documentación e imágenes: Dionisio Canomanuel, Juan José Braojos, José María Barreto Caamaño... A los agricultores de Lanzarote por su excelente saber hacer.


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