Cada vez ponemos más énfasis en la importancia de la disponibilidad de agua potable y de su uso imprescindible para la vida. Y hacemos hincapié en que la provisión de agua potable a nivel familiar es un "derecho humano" a respetar. Es un tema que no admite ninguna discusión.
Por Eddy Lavandaio - Geólogo, Docente en la Tecnicatura Superior de Minería del Insutec
Cada vez ponemos más énfasis en la importancia de la disponibilidad de agua potable y de su uso imprescindible para la vida. Y hacemos hincapié en que la provisión de agua potable a nivel familiar es un "derecho humano" a respetar. Es un tema que no admite ninguna discusión.
Por eso, cuando se reproducen imágenes de pueblos que carecen de agua potable nos invade una mezcla de indignación e impotencia, porque realmente nos duele y hasta cierto punto nos avergüenza que otros seres humanos no tengan acceso a ese servicio fundamental.
Sin embargo, aunque se trata de un tema cotidiano, nunca hablamos acerca de la forma como el agua potable llega a cada uno de nosotros. De más está decir que en Mendoza no vamos al río más cercano a servirnos agua o llenar una olla. Para obtener agua simplemente abrimos la canilla.
La canilla no es parte de la naturaleza. Es una manufactura industrial que está allí donde necesitamos el agua, pero tampoco es una fábrica de agua. Simplemente es la parte visible de un amplio y complejo sistema industrial que lleva agua apta a nuestros hogares y que llamamos servicio de agua corriente o domiciliaria.
El servicio comienza en una obra civil de toma de agua superficial o en perforaciones de agua subterránea, desde donde el agua es conducida, por canales o cañerías, hasta una planta industrial en la que se usan procesos físicos y químicos para producir agua apta para el consumo humano, de acuerdo a las normas del Código Alimentario Argentino.
El agua potable producida es distribuida desde la planta a través de una red de cañerías que la llevan a cada uno de nuestros hogares donde, por lo general, llenan un tanque domiciliario desde el cual otro sistema de cañerías la lleva hasta las canillas.
La mayor parte del agua no se consume, sino que se usa para lavado, limpieza y funcionamiento de sanitarios. Por eso, a continuación de las canillas hay otro
sistema de piletas, receptáculos y cámaras para recoger toda el agua usada o servida y, a través de otro sistema de cañerías (servicio de cloacas), es llevada a los lugares de disposición final o de retratamiento, según el caso.
En definitiva, la canilla es el elemento que representa o simboliza todo ese sistema industrial que provee de agua potable a nuestros hogares y se lleva nuestros efluentes. Aún así, nunca se nos ocurre hablar de su importancia.
Y dado que en la provincia de Mendoza se viene inculcando a nuestros niños y adolescentes una visión que oculta, minimiza y hasta desacredita la verdadera significación de la producción de minerales, vale la pena explicar que para construir e instalar los servicios de agua domiciliaria y de cloacas son necesarias cientos de materias primas de origen mineral. Miles de anónimos trabajadores mineros (profesionales, técnicos y obreros) contribuyen diariamente a proveer a la industria todo lo necesario para construir e instalar esta clase de sistemas y todo lo demás que hoy forma parte de nuestra calidad de vida.
Por eso, aunque más no sea para que las chicas y los chicos mendocinos que hoy estudian para ser mineros en el futuro no se sientan discriminados por sus propios conciudadanos, sería bueno que, sin dejar de hablar de la importancia del agua, alguna vez también hablemos de la importancia de la canilla.
Fuente: Los Andes