Nada nuevo en YPFB
El Deber, Bolivia
Alberto Bonadona Cossío
Durante el Gobierno de Evo Morales Ayma ya van cuatro cambios de presidente en la empresa estatal del petróleo e ingresa el quinto. En la posesión de la nueva autoridad se repitió lo que hasta ahora se ha dicho y no se avanzó mucha cosa; se fortalecerá la renacida empresa y se cumplirán los compromisos de abastecimiento al interior y al exterior del país. Muchas voces han advertido de las falencias de la empresa. La que más se ha destacado es la de Humberto Vacaflor, que desde sus columnas y su programa mañanero en radio Panamericana denunció oportunamente la falta de capacidad para responder a los compromisos internacionales.
No obstante la insistencia de estas advertencias que se iniciaron el año pasado, cuando se prometía el oro y el moro como resultado de la migración de contratos, llamada nacionalización en las esferas gubernamentales, el Gobierno continuó exagerando los resultados de sus medidas y compromisos. Ahora el velo se descorre mostrando la realidad por la que atraviesa YPFB y las ilusiones deben recrearse cambiando de presidente, al menos eso es lo que cree el Gobierno, creencias expresadas en las palabras del ministro Villegas, porque el Presidente de la República, en la posesión de Santos Ramírez, prefirió guardar un silencio que no se sabe si fue por prudencia o por frustración.
Éste podría ser el momento para dar un real giro a la conducción de YPFB y hacer que se encarrile a fin de que sea una empresa del siglo XXI. No importa que sea pública o privada, lo que debe preponderar es que sea una corporación real que utilice criterios gerenciales para una gestión eficiente y altos estándares técnicos para llevar adelante sus operaciones, aspectos que se quiso introducir en la corta gestión de Juan Carlos Ortiz, que dirigió YPFB por el breve plazo de cinco meses hasta enero del año pasado.
Particularmente, tengo mis dudas acerca del futuro de YPFB, porque no son discernimientos técnicos que llevan al nuevo presidente a este puesto. Sale de su curul de senador, adonde llegó por ser un destacado masista y uno de los notorios operadores políticos del Gobierno. Se argumenta que fue uno de los gestores y adalid de la nueva Ley de Hidrocarburos, y que éste es el mejor respaldo para garantizar que es el hombre indicado para conducir esta empresa. Ciertamente, sería positivo que esa clase de respaldo fuese suficiente. Lamentablemente, no lo es.
El presidente Morales sigue sin darse cuenta de que no puede despreciar el conocimiento. No se improvisan gerentes de grandes corporaciones por más que sepan driblar con la política. Éste es el momento de bifurcación entre empujar a Bolivia a un real crecimiento económico o rifarse el buen momento que la economía internacional brinda al país. Es momento, por lo tanto, de impulsar cambios con prioridades técnicas que lleven a Bolivia al desarrollo y a la creación de empleos productivos. Lo contrario es más de lo mismo que está haciendo el MAS en el Gobierno: ilusionismo político sin efectos reales en la economía.
* Economista