(Por Claudio Gutiérrez) La provincia de Río Negro, con su característica esencial de ser un prototipo de “continente”, se sustenta en las potencialidades que ofrecen sus ríos, montañas, mar mesetas y valles
A esto se le suma una gran riqueza de recursos mineros metalíferos e hidrocarburíferos, muchos de los cuales no son explorados.
Si bien la actividad minera rionegrina se identifica como uno de los principales exponentes nacionales en lo referido a las explotaciones de minerales industriales como la bentonita, diatomita, caolín, sal, fluorita, yeso y caliza, a esto se le suma en forma acelerada de los últimos años, las rocas ornamentales, como granito, piedra laja, dragonita y pórfido que encontraron importantes mercados en el ámbito nacional y en las exportaciones a Europa entre otras.
Río Negro figura como una de las primeras productoras de minerales no metalíferos, y es en la actualidad una de las provincias que ofrece una amplia diversidad productiva. Este eje beneficioso es un logro de las pymes mineras. Las que han sabido en el último quinquenio consolidar un perfil definido basado en la calidad y certificación de sus rendimientos finales.
En el caso de los minerales metalíferos la historia es muy diferente a lo narrado en el párrafo anterior. Tras el cierre de la ex HIPASAM en 1992, (Hierro Patagónico S.A. Minera) desapareció en la provincia la importante participación a mediana y gran escala la producción de hierro.
A fines de 1998, se retoma el ritmo de las exploraciones, fundamentalmente en oro y plata, donde las junior transitan los primeros pasos que llevan a Río Negro a reposicionarse a fines de 2002 con importantes avances en la denominada Línea Sur, los trabajos se llevan a cabo fundamentalmente en el sur de la Provincia, en cercanías de las localidades de Los Menucos, Ingeniero Jacobacci, Aguada de Guerra, Maquinchao y Valcheta.
Ya en 2004 se anunció el proceso de factibilidad para el proyecto Calcatreu, de oro y plata, cercano a Ingeniero Jacobacci, y en ese entonces hay nueve empresas exploradoras buscando metales en una gran zona de la provincia.
La denominada “Ley antiminera” que prohíbe la utilización de cianuro y otros químicos en el proceso de extracción y producción de metales, terminó con la escalada exploratoria y desde julio de 2005, cuando se sanciona esta ley, los trabajos de prospección y exploración son mínimos y se reduce a una media docena de empresas. Entre las que se encuentran Golden Oil, Minera Austral, Hoschschild, Blue Sky, Aquiline y Marifil, pero con operaciones de baja incidencia.
Sube y baja.
Paradójicamente la provincia de Río Negro protagonizó diferentes experiencias con la minería metalífera. En el mismo año en febrero de 2005 concretan la reapertura del yacimiento de Sierra Grande y meses después sancionan una Ley que impide el procesamiento de otros metales.
No obstante la reapertura de la mina de hierro es una gran noticia. La empresa de capitales chinos A Grade Trading – que rebautiza a HIPASAM-HIPARSA como Minera Sierra Grande – despertó la perspectiva de retomar el desarrollo minero productivo en una zona olvidada y castigada por un permanente revés económico y social. En Noviembre de 2006 A Grade Trading Argentina logra una asociación estratégica para acelerar la reactivación con los expertos de China Metallurgical Group Corporation (MCC) transfiriendo a favor de la misma el 70% de las acciones de la compañía minera y es así como nace MCC minera Sierra grande, tal como la conocemos en la actualidad.
Hoy es operada por MCC, el cual es un grupo empresarial bajo la órbita del Consejo de Estado de Supervisión de Activos Estatales y Comité de Administración de la República Popular China. MCC posee alrededor de 107.000 empleados en todo el mundo, de los cuales más de 45.000 son profesionales especializados. Los activos totales de MCC en todo el mundo alcanzaron a US$ 6.900 millones, con ingresos por aproximadamente US$ 8.600 millones en el año 2005.
MCC es un gran conglomerado con especialización en múltiples áreas y presencia en gran cantidad de industrias y países, que incorpora investigación y desarrollo científico, consultoría y planeamiento, estudios y mapeo geológico, diseño y supervisión, construcciones, desarrollo de bienes inmuebles, fabricación y construcción de equipos, desarrollo de recursos, producción industrial, servicios técnicos, importaciones y exportaciones. MCC tiene más de 70 subsidiarias propias y alrededor de 20 sucursales y agencias en todo el mundo.
Además, MCC participa en varias otras empresas y socios cooperativos en proyectos de largo plazo. En su carácter de gran conglomerado estatal, MCC ha experimentado un rápido desarrollo desde 1998, con una tasa de crecimiento anual de casi el 30%. En 2005, sus ingresos alcanzaron los US$8.600 millones, que representan un aumento del 465% con relación a 1998. En el listado publicado por la revista estadounidense Engineering News-Record (ENR) (2005) que clasifica a los 225 principales contratistas globales, MCC aparece en la posición 27, mientras que aparece en el 39º puesto en el ranking de las 500 principales empresas chinas elaborado por la Federación de Empresas Chinas. MCC es una de las 200 empresas constructoras de mejor reputación de todo el mundo y satisface los requerimientos de la norma internacional ISO 9002.
Soda Solvay
Alcalis de la Patagonia o ALPAT es un proyecto para la producción de carbonato de sodio mediante el método Solvay que data de cincuenta años atrás. La empresa se sitúa en la Punta Delgado, a 6 km de la localidad de San Antonio Oeste, en la provincia de Río Negro. El carbonato de sodio es una de las materias primas de la cristalería y la fábrica de jabones en polvo, entre otras industrias. En la Argentina se consumen alrededor de 160.000 toneladas anuales del producto, que importan, en general, desde los Estados Unidos. La mayor parte de las industrias vidrieras y las demás que utilizan el carbonato se ubican en Quilmes Oeste, Llavallol, Berazategui, Zárate y Gualeguaychú. También existe una fábrica consumidora en Cuyo y otra en Rosario.
El aspecto del carbonato de sodio es similar al del bicarbonato que frecuentemente aparece en los botiquines de cualquier casa. Es un polvillo blanquecino, irritante y de fácil dispersión en el ambiente. La idea de ALPAT, es fabricar doscientas mil toneladas anuales del producto La construcción de la planta comenzó en los ‘70, luego de una década en que no se encontró capital privado para solventarla. Fue entonces que se buscó al Estado para financiarla. El acceso a San Antonio Oeste se llenó de enormes cajones que permanecieron a la intemperie durante diez años, una interrupción más entre muchas que sufrió el proyecto durante los treinta que lleva la construcción, ya sea por incumplimientos de la empresa o del Estado.
La primera fuente de dinero fue el fondo especial creado por la ley 18.518, de diciembre de 1969, por la cual se gravó la importación de carbonato de sodio con un impuesto cuyo destino era ALPAT. Luego se sucedieron diversos créditos bancarios en los que el Estado nacional fue avalista, así como también le otorgó exenciones impositivas, desgravaciones, etcétera.
La puesta en marcha de la Planta de elaboración de Carbonato de Sodio, perteneciente a la empresa Álcalis de la Patagonia (ALPAT), en cercanías a la localidad de San Antonio Oeste, proyecto que data de la década del ‘50. Los insumos esenciales para la obtención de ese producto son la caliza (proveniente de Aguada Cecilio), y la sal (proveniente de la salina El Gualicho), por lo que este emprendimiento prevé un importante aumento en la producción de esos minerales.
Conclusión. Desde la llegada de la actual administración, Miguel Saiz en diciembre de 2003, la minería metalífera fue en retroceso. Por miedos, inconsistencias y falta de programas y ejes de desarrollo, la provincia perdió una gran oportunidad y sus zonas más postergadas e inhóspitas vieron frustradas una posibilidad de reconstruir una historia adversa en referencia al desarrollo económico.
Esta provincia “continente” posee recursos naturales que deberían ser incorporados al desarrollo sustentable y al uso racional para beneficio de la sociedad. Quizás aquí se centra el mayor de los desafíos. Poder controlar y desarrollar. Romper con la dependencia centralista y permitir que un nuevo eje industrial pueda sostener la realidad socio económica que hoy la llevan adelante la fruticultura y el turismo.
Darse cuenta en definitiva que se puede lograr una armonía de intereses sectoriales desde una fluida comunicación, desde el conocimiento científico y desde el sentido común.