El director general de la Transportadora de Gas del Norte (TGN), Eduardo Ojea Quintana, advirtió que un problema prioritario a resolver en el país es la expansión de los sistemas de transporte y distribución de gas.
¿Cuáles fueron las inversiones que realizaron las empresas de transporte y distribución del gas desde la privatización de las empresas del Estado?
Desde 1993 hasta el año 2001 se debe diferenciar los 3.218 millones de dólares que se pagaron al Estado por la compra de las diez empresas (dos de transporte y ocho de distribución), los 700 millones de dólares de deuda que mantenía Gas del Estado y del que se hicieron cargo las empresas y los 8.900 millones de dólares de nuevas inversiones en transporte y distribución para el sistema nacional interno, los gasoductos para exportaciones, reparaciones y mejoras.
Hago un corte en el año 2001 porque es el momento en que se produjo la crisis de nuestro país y consecuentemente cambio de situación para las empresas tanto en el nivel de inversión como en sus costos. A partir de ese momento las empresas tuvieron que hacer una reducción importante en las inversiones que venían realizando en el mantenimiento de sus instalaciones. A partir del 2004 se han recuperado los niveles de inversión por lo que éstas han sido muy similares a las que había hasta el 2001.
¿Las empresas están invirtiendo en ampliar la capacidad de los sistemas existentes?
Distinto es el escenario de las ampliaciones de los sistemas. Hay que tener en cuenta que al momento de las privatizaciones y según los pliegos no se estipulaba la obligatoriedad de hacer inversiones en transporte sino sólo en mantenimiento y aseguramiento de los sistemas. Lo que se hizo fue decisión propia de cada compañía, conforme el aumento de la demanda. Entre 1992 y 2001 se construyeron los gasoductos a Uruguayana y Brasil, otro a Uruguay a través de Paisandú, el Cruz del Sur que cruza el Río de la Plata y que llega a Uruguay, Atacama y Norandino que llegan desde Salta a Norte de Chile, el de Los Andes, que llega a Santiago de Chile y parte desde Neuquén, como así también el gasoducto Del Pacífico que parte de Neuquén y llega al Sur de Chile. Pero también han habido inversiones en distribución, donde la seguridad y mantenimiento de los sistemas son tanto o más estrictos.
¿Qué tan avanzados están las negociaciones para el gasoducto del NEA?
En 1997 se licitó lo que se denomina la novena región. Entre Ríos es la única provincia que tiene mayor desarrollo en gas en tanto Corrientes, Misiones y Formosa no han tenido expansiones en ese sentido. El proyecto de gas NEA implica traer el gas de Bolivia hasta la zona de Rosario con derivaciones a cada una de estas provincias. Es un proyecto presentado hace dos años pero producto de la situación de Bolivia en cuanto a la incertidumbre de contar con el gas para alimentar ese gasoducto es que el proyecto está por el momento en un compás de espera. Para cualquier proyecto de estas características es fundamental contar con las reservas necesarias y el mercado -la demanda- para justificar la inversión ya que estamos hablando de cifras millonarias.
¿Cuál es la realidad actual?
Se ha producido un crecimiento importante en el consumo de gas, no solo residencial, sino también para el consumo industrial, para la generación de energía. Año tras año aumentó el nivel de consumo pero lamentablemente los sistemas de transporte y distribución no se han expandido en la misma medida. Este es uno de los problemas a resolver. Personalmente creo que para recomponer el sector falta una política energética. Los sistemas fiduciarios mediante los cuales se han ampliado algunos gasoductos, como el del Norte, no son una solución. Estamos importando gas de Bolivia a una tarifa superior a lo que se paga en la Argentina, ya que estamos pagando 2 dólares por millón de BTU.
¿Qué opinión le merece la iniciativa de construir un gasoducto que parta desde Venezuela y que llegue a la Argentina?
Tengo hechos algunos estudios que coinciden con los de otra gente y todos estos arrojan que cuando se tiene la posibilidad de construir un gasoducto de más de 3.000 kilómetros de distancia entre la fuente y el centro de demandas y se está previendo un consumo de 15 millones de metros cúbicos días, resulta económicamente más rentable hacer una planta para licuefraccionar el gas, transportarlo y regasificarlo en el punto de reinyección al sistema. Aquí estamos hablando de la posibilidad de construir un gasoducto de más de 10.000 kilómetros y lo que opino es que no hay manera de hacer rentable un gasoducto de estas características. Existe la tecnología disponible como para proponer algo que resulte mucho más barato que hacer una obra de este tipo. Hubo, décadas atrás un gasoducto de esta longitud entre Rusia y Europa pero en momento en que no se disponía de la tecnología actual. Además se requieren de más de 5 años para su construcción pero los requerimientos en gas los tenemos hoy.
CRISTINA CARRAZAN
