¿Qué gusto tienen los minerales? ¿Es posible reconocer a los minerales por su sabor? Hay muchos minerales que se pueden identificar con los órganos de los sentidos mediante el tacto, color y sabor. Hoy existen técnicas muy sofisticadas para la identificación de los minerales. Para nuestros ancestros humanos la cuestión de reconocer los minerales para sus diferentes usos resultaba crucial. La sal, los ocres, el filo córneo de las obsidianas, los distintos tipos de arcillas y los metales nativos fueron identificados apelando a los sentidos.
En la antigüedad el prospector sólo contaba para esa búsqueda con las funciones sensoriales. Precisamente, todavía hoy podemos reconocer ciertos minerales por sus características organolépticas tanto en el campo como en las prácticas cotidianas de los laboratorios. El órgano de la vista es el primero que nos ayuda en la identificación de minerales o rocas.
El amarillo del oro nativo, el rojo del cobre nativo y el blanco de la plata nativa son inconfundibles. Más allá de que existan minerales como la pirita, también llamada el "oro de los tontos", que engaña fácilmente por su notable color amarillo. Los verdes y azules de los carbonatos de cobre malaquita y azurita, el celeste de la turquesa, el naranja del sulfuro de arsénico rejalgar, los pardos rojizos del hierro, los amarillos intensos de las sales de uranio o los negros del manganeso son una ayuda casi inmediata en la identificación.
De todos modos hay colores propios de los minerales y colores prestados, por lo que no todo lo amarillo es oro ni todo lo verde es cobre. Muchas veces se escucha a las personas que circulan por un valle rico en formaciones geológicas decir que los cerros verdes son de cobre y los rojos de hierro. En realidad y salvo excepciones las coloraciones de los cerros están dadas por la presencia del elemento químico hierro en distintos estados de valencia.
El hierro férrico tiñe de rojo las rocas y el hierro ferroso las tiñe en tonos de verde y gris. Para saber cuál es el verdadero color del mineral hay que rayarlo sobre una superficie de porcelana sin barnizar, como por ejemplo la parte de atrás de un azulejo o convertirlo en polvo.
Muchos minerales coloreados tienen raya blanca demostrando que ese color no es propio sino prestado. La pirita que tiene un amarillo bronce y que como dijimos algunos confunden con el oro, cuando la rayamos sobre una superficie cerámica no esmaltada nos encontramos con que su raya es negra. El oro en cambio tiene raya amarilla dorada. El oligisto o hierro especular que es negro, cuando se lo raya se observa que en realidad es rojo.
El sentido de la vista está así propenso al engaño y de allí vale la famosa frase de que "no todo lo que brilla es oro". El ojo desnudo fue entonces la primera herramienta de prospección que usaron los viejos buscadores de minerales. En cuanto al tacto algunos son untuosos o grasos como el grafito, suaves como el talco, otros áridos como algunas arcillas o ásperos como el corindón y la plata nativa. Si tomamos en las manos una caliza granulosa y un yeso granuloso va a verse que la caliza da la impresión de "fresca" mientras que el yeso de "cálido".
Esto se debe a una mayor o menor conductibilidad del calor. El sabor es otra característica que puede ayudar en el reconocimiento rápido de una sustancia. Para ello nada más simple que acercar la lengua al mineral y lamerlo. El sabor más universal de un mineral es el salado de la sal. La sal es químicamente cloruro de sodio y su nombre mineralógico es halita. Su sabor es inconfundible y permite diferenciarla de otras sales.
Hay también minerales "dulces" como el bórax o tincal, "amargos" (bittern) como los sulfatos de sodio o de magnesio, "picantes" como el carbonato de sodio, "frescos" como algunos nitratos y otras sales que tienen sabores "cáusticos", "ácidos" o el que el propio sentido del prospector pueda reconocer por analogía con algo ya saboreado y conocido con anterioridad. En Cardona (España) se encuentran afloramientos de sales sódicas (halita) y potásicas (silvita) o potásico-magnesianas (carnalita).
A veces un color rojizo carne ayuda a identificar a esta última de la primera. Sin embargo las que diferencian muy bien son las vacas que lamen las superficies mineralizadas en busca de la sal común (halita) dejando como afloramientos salientes las amargas de potasio y magnesio. También se pueden reconocer algunos minerales por su olor y el sentido del olfato juega aquí su papel determinante. Si bien la mayoría de los minerales son inodoros algunos tienen olores sugerentes.
El olor acre de los sulfuros es característico. Cuando se manipulan minerales de pirita, calcopirita y otros se siente un olor muy especial e inconfundible que queda largo tiempo presente. La presencia de sulfhídrico o materia orgánica da un olor particular, lo mismo que algunos minerales con selenio o arsénico. Los asfaltos, betunes y algunas arcillas pueden identificarse por sus olores. Precisamente algunas arcillas a las que se les arroja el aliento suelen devolver un olor a tierra mojada, otras tienen tanta necesidad de atraer el agua que la lengua queda pegada a ellas tal como ocurre con la sepiolita o espuma de mar.
A esta propiedad se la conoce como "apegamiento". El oído puede ayudar a identificar algunos minerales cuando se los golpea de acuerdo con el sonido que emitan. Así podemos reconocer sonidos secos, metálicos y otros. Las fonolitas son un tipo de rocas volcánicas que como su nombre lo indica dan un sonido fuerte al golpearlas. Las cornubianitas, rocas metamórficas formadas por el calor del contacto entre una roca arcillosa y un magma, emiten un sonido musical al golpearlas.
En el pueblo prehispánico de Tastil (Salta) se encontró que estas rocas eran usadas, sobre la base de su ordenamiento por formas y tamaños, para producir algún tipo de composición musical. Las características organolépticas de los minerales, a través de las sensaciones producidas en los órganos de la vista, tacto, gusto, olfato y auditivo nos da una idea de cómo el prospector desde los más viejos tiempos pudo comenzar a identificar los distintos minerales y a diferenciarlos a los unos de los otros.
* Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-CONICET)