Tom Dettweiler se gana la vida millas abajo. Ayudó a encontrar el "Titanic". Después de eso, sus equipos localizaron un submarine cargado con oro. En total, ha rescatado docenas de barcos desaparecidos.

Dettweiler ha pasado ahora de recuperar tesoros perdidos a la prospección de los recursos naturales que cubren el fondo marino: los depósitos rocosos ricos en oro, plata, cobre, cobalto, plomo y zinc. Una nueva comprensión de la geología marina ha llevado al descubrimiento de cientos de estos yacimientos inesperados, conocidos como sulfuros masivos debido a su carácter sulfuroso.

Estos hallazgos están provocando una fiebre del oro a medida que países, compañías y emprendedores se apresuran a reivindicar derechos sobre zonas ricas en sulfuro, que salpican corrientes volcánicas desde el gélido fondo del mar. Los buscadores de oro -motivados por la disminución de los recursos de la tierra tanto como por los precios récord del oro y otros metales- están absorbidos por el transporte de muestras y la evaluación de depósitos por valor de miles de millones de dólares.

"Hemos tenido un gran éxito", dijo Dettweiler en una reciente entrevista acerca de los esfuerzos de su empresa, la Odyssey Marine Exploration de Tampa, Florida, en aguas profundas.

Los escépticos alguna vez compararon la minería de la profundidad con la búsqueda de riquezas en la Luna. Ya no más. Los avances en geología marina, las predicciones de la escasez de metal en las próximas décadas y la mejora en el acceso a los abismos oceánicos se combinan para hacerlo realidad.

Los ecologistas han expresado su alarma diciendo que se ha investigado muy poco los riesgos de la explotación minera submarina. La industria ha respondido con estudios, dando seguridades y conferencias optimistas.

Los avances tecnológicos se centran en nuevos robots, sensores y otros equipos, algunos de ellos derivados de la exploración en alta mar de petróleo y gas. Los buques de exploración bajan los equipos con amarres más largos y perforan en el fondo rocoso del océano. Todo este mecanismo bajo el agua hace cada vez más y más factible encontrar, localizar y recuperar las riquezas del lecho marino.

Las potencias industriales, en particular los grupos apoyados por los gobiernos de China, Japón y Corea del Sur, están a la caza de sulfuros en los océanos Atlántico, Índico y Pacífico. Y las empresas privadas como Odyssey Marine Exploration han hecho cientos de evaluaciones profundas y reclamaciones en las zonas volcánicas cerca de naciones insulares del Pacífico: Fiyi, Tonga, Vanuatu, Nueva Zelanda, las Islas Salomón y Papua Nueva Guinea.

La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, un adormilado organismo de Naciones Unidas con sede en Jamaica que preside los derechos minerosen alta mar, un área que oficialmente abarca el 51% de la Tierra, se ha visto acosado por las preguntas sobre el sulfuro.

"Estamos entrando en una nueva etapa", dijo Nii Allotey Odunton de Ghana, secretario general del organismo, durante una conferencia en noviembre pasado.

Dado que las islas del Pacífico controlan sus derechos sobre los minerales en sus aguas territoriales, pueden negociar acuerdos mineros con más facilidad que el organismo de la ONU, que tiende a avanzar laboriosamente por consenso internacional.

Odyssey Marine Exploration, que recientemente ha expandido su actividad de la recuperación de naufragios en profundidad a la prospección, comenzó recorriendo las aguas del Pacífico en 2010 y descubrió mucho más oro, plata y cobre de lo esperado.

"Hay mucho en juego", declaró Dettweiler. Si los precios del metal suben, "un depósito de mil millones de dólares se puede convertir en uno de cien mil millones de dólares".

Los científicos pensaban que la principal fuente de riqueza en las profundidades del mar estaba en lechos de rocas del tamaño de una papa que podrían ser explotadas para obtener metales comunes como el hierro y el níquel. En los 60 y los 70, los empresarios trataron de recogerlo, pero no les compensaba el alto costo de la exploración, extracción y transporte.

Las cosas comenzaron a cambiar en 1979 con el descubrimiento de "fumarolas negras" (black smokers), montículos de azufre y torres de las que brotan burbujas de agua caliente. Los fumaroles resultaron corresponderse con 46.000 millas de fisuras volcánicas.

Los científicos encontraron que las fumarolas se formaron como agua caliente que se elevó a través de rocas volcánicas, golpeó el agua de mar helada y derramó una gran variedad de minerales que poco a poco se coaligó en increíbles montículos y chimeneas. Uno de ellos, que se encuentra frente al Estado de Washington y es apodado Godzilla, alcanzó el equivalente a más de 15 pisos de altura.

La primera oleada de descubrimientos mostró que las aguas volcánicas albergaban disturbios de extrañas criaturas, incluidos matorrales de gusanos tubo. La segunda oleada demostró que los montículos y las chimeneas -calientes y frías, nuevas y viejas, activas e inactivas- se compone de minerales complejos que contienen cantidades sorprendentes de cobre, plata y oro.

Fuente: New York Times - Por William J. Broad