El sueldo de Chile. Así llamó el ex presidente Salvador Allende al cobre, en medio del proceso de nacionalización que llevó a cabo en su gobierno.
Por Gustavo Orellana*
Fue acaso la única medida tomada bajo su mandato que no fue revertida -al menos, no totalmente- por el gobierno militar. ¿La razón? Aparentemente no hay respuesta, pero sí muchos antecedentes que sostienen que tanto la mantención de Codelco en manos estatales como la apertura económica a capital foráneo para el desarrollo minero fueron decisiones acertadas.
"El Chile de hoy en gran parte se debe a lo que ha pasado con el cobre", explicó recientemente el investigador Patricio Meller, quien ha investigado respecto al rol y a la que el llama adicción que Chile tiene del metal. Si bien es conocido el peso específico que tiene la minería para la economía nacional, es importante reiterar algunas cifras.
En 2012, la actividad minera en general representó el 13% del PIB, medido en dólares. A nivel regional, el 63% de la economía de la región de Antofagasta se debe a la minería, el 48% en Atacama y el 47% en Tarapacá.
Al primer semestre de 2013, el 56% de las exportaciones chilenas correspondió a minería, del cual el 91% fue cobre.
¿Qué llevó a esta revolución? Una observación preliminar de las cifras permite señalar que el verdadero boom productivo del cobre se da en la década de los ‘90 y no de la mano de Codelco, sino que de multinacionales como BHP Billiton, Anglo American, el grupo Luksic y otros. Fue en ese período cuando se inauguran las principales minas privadas del país y que hoy sustentan, junto con Codelco, la producción minera: Collahuasi (1999), Escondida (1990) y Los Pelambres (1999), a las que se suman Radomiro Tomic, de Codelco, la primera mina desarrollada por la estatal tras el proceso de nacionalización, y otras más pequeñas como Candelaria, El Abra, El Tesoro.
Ello se relaciona a su vez con dos hitos: la dictación del Código Minero de 1983 y el DL 600, que da garantías a la inversión extranjera, entre las que se cuentan una tasa tributaria conocida e inamovible, aunque la dictación del royalty -no una, sino que dos veces- abrió una duda sobre este último punto.
Pero antes que todo eso ocurriera la situación era complicada. El presidente de la Sonami entre 1971 y 1973, Norberto Bernal Fuenzalida, recuerda que la entidad que lideró no era precisamente un gran gremio, pues tras la nacionalización, salvo Codelco, el resto era pequeña y mediana minería.
Lo más complejo fue mantener el orden en el sector, evitar expropiaciones y mantener la actividad.
"La minería y las asociaciones del cobre dan un giro tremendo después de 1973. La gran minería vigente en ese momento pasa a ser nacional y no extranjera. Luego con los años y nuevas disposiciones legales de concesiones mineras, surge una minería privada poderosísima. Hoy vemos a Escondida que produce más que Codelco o muy cerca", explica Bernal.
La minería privada "poderosísima" a la que se refiere Bernal en 1980 producía apenas 163 mil toneladas (el 15% de toda la producción chilena ese año). Pero a mediados de los ‘90 ya había crecido a 1,3 millón de toneladas. Superaría a Codelco en 1995, alcanzando el 53% de participación versus el 47%.
De la hegemonía de Codelco hoy queda poco y nada. En 2012, los privados produjeron 3,8 millones de toneladas de cobre, el 70% del total. Codelco, 1,6 millones. Entre 1995 y 2012, la minería estatal expandió su producción en 41%. La minería privada, 186%.
A la hora del balance, la principal duda que tienen en el sector minero es por qué no se privatizó Codelco cuando se pudo, y por qué tampoco se discute eso ahora. No hay respuesta. Pero la propia Codelco da algunas luces: entre 1971 y 2012 aportó US$100 mil millones al fisco, cifra equivalente al 37,5% del PIB 2012 y a 4,3 veces el costo total de la reconstrucción post terremoto de 2010. Y la meta es aportar otros US$100 mil millones en los próximos 25 años.
*Periodista de Pulso, Minería, Energía e Industria Forestal.