Alejandro Antonini Wilson insiste en que conoció a Claudio Uberti dos meses antes de que viajaran juntos en el ya famoso vuelo que los llevó de Caracas a Buenos Aires con una valija con US$ 800.000, el 4 de agosto del 2007.
Interrogado duramente por el abogado defensor de Franklin Duran, Ed Shohat, la semana pasada Antonini reveló que el hasta ahora secreto encuentro con Uberti, tuvo lugar en su oficina en Buenos Aires.
Esa mañana, Antonini estaba interesado en discutir con Uberti las licitaciones que iban a tener lugar para comprar los más de 7.000 km. de caños que se necesitaban para la construcción del Gasoducto Sur, un proyecto impulsado por Venezuela, luego frenado por Brasil. En ese momento, sin embargo, parecía un negocio fenomenal. Y, sin dudas, "El Gordo" vio brillar dólares en sus ojos. ¿No era Uberti el encargado de la poco transparente relación comercial entre Argentina y Venezuela? Evidentemente, Antonini nunca imaginó entonces que debido al gasoducto terminaría involucrado en lo que hoy se conoce como "el valijazo"
De hecho, durante su testimonio Antonini confesó que el motivo principal por el cual se encontraba en ese avión, que había sido alquilado por la estatal ENARSA, es porque quería seguir conversando sobre el faraónico proyecto con Uberti.
Ya en vuelo, Uberti, sin embargo, no se mostró dispuesto a hacer negocios, dijo Antonini. Después de la comida desairó a El Gordo y se puso a ver El Padrino. ¿Qué hubiera hecho si hubiese podido saber que Antonini iba acusarlo de quedarse con los US$ 4.200.000 que, según él, había en una segunda valija a bordo de ese vuelo?
La ironía es que mientras tres venezolanos y un uruguayo fueron arrestados en Miami en relación a este caso, Antonini y Uberti, los dos protagonistas principales, siguen libres y sin ningún cargo.
El testimonio de Antonini apuntó al entendimiento que habría habido entre los gobiernos de Argentina y Venezuela para esconder el origen y el destino del dinero decomisado. También insistió en que el dinero salió de PDVESA y el encargado de llevarlo hasta su destino final era Claudio Uberti. Lo que todavía no está claro es si el dinero era para la campaña electoral de Cristina, para pagar coimas o simple lavado de dinero. Antonini habló también en extenso de otros envíos y de una segunda valija con 4.200.000 dólares en mismo vuelo. El abogado defensor de Durán, Ed Shohat, cree que sin embargo que esto último es un invento y ya comenzó a preparar el terreno para demostrarlo:
-"Senor Antonini, si usted no tenía idea de que había dinero en el avión por qué diablos Diego Uzcátegui le preguntó sobre la otra valija con los 4.200.000 de dólares", le planteó Shohat en la audiencia.
-"¡Objeción!", gritó el fiscal. Pero Shohat insistió:
-"¿No le dijo usted al jurado que las otras valijas, excepto la de los US$ 800.000, lograron pasar por la Aduana sin problemas?"
-"Si, señor".
-"¿Aunque todas las valijas lograron pasar la Aduana, Uzcátegui le estaba preguntando dónde está la valija de los 4.200.000 de dólares?"
-"Creo que le estaba hablando más a su hijo, Daniel Uzcátegui", se excusó Antonini.
El venezolano quedó de este modo acorralado. Al hablar sobre su diálogo con Diego Uzcátegui, el día anterior había dicho lo opuesto.
"'Cómo se le ocurre meterme en ese avión cuando Usted sabía que había todo ese dinero', le pregunté", contó Antonini. "Me respondió hecho un loco 'bueno Alex, y ¿que me puedes decir sobre el resto del dinero?. Había otra valija con 4.200.0000 dólares'".
Telpuk dice que Uberti la miró fijo y que Bereziuk es "maleducada"
Clarín, Buenos Aires
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Por: Lucio Fernández Moores
En su última declaración ante la Justicia sobre la noche de la llegada de la valija, la ex agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria María del Luján Telpuk sostuvo que el por entonces titular del Organo de Control de Concesiones Viales, Claudio Uberti, la miró "muy fijamente" y que su secretaria, Victoria Bereziuk se comportó de manera "maleducada". "Dije buenas noches, saludando a los pasajeros, y recuerdo que ella no saludó. Yo hice un comentario, 'qué maleducada'", expresó la testigo estrella del caso de la valija el jueves pasado ante el juez Daniel Petrone, según pudo saber Clarín de fuentes judiciales.
"Yo ni siquiera sabía que eran funcionarios", agregó la mujer. "Me miró muy fijamente y nada más", respondió Telpuk cuando le preguntaron si escuchó hablar a Uberti esa noche. Además, aseguró no haber visto a Uberti con equipaje en la mano.
Tal como informó Clarín el viernes, Telpuk explicó que revisó todas las valijas que le acercó el piloto del avión pero no pudo asegurar que antes de su intervención hayan pasado otras valijas porque hubo dos pasajeros a los que no vio pasar y otros dos a los que sólo vio de la cintura para arriba. Ella sólo vio a Uberti, Bereziuk, Antonini y al venezolano Daniel Uzcátegui, hijo del por entonces vicepresidente de PDVSA.
"No estoy segura que hubiera otro equipaje, estoy segura de lo que vi, de lo que tenía frente mío, que fue lo que pedí controlar y lo controlé. No puedo hablar de algo que no vi. No puedo decir que no había", contestó cuando le preguntaron si las valijas que le arrimaron era todo el equipaje del vuelo o pudo haber habido otras maletas.
Tekpuk contradijo a Bereziuk al afirmar que ella no estaba junto al escáner al momento del hallazgo de la plata. "Cuando hago abrir la valija seguro que ella no estaba", dijo sobre Bereziuk. Uberti, en ese momento, según Telpuk, ya estaba fuera. "Aclaro que cuando yo le digo al piloto que me ubique al dueño, el piloto va directo a Wilson y le dice 'mire, necesito al dueño de esa valija porque la chica de la Policía quiere saber qué hay', o una cosa así, y ahí vino directamente Wilson", narró Telpuk. "Y cuando vino Wilson, me dijo: '¿Sí? ¿Qué pasa?'. Ahí lo miré, le pregunté si la valija era suya, me dijo que sí, le pregunté qué traía y tuvo lugar el diálogo que ya se mencionó anteriormente", agregó la testigo en referencia a sus anteriores declaraciones, cuando el venezolano dijo primero que se trataba de "libros" y luego de "60 mil dólares".
Para Telpuk, no había dudas que la valija era de Antonini. "Yo me quedé tranquila porque se hizo responsable desde el primer momento, él no dudó, no dijo que el dueño se fue, ni nada; además este señor, muy tranquilo, desde el primer momento dijo que él era el dueño", declaró la ex agente de la PSA. Se supone que todas estas palabras serán las que repetirá Telpuk cuando le toque declarar en el juicio para el que viajó ayer hacia Miami.
Antonini y el peor final para un juego de seducción
La Nación, Buenos Aires
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Por Hugo Alconada Mon
"Alex, ¿querés casarte conmigo?" Victoria Bereziuk acompañó su "oferta" con una carcajada. Danielito Uzcátegui, pegado a ella, y Alex Antonini Wilson, del otro lado de la línea, festejaron la picardía de la atractiva secretaria argentina, a la que intentaban convencer para que los acompañara a conocer la noche de Caracas. "No, en serio, ¿por qué no se vienen para Buenos Aires, hablan de sus temas con Claudio [Uberti] y salimos allá?"
Era la tarde del viernes 3 de agosto de 2007 y faltaba un puñado de horas para el despegue de un vuelo que haría temblar a dos gobiernos.
No fue la primera ni la última llamada que Antonini recibió esa tarde con una invitación a subir al avión. En las otras no hubo precisamente propuestas matrimoniales. También dos funcionarios de la petrolera estatal venezolana, Pdvsa, Diego Uzcátegui ?padre de Danielito? y Marjorie Gutiérrez lo urgieron a "montarse" en el jet privado para dialogar con Uberti ?jefe de Bereziuk?, conocido en Caracas como el hombre de la Casa Rosada para los negocios con Venezuela.
Uzcátegui y Uberti jamás fueron amigos, pero mantenían una relación aceptable, según describieron a LA NACION tres fuentes desde Caracas. En 72 horas más terminarían trenzados entre insultos y manotazos en el lobby del hotel Sheraton de Buenos Aires, donde se hospedaba el presidente Hugo Chávez. La tensión latente entre ambos se debía a una cuestión de negocios. El venezolano, presidente de la filial de Pdvsa para la Argentina, maldecía que el argentino siempre se quisiera "quedar con todo". Esta vez la idea era cambiar la dinámica. Más aún, que Antonini y Danielito ganaran alguna licitación -digitada, de ser necesario- del faraónico Gasoducto del Sur, una posibilidad que se había acelerado cuando Uberti aterrizó el jueves 2 a Caracas.
¿Por qué tanto esfuerzo de Pdvsa por Antonini? Cuentan en Caracas que Alex había arropado a Danielito como a un hijo, con la venia de Diego, temeroso de que el muchacho siguiera la tortuosa senda de su hermano mayor, que hoy vive en Chile. El chico -añaden- cobraba unos bolívares de Antonini por trámites que le hacía en Venezuela.
El vuelo que iba a trastocar esa relación había partido enrevesado de Buenos Aires. Problemas de papeles. En la capital venezolana, Uberti, Bereziuk y el presidente de la petrolera estatal Enarsa, Exequiel Espinosa, se hospedaron en el Gran Meliá. Casualidad o no, allí también se alojó Antonini al llegar de Miami junto con su amiga Ana Pérez.
El viernes, la primera reunión de Uberti fue en la oficina de Uzcátegui padre en el penthouse de Pdvsa, Torre Este. Y la tercera fue con otro alto ejecutivo de la petrolera para discutir qué ocurriría con una planta regasificadora. Pero la cita clave fue la que medió entre esas dos, con Rafael Ramírez, presidente de la petrolera y ministro de Energía de Chávez. Ramírez pidió que primero pasara Uberti. Charlaron a solas cinco minutos. Después sí ingresaron Uzcátegui, Espinosa y Bereziuk.
El almuerzo que siguió fue en el tradicional restaurante vasco Casa Urrutia, cerca de la sede de Pdvsa. Fueron Diego Uzcátegui, Uberti, Bereziuk -lo confirmó ante la justicia argentina- y Marjorie Gutiérrez. Al rato aparecieron Daniel Uzcátegui y Antonini. Más tarde, se sumó la viceministra de Energía, Gabriela González Urbaneja.
Estaban distendidos en un salón privado. Sólo había otras dos o tres mesas ocupadas. Según el plan original que reconstruyó LA NACION de fuentes venezolanas y argentinas, allí era donde Antonini buscaría hablar de sus proyectos de negocios con Uberti. Se acomodó o lo acomodaron al lado del argentino, a su derecha. Algo falló: sólo hablaron de trivialidades, como los telefonitos iPhone, que acababan de salir.
No es que Antonini no lo hubiera intentado. Sacó el tema del gasoducto, pero Uberti no mostró interés. El "Gordo", como lo conocían todos, se fastidió. Sobre todo porque ya conocía a Uberti de un encuentro que habían mantenido tres meses antes en Buenos Aires, según les contó a amigos venezolanos. Antonini habló de esa reunión, como de pasada, en la Corte de Miami. Aquella vez tuvo su primer contacto con Bereziuk, rememoran en Caracas. Uberti lo negó ante la justicia argentina.
Diego Uzcátegui tuvo mejor suerte durante aquel almuerzo. Le consultó a Uberti si tenía lugar en su avión para tres funcionarios de Pdvsa: Ruth Berhens, Nelly Cardozo y Wilfredo Avila Driet. Le explicó que debían llegar cuanto antes a Buenos Aires para ultimar detalles de los acuerdos que firmarían Chávez y Néstor Kirchner, el lunes 6.
-Que los suban, dicen las fuentes que le ordenó Uberti a Bereziuk.
Tras el almuerzo, "Vicky" Bereziuk, Gutiérrez y Uzcátegui hijo se fueron de compras al exclusivo Centro Comercial San Ignacio. La argentina quería comprar ropa y el adolescente de 19 años quería encarársela. Danielito aprovechó y le preguntó por qué no se quedaba en Caracas el fin de semana y salían juntos. Ella contraofertó con subirse al avión, conversar con Uberti de negocios y salir en Buenos Aires. El y Antonini.
-Tenemos dos plazas. ¿Por qué no se vienen?, dijo, según las fuentes.
Bereziuk llamó entonces a Antonini. Primero habló Daniel. -Victoria tiene una propuesta.
De allí en más, cada uno siguió su camino. Victoria retornó al hotel para ajustar detalles del vuelo y Daniel se fue a su casa para armar la valija. Antonini, según declararía luego en Miami, recibió otras seis llamadas para invitarlo a subir al avión. Contó que él no tenía ni ropa ni ganas, después del destrato de Uberti en el almuerzo. Esa noche, además, estaba invitado a la fiesta de cumpleaños de una amiga, Caroline.
Dos de esos llamados -aparte de la oferta matrimonial- fueron de Bereziuk, según reconstruyó LA NACION. La definición, sin bromas ni juegos de seducción, se dio cuando ella le pasó el teléfono a Uberti: "Vamos, así hablamos".
Ante la consulta de LA NACION, Daniel Uzcátegui culpó a "la señorita Victoria, por orden de Claudio" por haberlos subido al fatídico vuelo. Sobre su relación con Antonini, recordó: "Había una amistad entre nosotros desde hacía tiempo". Eso fue antes de que decidiera atacar a Antonini, al aportar datos y versiones a la defensa de Franklin Durán, el único acusado del juicio que se sigue en Miami por las consecuencias de lo que empezó aquel día en Caracas.
Basado en eso, el abogado de Durán, Ed Shohat, acusó a Antonini de mantener una "relación sexual" con Bereziuk. Ninguna de las fuentes consultadas habló de eso, aunque sí destacaron cuán provocativa solía ser la rubia de 30 años que enloquecía a Daniel.
Aquella tarde del 3 de agosto, Antonini y Daniel Uzcátegui compartieron el taxi que los llevó hasta el hangar de Pdvsa en el Aeropuerto de Maiquetía. Allí, poco antes de las 18, esperaban ya otros cinco pasajeros. Todos juntos debieron esperar al octavo, Uberti, que tuvo otro encuentro privado con Ramírez. Esa reunión de último momento explica por qué el Cessna rentado por el gobierno argentino llegaría mucho más tarde de lo previsto a Buenos Aires. Y que perdiera "la protección habitual".
En el hangar esperaba el jefe de seguridad de Pdvsa, Rafael Reiter. Un muchacho joven, de carrera veloz al lado del ministro Ramírez. Con dos maletas. Una grande y una pequeña. "Hermanas", del mismo juego. Una con US$ 4,2 millones, la otra con cerca de 800.000. Salidos de las arcas de la petrolera. Reiter se saludó con Daniel Uzcátegui. Y se marchó cuando llegó Uberti, al que le entregó las maletas, contaron a LA NACION testigos del traspaso. No hay videos. La propia gente de Pdvsa, afirman desde adentro de la petrolera, los destruyó.
Sólo entonces despegaron. Según contó el joven Uzcátegui, su padre no supo nada hasta que él lo llamó, con el jet avanzando por la pista. "Si mi papá lo hubiera sabido, no me habría dejado. No quería que volara en aviones oficiales". La "travesura" iba a salirle demasiado cara.
Uberti, lejos de todo menos del poder
La Nación, Buenos Aires
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Perdió el cargo en el Gobierno, pero trabaja con el kirchnerista Lázaro Báez; su creciente patrimonio
Por Mariana Verón
Llegó una tarde de 1998 al centro comunitario El Carmen, en Río Gallegos, el reducto de militantes kirchneristas por excelencia. Estaba en la ruina. La empresa que lo llevó a esas tierras se había fundido y él se había quedado en la calle.
Claudio Uberti era un santafecino desconocido para Néstor Kirchner. Fue Rudy Ulloa Igor, colaborador todoterreno del entonces gobernador, quien le consiguió un contrato de 1200 pesos en Vialidad provincial. Allí conoció a Julio De Vido, a quien luego le dispensaría tratos más propios de quien responde a un amo que a un jefe. Todo cambiaría con la llegada al gobierno nacional y la rápida escalada que lo puso al mando de los negocios bilaterales con Venezuela.
El hombre que pagó con su cargo por el escándalo de la valija es hoy, en Miami y en la Argentina, el blanco de las acusaciones más graves, desde que Alejandro Antonini lo acusó de ser el verdadero "dueño de la valija".
Lejos de todos, casi no se deja ver en su departamento de Palermo Chico y en la casa del country CUBA Fátima, en Pilar. Cuentan que también vendió el barco que había comprado en sus días de esplendor.
Pero a pesar de que Kirchner lo echó del Gobierno, hoy el ex funcionario no es ajeno al círculo santacruceño. Cobra 25.000 pesos mensuales como empleado de una constructora. Según fuentes que lo conocen, trabaja para Lázaro Báez, un empresario famoso por su lazo directo con Kirchner.
El propio Uberti declaró en la causa que se sigue en la Argentina su nuevo empleo, pero obvió consignar a sus jefes actuales.
Las versiones del poder
Nadie en el Gobierno, ni los más acérrimos defensores de la "operación basura" que habitan en la Casa Rosada, habla de Uberti como de "un pobre muchacho", compasión que sí tienen, por ejemplo, por el ex titular del Enargas Fulvio Madaro, echado por el affaire Skanska.
De a poco y con estricta reserva, en el Gobierno comienzan a tejer nuevas hipótesis sobre él. Si bien los principales ministros se resisten a hablar, aferrados al argumento del complot norteamericano, algunos testigos de aquella madrugada fatídica para el poder, dirigentes kirchneristas y ex funcionarios cuentan sus versiones de la valija más famosa.
Y mucho más después de las controvertidas declaraciones del subsecretario general de la Presidencia, Gustavo López, que la semana pasada, en una entrevista con la agencia DyN, lanzó: "Que alguien diga que [la valija] podía ser de una coima o una cosa en negro puede ser". La frase fue después desmentida por el funcionario y ratificada por la agencia, pero provocó un cimbronazo en los despachos oficiales.
La hipótesis más escuchada en las últimas horas habla de una traición. Los hombres que trabajan cerca del matrimonio presidencial creen que Uberti, en realidad, se abrió de De Vido. "Con Julio la relación no estaba bien. Con el poder que había alcanzado Uberti, se disputaban los negocios en Venezuela", recuerda un testigo de aquellos días. "Hay un dato que es clave. Sólo echaron a Uberti", agrega otro dirigente muy cercano a los principales despachos oficiales, para sostener que el ex titular del Organo de Control de Concesiones Viales (Occovi) jugó su propia partida. Quien habla lejos está de tenerle simpatía a De Vido.
Refuerzan la versión de la traición en que Uberti no pidiera trato preferencial para el vuelo del escándalo. Sólo una anécdota: Uberti pasó el fin de semana anterior al viaje a Caracas en Río Gallegos, para el aniversario de la creación de El Carmen. Se encontró por casualidad allí con Ricardo Echegaray, entonces director de la Aduana y a cargo del control de equipajes, pero, según una versión que obtuvo LA NACION, no pidió ningún "favor". El vuelo procedente de Caracas hizo cinco pedidos de prórroga de llegada aquel atardecer helado del viernes 3 de agosto de 2007. Según la Aduana, todo indicaba una alerta por drogas y fue entonces cuando intervino también la Gendarmería para revisar el avión. Pero no encontraron nada .
De acuerdo con la causa judicial local, tras el decomiso del dinero, Uberti llamó varias veces a Echegaray. Según supo LA NACION, logró comunicarse con él cuando marcó el celular nada menos que desde la residencia presidencial de Olivos. Eran cerca de las 9 del sábado 4. El entonces director de la Aduana conocía desde la madrugada el traspié de la valija. Uberti declaró en la Justicia que sólo hablaron de los acuerdos con Venezuela.
El último intento
"Hagan lo que tienen que hacer", habría sido la orden que dio el propio Kirchner a los órganos de control en la mañana del sábado, según relató una fuente. A esas alturas, ya había más de 20 testigos del hecho. Imposible dar marcha atrás. Después de todo, sólo era un venezolano pescado in fraganti.
Cuenta un funcionario que vivió de cerca el caso que Antonini llegó el lunes a la tarde, cerca de las 16, a pagar la multa a la Aduana y llevarse la mitad del dinero. Se arrepintió cuando vio policías en la puerta. Según esa versión -a la que nunca aludieron ni Antonini ni los funcionarios citados en la justicia argentina-, el venezolano se fue sin cumplir el trato. A Uberti le quedaban apenas unas horas en el esplendor de la gestión kirchnerista.
Por Jorge Rosales
El ex presidente Néstor Kirchner le recriminó al subsecretario de Estado norteamericano para América latina, Thomas Shannon, el tratamiento que el gobierno de los Estados Unidos está haciendo del caso Antonini Wilson, en el juicio que se sustancia en Miami contra venezolanos acusados de actuar como agentes ilegales del gobierno de Hugo Chávez.
De ese modo, Kirchner le transmitió al máximo responsable de la administración de George W. Bush para la región el malestar del gobierno de su esposa, Cristina Kirchner, por haber sido involucrado en el caso de la valija con los 800.000 dólares que el venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson intentó ingresar en la Argentina la madrugada del 4 de agosto de 2007.
Ocurrió anteayer, durante una breve reunión que el ex mandatario mantuvo con Shannon en el hotel Waldorf Astoria, donde la presidenta Kirchner ofrecería minutos después un discurso, en el almuerzo organizado por el Consejo de las Américas. La mandataria estaba también en el mismo recinto, pero, según pudo saber La Nacion de fuentes de la delegación argentina, no habló en ningún momento del caso Antonini Wilson con el funcionario norteamericano.
Consultado por La Nacion, Shannon dijo que no haría comentarios sobre su encuentro con el ex presidente. En cambio, sí se explayó sobre su reunión con Cristina Kirchner y la visita de la Presidenta a Nueva York, que concluyó ayer, a la que calificó de "muy positiva".
"El intento de arreglar las cuentas con el Club de París y el anuncio en el Consejo de Relaciones Exteriores de normalizar la situación con los holdouts son señales positivas y bien recibidas. Desde nuestro punto de vista se abre un espacio para nosotros y nuestros amigos argentinos de trabajar de una manera positiva", señaló el funcionario norteamericano.
Con Cristina Kirchner, dijo, hablaron sobre la actuación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) frente a la crisis en Bolivia. "Le expresé nuestro interés en trabajar con los países de la Unasur para ser un factor positivo en la solución de la crisis en Bolivia, a pesar de lo que pasó en nuestra relación bilateral con Bolivia", amplió.
La reunión de Kirchner con Shannon fue la primera que tuvieron después de varios años, caracterizados por una relación bilateral compleja y de enfrentamientos intermitentes entre la administración republicana y el gobierno kirchnerista.
En Buenos Aires siempre le reconocieron al funcionario norteamericano su firme voluntad de mantener abiertos los canales de diálogo, aunque fueran mínimos, para que siguiera en pie una relación desgastada por los constantes roces. Admiten que ha sido siempre el hombre que busca normalizar los lazos bilaterales, incluso cuando las tensiones no terminan de ceder.
Kirchner destaca esa característica del funcionario del Departamento de Estado. Pero anteayer no pudo ocultar su rechazo por el papel que le atribuye al gobierno de Bush en la investigación abierta en Miami en relación con el episodio protagonizado por Antonini. A su entender, el juicio perjudica las relaciones con los Estados Unidos y, en particular, al gobierno de su esposa.
Sin vueltas
El ex presidente fue directo al punto, en el rato en que habló con Shannon, pero se trató de la única mención del escándalo de la valija, según indicaron fuentes diplomáticas. El mensaje argentino había sido transmitido sin intermediarios.
En la Casa Rosada creen que el gobierno de Estados Unidos ha hecho una manipulación política de ese juicio que tiene en vilo al Gobierno, sobre todo a partir de las revelaciones de Antonini Wilson, de esta semana.
El venezolano dijo ante la Justicia que la valija con el dinero incautado pertenecía al entonces funcionario argentino Claudio Uberti (que era titular del órgano de control de peajes y manejaba de manera informal la relación comercial con Venezuela). Y añadió que en el avión Cessna rentado por el gobierno argentino llegó a Buenos Aires, ese mismo día, otra valija con US$ 4.200.000 más.
Las revelaciones de Antonini Wilson en Miami se produjeron justo en el segundo día de la visita de Cristina Kirchner a esta ciudad, a la que llegó el domingo pasado para participar en la asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y tratar de quebrar el escepticismo de los inversores internacionales y de Wall Street sobre el futuro de la economía argentina.
Visiones disímiles
Según el FBI y el fiscal federal de Miami, Thomas Mulvihill, la valija de Antonini Wilson estaba destinada a la campaña presidencial de Cristina Kirchner.
Al menos eso surge de las grabaciones secretas tomadas por el FBI, que empezaron a conocerse en el juicio contra uno de los venezolanos acusados de operar en Estados Unidos para encubrir el origen y el destino del dinero.
En la administración norteamericana, en cambio, insisten en destacar que en la Argentina no se comprende que el juicio que se sigue en Miami no es contra el gobierno argentino, sino contra ciudadanos que actuaron en nombre del gobierno del venezolano de Hugo Chávez como agentes ilegales.
Según ellos, ésta es la primera vez que hay un episodio que puede determinar cómo ha actuado Chávez durante los últimos años en la región.
Shannon se encargó de aclarar, cada vez que pudo, que no existía injerencia política de Washington sobre la fiscalía de Miami.
"Motivaciones oscuras"
MIAMI.- Casi como si hubiera coordinado el discurso con Néstor Kirchner, el abogado del acusado Franklin Durán, Ed Shohat, opinó ayer que el juicio que se sigue aquí por el caso de la valija tiene "oscuras motivaciones políticas" y acusó a Alejandro Antonini Wilson de mentir para apropiarse de negocios de sus ex socios. Argumentó que a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) le interesa el caso "por las relaciones que existen" entre Estados Unidos y Venezuela, en referencia al espinoso trato entre las administraciones de Bush y Chávez.
Antonini dijo que hubo "envíos adicionales"
La Nación, Buenos Aires
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Por Hugo Alconada Mon
Entre denuncias de motivaciones políticas para el juicio e intentos fallidos por impugnarlo como testigo, Guido Alejandro Antonini Wilson sobrevivió a todos los embates del defensor del único acusado que queda en pie y cerró su declaración testimonial con más revelaciones.
La última sorpresa ocurrió cuando el defensor Ed Shohat se dio por vencido y decidió apostar a los testigos que él mismo llamará dentro de 10 días. Los convocará para que continúen con sus intentos por desacreditarlo como víctima de un propósito del gobierno de Hugo Chávez por silenciar, en esta ciudad, lo que sabía sobre el origen y destino de los 800.000 dólares.
Con Shohat limitado a escuchar y, como máximo, objetar las preguntas, reapareció el fiscal Thomas Mulvihill y permitió a Antonini retornar a los puntos clave de la madrugada del 4 de agosto de 2007 en el Aeroparque.
Antonini había contado, el martes, que él llevó su propia maleta y otra más hasta los autos. Y reingresó a la terminal aérea sur por más valijas para reducir la espera antes de poder, por fin, marcharse a su hotel. Pero se topó con los US$ 800.000 de la infamia.
-¿Dónde estaba la maleta?
-Sobre la mesa.
-¿Alguien le preguntó algo?
-Sí.
-¿Qué?
-Que si llevaba pasaporte diplomático y cuánto dinero había ahí.
-¿Qué dijo usted?
-Que parecían 60.000 dólares.
-¿Por qué dijo eso?
-Porque fue lo primero que me vino a la cabeza.
-¿Sabía que ese dinero estaba en la valija?
-No sabía.
-¿No sabía?
-¡No!
Mulvihill mostró extractos de los audios en que varios protagonistas -Durán, en particular- afirman lo mismo. Que Antonini no sabía nada y que hasta Chávez fue informado de su inocencia hasta por su ministro de Economía, Hugo Cabezas. Durán también fue quien le llevó al "Gordo" un anotador con una orden lanzada de mal modo.
-¿Qué le dijo Franklin Durán?
-Que escribiera de la A a la Z todo lo que había pasado y lo firmara.
-¿Cómo reaccionó cuando usted dijo que no escribiría sobre aquel decomiso de los 800.000 dólares?
-Se puso loco.
-¿Hubo otros envíos de dinero, aparte de ése?
-Sí.
-¿Quién se lo dijo?
-Diego Uzcátegui [por entonces, presidente de Pdvsa para la Argentina].
-Pero ¿usted no quería poner en esos apuntes todo lo que sabía?
-Así es.
Antonini también refirmó varios puntos de su esperada declaración, aunque la emitió en esta ciudad, en vez de en la Argentina, que reclama su captura internacional. Dijo que en la declaración de Aduana que llenó en Venezuela detalló que llevaba entre 6000 y 7000 dólares con él. Pero que 16 días después Durán le entregó otro formulario para que pusiera US$ 800.000 y lo firmara, con lo que reemplazaría el original. El se negó.
El "valijero" que podría no ser tal también le apuntó a Rafael Reiter, jefe de la seguridad interna de Pdvsa, como el transportista del dinero desde la petrolera y hasta el vuelo.
-¿Y Reiter es con quien habló Daniel Uzcátegui en el aeropuerto?
-Sí.
Antonini también recordó que sus interlocutores venezolanos le plantearon bien claramente sus opciones. Si se negaba a aceptar como propia la valija, pondría "en riesgo a [su] familia por los problemas en la Argentina". Pero si la asumía como tal, lo "absolverían del caso y yo me libraría de todo".
Mulvihill se permitió cerrar con una ironía final. Fue cuando colocó otros tramos de las grabaciones en los que Durán y otros dos protagonistas del encubrimiento, Moisés Maiónica y Nicolás Rossini, discuten los detalles para entregarle US$ 2.375.000 a Antonini. Dos millones para él; el resto para quien sería su abogado en la Argentina, Guillermo Ledesma.
-¿Y todo lo que debía hacer era mantener la boca cerrada?
-¡Objeción! -clamó Shohat.
-Sí -respondió igual Antonini.