DANIEL BOSQUE*
Séneca, una suerte de justicialista ilustrado del Imperio Romano, decía que “doloroso es el tiempo que entre dudas se pasa”. Para aventar tales peligros, desde aquella primera imagen de Daniel Scioli con los popes de La Cámpora viendo el futbol del pasado verano (comentada por el hoy desaparecido en acción Fernando Niembro), la carrera del candidato offshore ha resultado imparable. Tanto, que si no gana en primer turno pegará en el palo.
¿Zannini, quien es Zannini? El porqué del anuncio de un gabinete “naranja” a días de los comicios es otro de los enigmas que sólo el tiempo dilucidará. Acto de valentía ante el poder K cuya fecha de vencimiento figura al dorso del envase o una jugada pour la galerie de públicos diversos. A independientes, indecisos, blindados , antis y pros modelo K, el bonaerense les viene machacando “confíen en mí, sé cómo hacerlo”, una suerte de remake del recordado Síganme, no los voy a defraudar. No soy Cristina, conmigo pueden quejarse y pactar, aunque de retenciones, cepos y otros textos sagrados hablaremos después, como se ha palpado en el reciente coloquio de IDEA, en el cual, como era lógico, chapeó y pasó factura José Luis Aranguren, uno de los pocos valientes de la dékada.
La diferencia entre las Eliminatorias del Mundial de Rusia y estas vísperas electorales es que en éstas se puede ensayar sin perder puntos. Por eso, Juan Manuel Urtubey, pieza clave del operativo Perón Vuelve, ha arriesgado que hay que negociar con los buitres para que el gallinero vaya cacareando desde ahora. Que no, que no, patalean Axel y otros puros a días de vaciar sus cajones pero, aunque asuste, sus embistes ya son un tema menor.
Si Daniel Osvaldo gana, habrá alumbrado, barrido y limpieza en las huestes FPV y ya se descuenta que unos cuantos travestis desfilarán en la pasarela de la política a partir del 11-D sin escandalizarse, a la vista de todos.
El peronismo, más que nadie, sabe cómo dar al poder un bálsamo de amnesia reconfortante. Con Scioli presidente, en pocos meses nadie se acordará de esta liturgia K de devolver hostia por hostia, que tiene en Julio De Vido y sus escribas del finde entre sus más altos exponentes.Entre todos vamos a sacar el país adelante, es la consigna made in La Ñata. Lo mismo que la invitación a olvidarse pronto de los niños traviesos y su madrina intemperante que en los últimos cuatro años chocaron una y otra vez la economía y sus variables con mucha habilidad e imaginación.
“Ajuste no va a haber, ni grandes experimientos” dice Scioli. Aunque “quedan muchas cosas por hacer”, según le advierte Axel Kicillof , mientras niega que se llevará el facón bajo el poncho a la Comisión de Presupuesto y Hacienda de Diputados. En realidad, ajuste y del bueno ya hubo, no sólo en la Provincia de Buenos Aires, fortaleza que durante un lustro fue asediada por Cristina y los suyos, sino también en buena parte del tejido productivo que con la soja a US$ 300/ton y la Axel diet ya mandó a la ruina a 90.000 productores, según recuerdan las entidades del campo.
Ese es un problema ajeno. Más cercana y propia es la situación fiscal con los superávit gemelos en el recuerdo y el retorno del déficit comercial tras tres lustros de ausencia o el megadeficit fiscal enjugado con bonos, emisión y yuanes. Wall Street discrepa con la imagen bella y desendeudada del espejo ká: “No le será posible a Scioli aplicar gradualismo alguno” dijeron el viernes los banqueros y Goldman Sachs augura el 7,1% de déficit fiscal o un 6,3% si logra bajar subsidios y la alocada emisión de hoy. En N.Y. no creen que la inflación ceda en 2016: auguran un 33,6%. “No hay bomba de tiempo”, remata de nuevo Kicillof. Sólo US$ 10.000 M en el BCRA, y vencimientos por US$ 25.000 M en 2016. Por decir algo.
Scioli, o quien gane, coincidieron los empresarios argentinos en el coloquio de Mar del Plata, necesitará una política de ajuste fiscal y contención del gasto público que hoy se devora $ 1.000.000 pesos por minuto y requiere de un torniquete de impuestos que está estrangulando a la actividad económica y transfiriendo renta de los ciudadanos, en notable escala, vía el esquema regresivo de Ganancias.
Con más o menos shock, para abrir el grifo de dinero disponible de fondos de inversión a unas tasas más decorosas que las recientes emisiones de bonos, las principales interesadas en amigarse con los mercados son las provincias que previo al portazo en la nariz de los holdouts tenían abrochados endeudamientos por varios ceros que fueron a parar al cajón.
“Argentina es como Grecia, pero con soja y muchos otros recursos. Sus políticos siempre están dispuestos a gastar más de lo que tienen. La UE advirtió a Atenas por 10 años de que su gasto excedía sus posibilidades pero la respuesta era victimizarse y amenazar con irse del euro. Aquí pasa lo mismo, la culpa de todo es de los buitres, el FMI y los mercados”, sostiene un embajador europeo en Buenos Aires.
Lula da Silva, mientras acompañaba a Daniel abriendo mini hospitales UPA, aprovechó para soltar: ¿Cuál es la lección que yo aprendí?. Que uno no puede gastar más que lo recaudado. Que si querés endeudarte no podés hacerlo más allá del límite de tus posibilidades de pago. Buen mensaje para su anfitrión, a quien los banqueros suelen llamarlo Dilmo por el amable legado recibido, que le obligará a tijeretear el gasto público sin morir en el intento.
Para domar este potro, Scioli ha salido por la tangente ungiendo a Silvina Batakis , desconocida para el 99% del electorado no bonarense. “Es un mix de Hernán Lorenzino y Remes Lenicov, ni Blejer ni Bein ni alguien del riñón K, alguien para aguantar, con baja exposición, una transición que por lo menos será durísima”, observan en la City porteña.
A las puertas del cielo, mientras disfruta de cómo Mauricio Macri y Sergio Massa se disputan el copyright del “voto útil”, el peronismo se apresta a prolongar mandato y mejorar su record: de 32 años de democracia, lleva 27 gobernando. Los ratios sociales no son los mejores,, con una tercera parte de la población definidamente privada, con más o menos pobreza según como se mida, de la movilidad social ascendente que pregonó y entronizó al peronismo aquel 17 de hace 70 octubres.
En el contra péndulo del neoliberalismo de Carlos Menem, el inventor de Scioli, el justicialismo versión K mostró una notable plástica para revertir políticas de Estado. Como en la recuperación de la renta previsional y petrolera, privatizadas en los ’90 y hoy herramientas clave del modelo que el bonaerense jura perseverar. "Las bases fundacionales del peronismo están en la Asignación Universal por Hijo, en el agua potable, cloacas, en los caminos asfaltados", dice el gobernador de la mayor provincia que tras ocho años de su gestión aún tiene serias asignaturas pendientes en promoción social e infraestructura básica.
“Vótenme tranquilos, conmigo no habrá sorpresas”, repite Scioli, tranquilizando a muchos y preocupando a otros tantos. No sólo del arco opositor, también del núcleo duro K, que con lógica desconfía de quien hasta ayer denostaba. “Si Daniel gana el domingo, el miércoles estará en A dos voces”, dicen en su entorno, insinuando que la bestia negra de Clarín ni los condiciona ni los asusta. No precisan si irá Carlos Zaninni, su compañero, albaceas testamentario de CFK y primero en la sucesión presidencial. Todo en su medida y armoniosamente, decía Perón.
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