FUNDACIÓN EMBAJADA ABIERTA
Una reunión escasamente publicitada de la de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, en inglés) abrió, en 2023, una batalla geopolítica de lo más sensible, en lo económico pero también en lo ambiental, clave en estos tiempos de transición energética: la minería en aguas internacionales.
La ISA escenificó entonces en Jamaica la puja entre países que quiere levantar la veda sobre la extracción marina de minerales críticos para la economía (níquel, zinc, cobre, manganeso y cobalto) además de plata y oro, y otros que se resisten aconsejados por científicos y presionados por organizaciones ambientalistas.
El Tratado sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR, 1994) de ONU considera que los fondos marinos son un "patrimonio común de la humanidad" que en jurisdicción de aguas internacionales debe regular la ISA.
Lo que está en disputa es la administración de ese gigante campo de batalla: dos terceras partes de los océanos y 90% de los yacimientos conocidos de nódulos polimetálicos -del tamaño de una papa- con los que se proyecta la minería submarina de níquel, manganeso, cobre y cobalto, claves en la carrera tecnológica, aunque se hayan identificado ya en expediciones de finales del Siglo XIX.
Más de 200 Estados impulsan algún freno a la explotación comercial, pero China, Rusia y Corea del Sur, entre otros, presionan. Por ahora, la ISA sólo concedió 30 licencias de exploración (5 a China, el más favorecido), en una superficie que no supera el 1% de los fondos marinos internacionales, casi todo en el Pacífico.
PARADOJA Y PLAZOS
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las posibles técnicas de extracción de minerales del fondo marino podrían generar una importante contaminación acústica y lumínica y liberar penachos de sedimentos que podrían asfixiar a las especies que se alimentan por filtración.
La paradoja es que el mismo esfuerzo por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y con ello frenar el calentamiento global, es lo que está aumentando geométricamente la demanda de minerales esenciales.
Así, el litio, el cobalto y el grafito son componentes esenciales de las baterías de los vehículos eléctricos, las turbinas eólicas, los paneles solares y otras tecnologías con bajas emisiones de carbono de las que depende la energía que demanda el mundo.
Según la Agencia Internacional de la Energía, se prevé que la demanda de cobre y metales de tierras raras crezca 40%, y las de níquel, cobalto y litio aumenten 60%, 70% y 90%, respectivamente.
La demanda de minerales críticos experimentó un fuerte crecimiento en 2023, con un aumento de la demanda de litio del 30%, mientras que la demanda de níquel, cobalto, grafito y elementos de tierras raras experimentó aumentos que oscilaron entre el 8% y el 15%.
Las aplicaciones de energías limpias se han convertido en el principal motor del crecimiento de la demanda de una serie de minerales críticos.
Los vehículos eléctricos se consolidaron como el mayor segmento consumidor de litio y aumentaron considerablemente su cuota de demanda de níquel, cobalto y grafito.
Por eso se multiplicaron las solicitudes de explotación a la ISA en aguas internacionales. Sin acuerdo definitivo en 2023, la organización se dio plazo hasta 2025 para encuadrar las normas que definirán cómo y si los países pueden concretar la minería de aguas profundas en aguas internacionales.
DRAGONES Y VIKINGOS
Si hay una potencia interesada en la regulación de la minería marina esa es China, en su condición de productor líder de baterías de litio, vehículos eléctricos, paneles solares y, más recientemente, semiconductores para inteligencia artificial. Su matriz económica y su seguridad nacional necesitan esos minerales como el agua misma.
En parte, ello explica la creciente influencia de China en la dirección de la ISA, de la que es su mayor donante financiero, en contraste con su gran competidor Estados Unidos, que es apenas "observador"de la organización multilateral. Tampoco hay empresas estadounidenses involucradas en la exploración, que demanda compleja maquinaria y robots.
China ya controla el 95% del suministro mundial de metales de tierras raras y produce las tres cuartas partes de todas las baterías de iones de litio. Como algunos otros países, aunque no explota los fondos marinos, China ya los explora.
Pero de aprobarse la explotación por la ISA en 2025, China podrá usufructuar derechos exclusivos sobre un área equivalente al Reino Unido de 240.000 km2 (17% de la superficie marítima autorizada a minar).
Noruega tampoco perdió el tiempo y, en enero pasado, con apoyo parlamentario oficialista y opositor, se convirtió en el primer país en aprobar la explotación de sus propios fondos marinos (no internacionales) y autorizó a empresas mineras a explorar 281.000 km2 de sus aguas, una superficie casi igual a la de Italia.
El Parlamento Europeo pidió a la Comisión Europea y a los Estados miembros impulsar una moratoria internacional hasta que haya más estudios sobre el impacto medioambiental de la minería submarina.
La zona autorizada por Noruega se superpone con otra de pesca permitida para 234 países de la UE, pero es posible que otros países sigan el ejemplo de Oslo.
Detrás, hay también un problema geopolítico, porque la zona que Noruega abrió a la explotación, en el mar de Barents y el mar de Groenlandia, cerca de sus islas árticas de Svalbard, tiene reclamos superpuestos de Rusia y la propia UE.
SUSTENTABILIDAD Y NECESIDAD
"Las industrias verdes renovables funcionan con minerales. Es una contribución importante a nivel internacional", argumentó el diputado conservador opositor Bard Ludvig Thorheim.
El director de Greenpeace Noruega, Frode Pleym, calificó la histórica decisión como "un desastre para el mar. No sabemos qué consecuencias tendrá para los ecosistemas marinos, para especies en peligro como las ballenas y las aves marinas, o para las poblaciones de peces en las que basamos nuestro sustento". Sólo en las zonas autorizadas por la ISA en el Pacífico hay unas 5 mil especies.
Los ecologistas también alarman sobre otros riesgos económicos y sociales, como que si bien la explotación se realizaría en alta mar, la industria minera de aguas profundas seguiría necesitando instalaciones costeras, para procesar o cargar el material, lo que demandaría tierras y restaría hábitats a las comunidades costeras.
Asimismo, las actividades mineras podrían perjudicar la alimentación y reproducción de las especies de aguas profundas por la creación de una intensa contaminación acústica y lumínica en un entorno naturalmente oscuro y silencioso, desde la megafauna como las ballenas a las más minúsculas.
En los próximos 15-20 años, el reciclaje de minerales podría convertirse en una alternativa viable a la minería para una gran parte de las necesidades de materiales, insisten los ambientalistas.