Tras su anuncio y posterior aplicación, la medida nacional de adelantamiento de una hora del reloj desató airadas quejas desde las provincias del Oeste, pero el malestar por el desajuste horario finalmente dio lugar a la aceptación de los gobiernos de distritos afectados.
Acatada la orden emanada de la Casa Rosada, en Mendoza ahora hablan de esperar un mes para observar los efectos, mientras en otras provincias optaron por modificar el horario de funcionamiento de los comercios.
El problema quedó planteado desde un primer momento: la Argentina comenzó a regirse el 30 de diciembre por el huso horario -2, cuando en esta época del año correspondería el -3 y en la región oeste sería más razonable el -4 e, incluso, el -5.
El resultado de este trastrocamiento son puestas de sol cerca de las 23 en ciudades cercanas a la cordillera, como Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca. El problema también se extiende al NOA y a la Patagonia (aunque en este caso también afecta la latitud para la mayor extensión del día). En muchos casos, el cambio obliga a usar luz eléctrica en la mañana, por la postergación del amanecer.
El gobernador Celso Jaque intentó el pedido de que Mendoza sea exceptuada del adelantamiento de la hora, pero el Congreso nunca lo consideró. El resto de los gobernadores del Oeste prefirió evadir la puja con la Casa Rosada, mientras las quejas arreciaban desde el sector privado.
En tímida reacción, Jaque dijo ahora que esperará a que transcurran 30 días para evaluar las consecuencias. Indicó que, en el caso de no darse un real ahorro de energía, intentará volver al huso -3, pero en conjunto con el resto de las provincias del Oeste.
En paralelo, San Juan decidió modificar el horario de apertura de los comercios, fijándolo entre las 17.30 y las 21.30, mientras que en Mendoza avanzarían en una medida similar.
