La pandemia ha traído al ser humano grandes problemas y dolores.
El confinamiento de las ciudades, el cierre de gran parte del comercio, centros de salud repletos y personas vestidas con extraños trajes blancos trasladando ataúdes son algunas de las amargas postales que ha dejado el COVID-19.
En Chile la mayoría del contagio se ha podido registrar en la Región Metropolitana y en las comunas pertenecientes a la capital. Aún siendo el principal polo de desarrollo en el país el coronavirus ha causado una tragedia de grandes proporciones; siendo los más afectados los sectores vulnerables y pobres de la sociedad.
El foco ha estado puesto constantemente en la ciudad, quedando el mundo rural rezagado a un silencio tal vez peligroso; sobre todo porque según las estadísticas los habitantes de estas localidades tienen varias vulnerabilidades al momento de hacer frente al COVID-19: población más envejecida (grupo crítico ante el virus), deficiente acceso al agua, conectividad débil, entre otros.
“Las zonas rurales se han visto fuertemente afectadas en cinco aspectos principales: el tema de la alimentación, el poco acceso a hospitales y centros asistenciales (falta de entrega de vacunas y remedios), la baja en los empleos, la higiene y aseo personal; y la conectividad”, comenta a #24Data Nicolás Birrell, director ejecutivo Desafío Levantemos Chile.
“Muchas personas hoy no tienen acceso a recursos como alimentación, higiene y cuidado personal. La mayoría de ellos han perdido su fuente principal de ingresos, ya sea negocios pequeños, como agricultores, o puestos en ferias libres, por lo que cada vez se hace menos factible poder comprar comida o productos de higiene”, agrega.
Ante este escenario, la labor de las fundaciones se ha hecho indispensable para los habitantes de estos lugares lejanos. Desde Desafío Levanemos Chile aseguran que están enfocados en la crisis sanitaria, actuando "como puente entre quienes quieren ayudar, y quienes más lo necesitan".
Descongestionar el sistema de salud público con la instalación de clínicas móviles, dentro de las cuales se realizan exámenes PCR y otros procedimientos, llevar canastas de alimentos y kits de higiene para reducir los contagios, son algunas de las acciones.
María, de la comuna de Lautaro
La región de la Araucanía es la segunda zona del país con más población rural; específicamente 29,1% de sus habitantes vive en lugares alejados de la ciudad.
María Aravena Llancaqueo, vive en la comunidad Marileo en la comuna de Lautaro.
Para ella la mayor dificultad a la que se enfrentan en la actualidad es la falta de trabajo, que con la pandemia se incrementó.
“Los hombres de la comunidad trabajan como temporeros. Hay mucha gente sin trabajo y hay muchos niños acá”, indica. Para financiar los alimentos y necesidades de otro tipo la familia utiliza la asignación familiar y lo que entrega la Juaneb a los integrantes más pequeños que están en edad escolar.
La comunidad tampoco tiene agua potable: “Nos vienen a dejar (agua) el camión aljibe una vez a la semana, 500 litros aproximadamente, para unas 8 a 10 personas más menos”.
María tiene dos hijos, un niño de 8 años y una adolescente que cursa segundo medio. Para ambos ha sido difícil seguir el ritmo del año escolar a distancia que se realiza en todo el país.
El más pequeño va entre el aburrimiento y las ganas de compartir con otros compañeros; por eso a veces no quiere hacer las tareas que le trae el tío del furgón escolar, quien distribuye entre los niños los trabajos y actividades que los profesores le entregan.
Para la hija de María tampoco ha sido fácil. “No tenemos internet, entonces le cuesta seguir los trabajos, tenemos que cargar su celular para que pueda avanzar”.
“Me ha afectado bastante la situación, porque es la educación de mis hijos”, afirma con pesar.
“La conectividad ha jugado un rol fundamental en esta pandemia. En zonas rurales, la distancia entre una casa u otra es muy grande, por lo que se dificulta el acceso a wi-fi o datos para poder conectarse a internet, haciendo que la comunicación se haga muy difícil. En ese sentido, las radios están tomando un rol preponderante en que se conecten diversas localidades. Sin embargo, en educación se ha vuelto muy complicado, porque los profesores no tienen cómo conectarse con sus alumnos, ya que no tienen las herramientas necesarias para esto (computador, tablet o internet)”, afirma Nicolás Birrell.
Bernardo Pardo, director regional de la Fundación para la Superación de la Pobreza y Servicio País de La Araucanía sostiene que la pandemia ha provocado varios fenómenos. Problemas como el acceso más limitado a implementos de prevención (mascarillas y alcohol gel).
“El otro gran impacto que ha generado la pandemia es el que se ha producido en los departamentos de salud, ahí lo que ha ocurrido en la mayoría de los casos es que han funcionado con sistemas de turno, básicamente para poder atender la contingencia y en la mayoría de los casos en domicilio”.
La alta demanda de salud y la lejanía de los adultos mayores han ocasionado, entre otras cosas, que sea más difícil aún atenderse por enfermedades crónicas y controles regulares. “Eso ha derivado en la pérdida de oportunidad de atenciones”, agrega el director regional.
Pardo también destaca la escasez hídrica como un factor que complica aún más la situación.
Sandra, de la isla de Tenglo
"Si no hay agua en tu casa, que es algo primordial hoy en día, porque tienes que estar limpiando a cada rato, lavándote las manos; es preocupantes", relata Sandra Uribe, tesorera de la junta de vecinos de la isla de Tenglo.
La isla de Tenglo es una localidad ubicada justo al frente de Puerto Montt en la región de Los Lagos. En ella viven alrededor de 1.080 personas (según cifras de 2017).
Pese a estar muy cerca de la ciudad y estar considerada como parte de la zona urbana, la realidad dista mucho de aquello; situación que en pandemia sus habitantes notan.
"Nosotros no tenemos alcantarillado porque no hay conexión al continente. Hace años que somos parte de la zona urbana, pero de urbana no tenemos nada porque nos faltan caminos buenos, agua, conectividad”, añade Sandra.
Para realizar trámite, acceder a algunos beneficios o atenciones de salud en medio de la pandemia por COVID-19, las personas que viven en la isla deben cruzar a Puerto Montt, tarea que no resulta sencilla.
"No hay buenos muelles, imagínate ahora estamos con cuarentena y te dan tres horas para que uno vaya al supermercado pero entre que nosotros subimos a una balsa, tomamos la micro, llegamos al centro y ya tenemos ocupada una hora"
Respecto a las ayudas la representante de la junta de vecinos indica que han llegado pocas, solo cajas de mercadería desde la municipalidad que el alcalde de Puerto Montt entregó.
Claudia Muñoz, directora regional de la Fundación para la Superación de la Pobreza y Servicio País en Los Lagos, coincide con Sandra en varios aspectos.
“Hay un sector que no tiene agua potable y ese es un tremendo drama, porque según la Casen, que mide pobreza multidimensional, uno de los indicadores más altos de esta región tiene que ver con vivienda y entorno, y el segundo es el de servicios básicos. Hay mucha población que ya vivía crisis sanitaria antes y ahora esto lo agudiza no más".
"Es bien difícil dar las instrucciones de que hay que lavarse las manos a cada rato porque no tienen una llave que corra, sino que tienen baldes”, señala.
La directora regional también indica que el tener que trasladarse a Puerto Montt para acceder a salud es una de las complejidades más grandes en este escenario