MOSTRARSE
El sector no tiene voz. Hay un dicho popular que dice que el que calla otorga. Un vocero de la minería debería ser alguno de los gerentes generales de una de las empresas mineras o varios de ellos. Si la minería no contesta, da la sensación a la opinión pública de que las denuncias son reales, más aún viniendo de políticos relativamente creíbles. Tampoco tiene cara. Da la sensación de que se esconde, que oculta algo
Es urgente, si quieren evitar que el sector sea políticamente inviable dentro de poco tiempo, que se pongan a pensar en una campaña de comunicación. Algunas consultoras de las buenas están trabajando ya para emprendimientos mineros importantes. Por ejemplo, Barrick con Llorente & Cuenca; Alumbrera, con Roberto Starke y con Baraldo; Agua Rica, con Salem Viale, entre otras. Es decir, han contratado a consultoras de primer nivel, pero evidentemente no se pusieron de acuerdo o no se dieron cuenta que necesitan salir con una política de comunicación importante.
SOLUCIÓN
Hay muchísimos caminos de acción. Por ejemplo, las petroleras están en el mismo ámbito desde el punto de vista del imaginario colectivo de extraer recursos y hacerlo de una manera que puede ser contaminante. Pero hay una diferencia: el público argentino es consciente de que hay una explotación de petróleo, que tiene riesgos ambientales, pero que es imprescindible para la economía. A nadie se le ocurriría decir “vamos a dejar de explorar por petróleo”. Sin embargo, se lo hace en el caso de las mineras. Entonces, no hay conciencia de que la minería es tan relevante para la economía como lo es el petróleo.
Por un lado hay que generar conciencia de que la minería es un sector importante para el país. Pero además ahora hay que generar una especie de contrainformación para compensar la intoxicación que tiene la opinión pública con informaciones contrarias que resaltan la peligrosidad o toxicidad de toda la actividad. Hay que cumplir dos metas en una en el corto plazo.
Habría que trabajar también con los líderes de opinión. Los periodistas no tienen idea del sector. Menos, la población. Hay que contarles hacia dónde podría ir la Argentina con su industria minera. Puede ser un panorama muy interesante, muy positivo.
Eso es un trabajo que se tiene que hacer. Lo aconsejable es que lo haga el gobierno con las empresas, pero acá los empresarios están solos. Me acuerdo que Llorente & Cuenca organizó para Barrick hace un tiempo un curso para periodistas. Eso es un principio, pero eso lo tienen que hacer todas las empresas. Tienen que realizar acciones coordinadas y acciones individuales.
Las mineras van a tener que invertir mucho en comunicación para poder subsistir. De lo contrario corren el riesgo de que se las declare industrias non gratas. Lo tienen que hacer ya por más de que el daño ya está hecho. Tienen que empezar por generar conciencia de que este es un país minero y generar orgullo de que lo es. Acá no hay ni conciencia, o sea, nadie sabe el potencial que tiene la Argentina.
El desafío de la minería, de cara a la opinión pública argentina, es que la sociedad entienda su actividad como imprescindible y estratégica para el desarrollo del país. Si lograra que esto suceda, como ocurrió con el campo en su pulseada con el actual gobierno por las retenciones, los ciudadanos de los grandes centros urbanos pasarían de la indiferencia o el repudio al apoyo o, al menos, contemplarían posiciones que el sector considera legítimas.
Pareciera que la industria minera no se dio cuenta todavía de la importancia que tiene la comunicación y puede llegar a ser tarde. El año que viene, después de las elecciones, puede llegar a ser demasiado tarde.
*Diego Dillenberger es director periodístico de la revista Imagen y conductor del programa La Hora de Maquiavelo