He estado mucho tiempo en La Rioja en los últimos tiempos, y hoy veo que estamos tomando al tema minero, y en especial al tema de Famatina, como si fuera un River - Boca: sí a la minería, no a la minería, como un enfrentamiento total. Y ese no es el tema.
Por Julio Ríos Gómez - Geólogo, presidente del Grupo de Empresas Mineras Exploradoras de la República Argentina (GEMERA)
He estado mucho tiempo en La Rioja en los últimos tiempos, y hoy veo que estamos tomando al tema minero, y en especial al tema de Famatina, como si fuera un River - Boca: sí a la minería, no a la minería, como un enfrentamiento total. Y ese no es el tema.
La minería es una actividad industrial que a su vez es madre de todas las industrias y una de las primeras actividades que el hombre desarrolló. La muletilla "no a la minería" y otras parecidas pegan mucho en la gente -porque la gente quiere conocer qué va a pasar más adelante en el futuro-, genera miedo y ese miedo se traduce en un rechazo instantáneo.
Creemos que acá hay varios ejes importantes. Uno de ellos es el eje económico. Lo voy a mencionar claramente y con mucho respeto por la gente de Famatina que mucho han bregado a través de sus fincas, sus nogales en Sañogasta, de los parrales en la zona de Vichigasta y Chilecito, entre otros cultivos. En La Rioja se le tiene miedo a la minería, un miedo que fue impuesto por varios sectores a los que no les interesa que lleguemos a trabajar por varias razones. Justamente, una de la razones es por el hecho que la minería paga mejores salarios y eso se traduce en una disminución de la mano de obra golondrina para la agricultura. En el campo tienen miedo que se les encarezca la mano de obra barata.
También hay una cuestión que Famatina es un emblema y todo eso es tomado por un movimiento que quiere que esto no se desarrolle, que están en contra del petróleo, de la energía, de las centrales nucleares, de la minería.
Hoy en día la minería tiene un nivel de estandarización tecnológica de gran nivel. Ya dejamos atrás los años ‘50 y ‘60, donde se registró cierto atraso que dejó algunos pasivos ambientales. En la actualidad, al nivel que se trabaja, es algo impensado. Ninguna empresa va a contaminar, porque si no, no podrían recibir el apoyo y el financiamiento internacional necesario para poner en marcha un proyecto de gran envergadura.
Por otra parte, se confunde contaminación con impacto. Toda actividad del hombre produce un impacto pero es lo que trabajamos, no es contaminación. Muchos dicen que están en contra de la minería contaminante y justamente nosotros, los mineros, somos los primeros en estarlo.
Es lógico que si le decís a alguien que vas a contaminar el agua, se asuste, pero eso no puede pasar cuando hay cosas que se manejan con tecnología, con ciencia, con todos los conceptos que tiene que tener una actividad industrial.
En la exploración no hay ningún riesgo de contaminación. Es una etapa donde no se utilizan elementos químicos y que nos permite decir qué elementos hay en la zona y si su explotación puede ser rentable y sustentable. Y en el tema del cianuro, en el mundo se usa para la minería solo el 6 y 7%, el resto del cianuro va a la industria del plástico, la galvanoplastia, la industria química.
En lo que hace al manejo del agua, la tecnología minera aparece si comparamos la cantidad de litros por segundo necesarios para regar una finca. En el caso de Gualcamayo, se pidió 70 litros por segundo, que es lo que riega una finca de 70 hectáreas. En la minería actual, por el sistema cerrado que se usa, se carga en el sistema una vez, que se va reciclando y solo se incorpora un porcentaje del 15% de esa cantidad cuando la mina está trabajando a pleno. En San Juan, bajo riego directo y pozos, hay 180 mil hectáreas y los proyectos mineros usan de esa agua solo el 0,9%.
También hay otra información sesgada que surge de algunos medios muy interesados y de algunos sectores interesados en demostrar que la minería no deja nada, y se basan en el famoso 3% de las regalías. La regalía no es un impuesto, no es una tasa, la regalía es un concepto que viene de la época de la colonia española donde para poder sacar algo había que pagar un peaje, un canon. Eso era la regalía y de allí una parte iba para la corona y el resto era para que se mantuvieran los virreinatos o los distintos gobiernos locales.
Por eso es que se toma el concepto de regalía inamovible del 3 por ciento, que podemos hacerlo sobre la facturación total y no descontando los costos iniciales, eso está en discusión y lo podemos debatir sin ningún problema.
En la minería del oro, por la legislación que hay en este país, el 52 por ciento de lo que va a producir la mina se va en impuestos. En nacionales se tributa el 43 por ciento, en provinciales el 6 por ciento y el resto es municipal. El 38 por ciento se utiliza en pagos de salarios, de capacitación, recursos humanos, combustible, mantenimiento, maquinaria, alquiler y compra. Para la compañía minera sólo queda entre un 10 y un 12 por ciento del proyecto, lo que pasa es que estamos hablando de cifras de muchos ceros.
Este tema lo he planteado en varias provincias argentinas, y no escuche en ningún momento desde que la ley fue puesta en vigencia hasta el día de hoy que un diputado nacional, de ninguna provincia, haya hecho hincapié en decir por qué tenemos que entregarle el 43 por ciento de los impuestos a la nación. En ese 43 por ciento está el 35 por ciento de las ganancias que lo pagamos religiosamente, el 1,2 por ciento de los débitos y créditos, el 1 por ciento de la renta presunta, y hay una serie de impuestos más que llevan al 43 por ciento nacional.
Otro dato más, Veladero -que se puso en marcha en 2005 en San Juan, hasta ahora aportó en impuestos totales cerca de $ 700 millones. Apenas el 1,45 por ciento de los impuestos nacionales va para San Juan en concepto de coparticipación federal. El resto va a la Nación a mantener el conurbano de Buenos Aires, ese ha sido el empleo del nuestro dinero minero.
En el país hay un movimiento que está en contra de todo lo que sea el desarrollo de este tipo de matrices económicas. La minería va a cambiar la materia económica y eso genera miedos y temores, porque quieren que exista el manejo discrecional que favorece a otras zonas y no justamente a las zonas cordilleranas. Siempre dependimos de los recursos de la zona de la Pampa Húmeda y ahora podemos agregar a la minería. El ejemplo totalmente comprobable, al igual que San Juan, es Santa Cruz donde hoy hay tres minas trabajando y dos más en construcción, que tuvieron una importante generación de empleo local.