El mineral que combina dureza con ductilidad
No todos llaman wolframio a este metal que posee el mayor punto de fusión (3.410º C), y cuya etimología remite a dos palabras alemanas que unidas arrojan un interrogante: wolf, es lobo, rahm, sucio. También se lo conoce, sobre todo en los países de habla inglesa, como tungsteno, que en sueco significa “piedra pesada” (tung = pesado, sten = piedra).
El wolframio (o tungsteno, entonces) se caracteriza por ser muy duro, denso, maleable, dúctil y con gran resistencia eléctrica y al ataque de los ácidos. Es insoluble en agua y en alcohol, ligeramente soluble en amoníaco y ácido nítrico, y soluble en hidróxido de potasio concentrado y caliente. Su color depende de su pureza: es blanco plateado en estado puro y gris acero en su forma más impura.
Es un metal que nunca se encuentra libre en la naturaleza. Aparece combinado con otros, como la scheelita y la wolframita. Más de la mitad de la producción mundial de estas minas procede de Corea del Sur, Portugal, Austria y Australia. En escala menor también se extrae en China, Bolivia, Brasil, Estados Unidos, Rusia, España y Alemania.
Este metal tiene múltiples usos, que dependen de sus aleaciones. El 15% del wolframio obtenido en las minas es purificado para su empleo en la industria eléctrica en general, en filamentos para lámparas, resistencias para hornos con atmósfera reductora o neutra, contactos para los distribuidores de automóvil, anticátodos para tubos de rayos X y de televisión. También en varillas para soldar, alambres de plomo, pigmentos para colorear cerámica, revestimiento para dar resistencia al fuego a telas y en tinturas que resisten el desteñido.
El carburo de tungsteno (que representa el 38%) es uno de los mejores materiales para fabricar máquinas para pulir y es muy utilizado en herramientas para cortar o dar forma a metales. También ha reemplazado al diamante en muchas aplicaciones para troqueles y perforaciones.
Las aleaciones ferrosas del wolframio con hierro o acero (que representan el 40%) son duras y flexibles, resisten el desgaste y son buenas conductoras de la electricidad. Otros usos posibles: en combinación con el calcio y el magnesio, el wolframio se utiliza en luces fluorescentes. Y el carburo de wolframio, estable a temperaturas del orden de 500º C, también se usa como lubricante seco (en polvo).
PASTILLA
En la Segunda Guerra Mundial, el wolframio se usó para blindar la punta de los proyectiles antitanque.
LOS DESCUBRIDORES
En 1779, Peter Woulfe, estudiando una muestra del mineral wolframita, predijo que debía de contener un nuevo elemento. En 1781, dos químicos suecos, Carl Wilhelm Scheele y Torbern Berman, sugirieron que se podía encontrar un nuevo elemento reduciendo al en ese entonces denominado “ácido túngstico” (hoy scheelita).
Pero fue recién en 1783, cuando los químicos españoles Juan José y Fausto Elhuyar y Zubice consiguieron reducir, por primera vez, con carbón vegetal, a ese ácido del que hablaban Scheele y Berman.