En los últimos años los conflictos socio-ambientales se han intensificado. Esto se debe básicamente a la inacción de los últimos gobiernos para actuar en temas sociales y a las empresas mineras que no supieron –y algunas aún no lo saben- qué es y cómo manejar un conflicto.
Sumado, claro, a una serie de temas aun pendientes como la comunicación. Tal vez sea debido a una interpretación errónea de la misma palabra “conflicto”. Pero, ¿qué es realmente un conflicto? ¿Cómo se origina? ¿Cómo solucionarlo? Para resumir las múltiples explicaciones que existen, un conflicto es una situación entre dos o más personas o grupos, que tienen intereses o metas contrapuestas, que buscan satisfacer sus necesidades, cuentan con escasos recursos, y por consiguiente se obstaculizan unos a otros. Es decir que, en todo conflicto, las acciones de una parte necesariamente afectan la otra. Estos conflictos tienen diferentes fases y hasta pueden devenir en una crisis. Por consiguiente, con una buena estrategia y personal idóneo, éstos se pueden prevenir o solucionar fácilmente cuando aún está latente. En la actividad minera los conflictos surgen por diversos motivos. Conflictos por tierras, explotación de recursos naturales, utilización de recursos como el agua, están entre los principales temas que generan los conflictos. La intensidad, periodicidad y duración, también son diferentes en cada caso. Es decir, lo que sirve en un proyecto o mina, puede no servir en otros. Pero un conflicto no debe “alarmar” a la empresa minera. Los conflictos son parte de nuestra vida cotidiana; día a día vemos un nuevo conflicto y estos pueden ser buenos o malos, dependiendo de nuestra capacidad de respuesta. “El conflicto no es negativo en sí mismo, aunque la mayoría de sociedades humanas tiende a concebirlo como algo destructivo. Sin embargo, el conflicto es también motor del cambio social porque conlleva una energía que, de ser canalizada adecuadamente, puede posibilitar el fortalecimiento de las relaciones, la apertura hacia nuevos aprendizajes, el crecimiento individual y, o grupal, y el arribo a mejores soluciones, en algunos casos, consensuadas” (OEA-PROPAZ). Si bien no se pueden evitar los conflictos, sí podemos anticiparlos y encausarlos a través de procesos constructivos, a fin de lograr un acuerdo duradero que fortalezca a ambas partes. De lo contrario, se estará “emparchando” el conflicto y “algo” siempre quedará en estado latente y puede resurgir en cualquier momento, incluso con más violencia. Un conflicto tiene tres elementos básicos, que conforman lo que se llama el “Triángulo de la Satisfacción”. Estos elementos son: el proceso, las personas, y el problema. Y se llama así porque si los intereses de estos tres elementos son logrados, estarán satisfechas las partes involucradas. Es decir, analicemos si existe un posible conflicto y tratémoslo. “Prevenir antes que lamentar”. Si bien el tema es muy amplio, comencemos por describir uno de los aspectos esenciales y que, claramente, es el talón de Aquiles de la minería en Argentina. Aquí se escucha mucho el “no supimos comunicar”. Y muchos dudan de esta afirmación. Algunas empresas mineras, si bien pueden haber comenzado tarde a comunicar, lo han hecho de manera bastante eficiente, a pesar de la falta de experiencia en este campo. Más bien lo que hubo, aun persiste, es una seria falta de compromiso por parte de las distintas organizaciones, que por cierto, cada vez son más y que en algunos casos, no se perciben grandes avances. La primera afirmación, la más básica es que la comunicación, involucra dos aspectos: hablar y escuchar. Escuchar en el sentido literal, prestar atención. Al hablar se lo considera el lado activo de la comunicación, mientras que el escuchar es el lado pasivo. Y muchas veces incurrimos en este error, por no saber “escuchar”. Y esto implica no solo el habla, sino las acciones, los gestos, incluso hasta el silencio. Muchas veces escuchamos cosas que no nos gustan, pero la única forma de dialogo posible, es aceptar al otro aunque sus opiniones no coincidan con las nuestras. Esta es la primera premisa si se quiere lograr una comunicación eficaz a fin de canalizar un conflicto. Otro de los errores básicos que se suelen cometer, es dejar todo en manos del comunicador: hay que entender que éste –dependiendo el caso- puede ser el nexo con la prensa o hasta incluso el negociador principal. Si bien el comunicador es quien más experiencia tiene en cómo comunicar, necesita de la colaboración de expertos de distintas áreas. En conclusión, para afrontar eficazmente los conflictos actuales, es importante el trabajo en equipo, con el asesoramiento indicado, para promover una comunicación abierta entre los grupos, donde rija el respeto por el otro y se transmita un mensaje claro y contundente. *Lic. en Publicidad . Coordinadora de Comunicaciones para Sudamérica en SSR. Miembro de la Agrupación Sí a la Minería (www.sialamineria.com.ar)
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