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Debate
(Opinión) RICARDO VALCÁRCEL: LA MINERÍA Y ENERGÍA EN EL MENSAJE
02/08/2013
Tomás Canosa

El Gobierno acentuaría de a poco el ritmo de devaluación del peso

Clarín
E l aumento del tipo de cambio fue menor a la inflación durante los últimos años y es por eso que tres fuentes cercanas al oficialismo coinciden en que el Gobierno está dispuesto a acelerar la tasa de devaluación cuando se estabilice el mercado de cambios.

De ahí que estimen que el pre- cio del dólar oficial terminará este año cerca de los $ 5. El objetivo es contrarrestar la devaluación del real, encarecer las importaciones e intentar incentivar las exportaciones.

El Banco Central dejó que el pe- so se devalúe 4% con respecto al dólar desde que comenzó el año: cerró 2011 a $ 4,32 y el viernes pasado terminó a $ 4,49. De esta manera, si el precio del dólar estadounidense llega a los $5 a fin de año, la tasa de devaluación para los últimos 7 meses del año será del 11%. Tanto un consultor privado con llegada a los equipos técnicos de Hernán Lorenzino, como dos economistas de buen vínculo con el área de Axel Kicillof, coincidieron en que el oficialismo está dispuesto a acelerar "la tendencia" de la devaluación, pero que bajo ningún punto de vista el precio en las casas de cambio rondará los $ 6.

"Los operadores miran los nú- meros de la economía y se dan cuenta que hay sustentabilidad y que la especulación financiera no es consistente a un valor de $ 6, ni tampoco a $ 4,50", explicó una fuente consultada, que como los otros dos, pidió no ser nombra- do. "El Gobierno no va a trabajar bajo presión, en este momento hay mucho lobby de exportadores para que se devalúe más, pero no estamos en la década del ´70 u ´80 cuando el Banco Central tenía pocas reservas", añadió otro de los economistas.

La ampliación de la brecha en- tre el dólar oficial y el paralelo no representa un gran problema para la mirada oficial, según los consultados y tal como se dejó trascender días atrás, se optó por la prudencia y el gradualismo. "Ante la mayor demanda, si soltabas el tipo de cambio nominal corrías el riesgo de que haya una aceleración de la inflación mientras se negocian paritarias o si no lo soltabas perdías reservas por la caída de depósitos.

Mantener control de cambios estrictos, sin perder reservas y no meternos con el blue no es una mala opción, dijo una fuente.
Ismael Bermúdez

Causas y consecuencias de las limitaciones a la venta de dólares

iEco

Para frenar la fuga y acaparar todas las divisas para cumplir con los pagos de la deuda y solventar la cada vez más onerosa cuenta energética, el Gobierno vino restringiendo cada vez más las compras de dólares de empresas y particulares.

Y provocó lo que quería prevenir: una avidez por los dólares a tal punto que la moneda norteamericana en el mercado paralelo superó los $6. "Cuando faltan dólares hay corridas", admitió el miércoles la secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri.

Quizás lo dijo con la vista puesta en el goteo de los depósitos bancarios en moneda extranjera.

El cepo cambiario agravó la desaceleración de la economía, como se refleja en las fuertes caídas de la inversión, producción y empleo.

Hay actividades trabadas por la falta de dólares y la falta de insumos por el cierre de las importaciones.

Todo esto, unido a un fuerte incremento del déficit fiscal nacional y provincial y a la apreciación del peso frente al euro y el real, llevaron a que en abril, por primera vez en 30 meses, las exportaciones retrocedieran un 6%.

Según los números oficiales, con un rígido freno a las importaciones, este año el excedente del comercio exterior rondaría los US$11.000 millones. Pero los pagos de intereses en moneda extranjer se llevarían US$7.000 millones, en especial el pago del cupón PBI de fin de año. Y los vencimientos de capital, otros US$5.000 millones, siempre y cuando los organismos como el BID y el Banco Mundial refinancien la totalidad de los pagos que vencen este año, y lo mismo hagan el Banco Central, el Banco Nación y la ANSeS.

En el calendario oficial, el segundo semestre es el peor porque se concentran los mayores vencimientos de deuda (en agosto, US$2.300 millones por el Boden 12 y en diciembre, por el Cupón PBI, unos US$3.000 millones) y es el período menos superavitario de dólares comerciales.

Pese a que el Banco Central es el único comprador masivo de dólares, este año las reservas internacionales volverían a caer. A fines de 2010 sumaban US$52.000 millones, en 2011 cerraron en US$46.500 y se calcula que a fin de 2012 se ubicarían muy por debajo de los US$45.000 millones.

Este panorama se agudiza por el contexto internacional, que marca una fuerte crisis económica y financiera, una menor demanda de bienes y servicios y una suerte de guerra monetaria-cambiaria, con el euro en picada y el real en empinada devaluación. Y los recientes datos de China muestran una pobre performance en la industria, las ventas minoristas y la inversión, con una caída de más de un punto en el crecimiento esperado para el segundo trimestre.

"Bajo este escenario de mayor complejidad internacional, la fuga de capitales en la Argentina, que se había reducido entre enero y marzo, aumenta desde abril, y en particular a partir de los primeros días de mayo. En la primera quincena el BCRA compró US$630 millones, bastante menos de lo proyectado. Sin embargo, controles mediante, en 2012 el Central acumula US$5.900 millones en compras netas de divisas, frente a US$4.500 millones en igual período del año pasado (+29%)", señalan Ricardo Delgado y Rodrigo Alvarez, de Analytica consultores.

Sin embargo, las reservas del Banco Central no aumentan por los pagos de la deuda y la salida de depósitos.

No obstante admitir que "el camino para administrar la renovada tensión cambiaria es dificultoso ­un 35% o más de brecha entre el dólar regulado y el paralelo preocupa ahora más que en tiempos del episodio posterior a las elecciones­ sostenemos, por el contrario, que no hay razones para que sea convalidada. El Gobierno demostró a fines de 2011 que no corre por detrás del mercado, y cuenta con herramientas para operar. La estrategia cambiaria ha sido, y creemos que seguirá siendo, gradual, sin saltos bruscos. Pero el contexto externo ­en particular, la depreciación del real brasileño­ pone al Gobierno ante un dilema: acelerar la tasa de devaluación y arriesgarse a que sea percibida como una conducta defensiva, o perder competitividad frente al socio mayor del Mercosur", plantean Delgado-Alvarez.

Desde otra mirada, Rogelio Frigerio, de Economia & Regiones, sostiene que "el tipo de cambio estuvo siempre en el centro de la escena del modelo económico de la administración actual". Al comienzo, "la depreciación real de nuestra moneda generó una verdadera barrera de protección cambiaria que, sumada a los salarios deprimidos y a la capacidad ociosa existente, forjaron un espacio de rentabilidad que dinamizó algunos sectores productores domésticos; sobre todo aquellos capaces de sustituir importaciones".

Luego, "la inflación fue devorando la depreciación real, haciendo que muchos sectores pierdan competitividad y hasta rentabilidad". Y "la política de tipo de cambio nominal cuasi fijo contra el dólar y el actual abaratamiento del real (que ahora se deprecia en lugar de apreciarse nominalmente contra el dólar) deterioran el esquema de tipos de cambio múltiples. Las retenciones, el congelamiento de tarifas, los subsidios y las compensaciones ya no alcanzarían para compensar la apreciación cambiaria contra el dólar y el real".

Hasta ahora, el Gobierno viene negando la incidencia negativa de la disparada del dólar sobre la actividad económica: considera que involucra operaciones marginales. Lo real es que está "corriendo" detrás de los acontecimientos, tratando de tapar los agujeros provocados por sus propias medidas, como pasó con la resolución que obligaba a liquidar las divisas de exportación en 15 días y luego tuvo que rever para el caso de las pymes. Pero como no se puede negar la realidad, estará obligado a tomar medidas.

Un cepo que no alcanza. El Gobierno utiliza personal de la AFIP, incluyendo a sus perros anti dólar, para paliar la falta de dólares.

Y cuanto más demore, serán más amplias y drásticas.

Según los especialistas, algunas de esas medidas podrían ser: Descomprimir lentamente la restricción a la compra de divisas: el objetivo seria mostrar que los dólares están y por esa vía bajar la cotización del dólar paralelo. El problema es que los nuevos cupos podrían agotarse rápidamente y las reservas seguirían cayendo.

Mantener las trabas: la apuesta es "tirar" así varios meses hasta que lleguen más dólares de las exportaciones, mientras se acelerarían las minidevaluaciones.

Congelar los depósitos en dólares: para evitar que siga el drenaje, el Gobierno podría colocar en forma compulsiva un bono en dólares o pesificar los depósitos.

Tipos de cambio múltiples: implicaría devaluar el peso en diferentes proporciones. Habría tres tipos de cambio: uno para las importaciones de alimentos y bienes de capital, otro más alto para la industria y un tercero más alto para las operaciones financieras y turismo. Esta posibilidad sería impulsada por el viceministro Axel Kiciloff.

Hoy, a través de las retenciones, hay cambios oficiales diferenciales y en la realidad, también porque al dólar oficial se agrega el dólar fuga y el dólar blue.

Devaluar el peso: además de abaratar los costos internos, anularía la expectativa inmediata de una nueva depreciación del peso. Debería ir acompañada de un fuerte ajuste monetario y fiscal y evitar que se espiralice la inflación.

Cualquiera de estas alternativas ­todas con adherentes en el Gobierno­ tiene altos costos económicos y políticos, más aún después que la Presidenta asegurara que no habría medidas de shock ni "nada raro". Pero dólares, igual no hay.

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