Pintor viajero de este siglo, el sanjuanino Carlos Gómez Centurión presenta en el prestigioso Palais de Glace, en Buenos Aires, una serie de 60 lienzos en los que ha captado in situ la inmensidad y magnificencia de la Cordillera.
Luego de una travesía realizada en mula hasta ese deslumbrante escenario, y cuyo resultado se puede ver por estos días y hasta el 12 de agosto en las salas del Palais de Glace.
"Digo la Cordillera" es el nombre de esta muestra, correlato del proyecto homónimo que llevó al artista a convocar a un semiólogo, un poeta, un ingeniero en minas, un curador y un cineasta, para lograr múltiples miradas del lugar y obtener así una propuesta holística.
En 2004 el artista había realizado una experiencia similar -que se vio luego en una muestra en el Centro Cultural Recoleta- en el que había viajado a la cordillera central, al Valle Alto del río Colorado, a 4500 metros sobre el nivel del mar, y al pie del cerro Mercedario en la provincia de San Juan.
Ahora, la exposición en el Palais se completa con viajes más recientes: a la puna jujeña en donde el artista se internó por Purmamarca para luego trabajar en las Salinas Grandes, el cerro Espinazo del Diablo en Tres Cruces y el cerro Las Señoritas.
Luego, fue al Parque Nacional Calilegua, hasta el río San Lorenzo, donde realizó incursiones por diversos senderos hasta el interior de la selva y más tarde, continuó en la provincia de Santa Cruz, donde la hazaña fue adentrarse en el Glaciar Viedma para pintarlo desde sus entrañas.
"La propuesta consiste en adentrarse en la naturaleza más inhóspita y desde allí tratar de encontrar la esencia de la montaña. Y sí, las condiciones de trabajo son extremas", desliza el artista en una entrevista con Télam.
"Pintar dentro de un glaciar o a 4500 metros de altura tiene sus dificultades que es lo que hace que esta acción sea más rica. No es lo mismo pintar en la comodidad de tu taller que hacerlo en la puna, con viento o con nieve. De esta manera yo pienso que estoy dialogando con el paisaje de una manera más franca", se confiesa este creador nacido en 1951.
Gómez Centurión cuenta que viaja a la cordillera desde siempre, desde niño, cuando lo llevaba su papá geólogo en sus viajes de trabajo. De más grande, en un viaje a Ecuador descubrió a los científicos viajeros del siglo XIX y se le ocurrió hacer lo mismo: "Así invité a un grupo de profesionales en las primeras expediciones al cerro Mercedario en San Juan", relata.
"Cada uno aportó su mirada que es necesariamente distinta pero complementaria. El fenómeno colosal que es la cordillera no puede contarse sólo con lo visual, es necesario diversas miradas para poder entenderlo", jura el artista.
Sus pinturas reflejan esos paisajes infinitos: la riqueza de la flora y fauna, la gente del lugar, sus historia, mitos y leyendas y los diversos fenómenos que completan la idiosincrasia de cada sitio y que se ven reflejados en los cinco videos que acompañan la muestra y que ilustran todo el proceso.
"Cada viaje tiene su propia dificultad. Y debo adaptar los soportes donde voy a pintar a las diversas circunstancias. Por ejemplo, para pintar en alta cordillera donde debo ir en mulas, las telas tiene alrededor de 1.50 x 0.60 que es el máximo tamaño que puede tener la caja que la mula pueda cargar".
"Para ir a los salares de Jujuy, que voy en vehículos, preparé un batidor de aluminio plegable de gran tamaño con agujeros en su perímetro que me permitía tensar rápidamente las lonas con ojales que preparé para esta ocasión", relata los pormenores.
"En el sur, en el Chalten, donde está prohibido el acceso con vehículos y animales, deben ser porteadores humanos quienes llevan la carga. Entonces, preparé dos bastidores que llevaban cinco telas cada uno. Esto me permitía ir pintando y sacar la tela para seguir con la de abajo".
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 12 de agosto en el Palais de Glace, Posadas 1725, de lunes a viernes de 12 a 20 y sábados y domingos de 10 a 20. Luego se presentará el 6 de septiembre en el Museo de Arte Moderno de Mendoza y en el curso del mes de noviembre en el Museo de Bellas Artes de Neuquén.
Fuente: Télam - Por Mercedes Ezquiaga