Planta desaladora en Hamburgo. ANDREA IZZOTTI/123RF.COM
El trabajo, publicado en Science of the Total Environment, también determina los usos que se le da al agua desalada, las fuentes de origen o las tecnologías usadas para potabilizarla. La mayoría del agua (el 62,3%) se destina a consumo humano directo y otro tercio a uso industrial, ya que muchos procesos necesitan agua con baja concentración de sales. Casi dos tercios del agua se obtienen del mar y otra cuarta parte de aguas salobres de interior. La tecnología dominante hoy es la ósmosis inversa, en la que se separa el agua de las sales mediante el uso de membranas. Casi el 70% del agua se obtiene de esta manera. Las otras tecnologías principales, con una cuarta parte del agua producida, son las térmicas, que usan procesos de evaporación y condensación.
El mayor problema de las desaladoras es, según este nuevo trabajo, la salmuera. Hasta ahora se aceptaba que, en términos globales, la ratio de conversión era cercana a 0,50. Es decir, para producir un litro de agua potable se generaba otro de salmuera. La lógica es simple: si la concentración media de sales en el agua del mar es de 30/35 gramos por litro y a uno le quitas toda la sal, te queda otro con 60/70 gramos de sales.
Sin embargo, la realidad que desvela este estudio es muy diferente. Cada día, en el mundo, las desaladoras generan 141,5 millones de m3 salmuera. Es un 50% más de lo que se creía. Al año son unos 51.700 millones de m3, cantidad suficiente para cubrir la extensión de España con una fina capa de aguas hipersalinas. Así que para producir un litro de agua potable, hay que generar 1,5 litros de salmuera.
El reparto geográfico de responsabilidad es muy desigual: el 55% de toda esa salmuera se produce en Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Kuwait y Qatar. Sin embargo, las plantas de estos antiguos países del desierto solo producen un tercio del agua. Es cierto que los Estados petroleros necesitan el agua desalada para cubrir hasta el 100% de sus necesidades, pero este trabajo también desvela su enorme ineficiencia para conseguirla.
"Estos países necesitan revisar las estrategias para gestionar la salmuera", comenta en un correo el director asistente del Instituto para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud de la UNU y coautor del estudio, Manzoor Qadir. En particular, cree urgente dedicar mayores esfuerzos en investigación para conseguir, por un lado, "reducir el volumen de salmuera generado, por ejemplo, aumentando la eficiencia del proceso de desalación" y, por el otro, "tratar y/o usar la salmuera de manera que sea económicamente viable y respetuosa con el miedo ambiente", añade.
Hay que destacar que el artículo menciona dos estudios en los que se realiza una revisión exhaustiva de las técnicas, tecnologías e innovaciones recientes en la gestión de la salmuera, uno de ellos del profesor José Morillo de la Universidad de Sevilla. Para Morillo, la clave está en convertir la salmuera en una oportunidad. "En los 60 gramos de sales por litro, hay cloruro de sodio, pero también litio o magnesio", recuerda. Tanto el magnesio como el litio son metales muy apreciados, en especial en el sector tecnológico. El equipo de este profesor, en colaboración con el profesor Alfonso Caballero (Instituto de Ciencia de los Materiales de Sevilla) y empresas como Abengoa, ha realizado distintos ensayos para recuperar sendos minerales. Son trabajos que están en sus inicios, pero, de fructificar, convertirían un problema en una gran oportunidad.
El margen de mejora es enorme. Los países del Golfo fueron los primeros es instalar plantas desaladoras hace más de medio siglo. Apoyados en un petróleo barato, apostaron por las tecnologías térmicas, que usan la energía para evaporar y condensar el agua. Pero hoy se han visto superadas por otros sistemas. Según expertos del sector, para lograr un metro cúbico de agua desalada necesitan 10 veces más energía que una planta desaladora por ósmosis inversa de España. Aunque en la ratio de conversión también interviene el origen del agua (las marinas tienen mayor concentración de sales que la salobres o de río) y no solo la tecnología, las plantas de Oriente Medio tienen ratios de conversión que rara vez superan el 0.25, la mitad que su equivalente en Europa y hasta la décima parte de la de algunas de las plantas de uso industrial.
Aunque el estudio no entra en el impacto ambiental de tanta salmuera, Qadir recuerda cómo distintos estudios han señalado que "el aumento de la salinidad y la temperatura debido al vertido de la salmuera puede provocar un descenso del contenido de oxígeno disuelto, lo que se conoce como hipoxia". El gran problema es que, mientras las desaladoras de interior han de cumplir una normativa muy exigente para reducir esta salmuera, en las que se nutren del agua del mar, la única opción viable por ahora es devolver el agua al mar con el extra de sales con el riesgo que supone para el medio.
"En España las especies más afectadas son la Posidonia Oceanica, la Cymodea nodosa o la Zostera noltii, que son praderas acuáticas, algunas de ellas endémicas del Mediterráneo y protegidas", comenta el investigador del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, Íñigo Losada, no relacionado con el estudio. "También hay algas o moluscos que pueden verse afectados. En general, aunque también puede afectar a los peces, estos suelen abandonar la zona del vertido cuando las condiciones no son las adecuadas", añade. Queda por saber si, aunque estos efectos son locales, la gran cantidad de desaladoras y de salmuera que producen acabarán por convertirse en un problema global.