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Federación minera pedirá apoyo al gobierno por colectivas
02/11/2009

Los empresarios K cruzan de vereda

Critica (www.criticadigital.com)
Por Alejandro Bercovich
Enrique Eskenazi, el banquero que entró como socio minoritario en YPF de la mano de la “reargentinización” impulsada por los K, es uno de los que no está conforme con el negocio que hizo. Lo admitió la última semana ante colegas.

Los empresarios más influyentes del país empezaron a tomar distancia en público del matrimonio Kirchner. Hizo punta el martes pasado el nuevo jefe de la Unión Industrial, Héctor Méndez, quien se despachó al asumir con que el Gobierno “fue industrialista” y luego “cambió sus prioridades”. Pero las grandes constructoras también amenazan sotto voce con frenar las obras públicas que exige la campaña electoral si el Tesoro no se pone al día con los pagos. Y en las mesas más selectas del establishment se comenta que hasta el incondicional Lázaro Báez se peleó con Néstor por esos atrasos. Todos huelen la sangría del poder kirchnerista, temen que no pueda contener los conflictos que augura la crisis y por eso coquetean con la oposición. Especialmente con la encabezada por Mauricio Macri, Felipe Solá y Francisco de Narváez.

El descontento patronal se percibe cada vez que se junta un grupo de hombres de negocios. En el Sheraton de Retiro, la semana pasada, Crítica de la Argentina consultó al azar a diez dueños de concesionarios de autos sobre su intención de voto para las elecciones de junio. Sólo uno dijo que votaría al oficialismo. Cinco se inclinaron por el PROperonismo y cuatro por la Coalición Cívica.

Por conveniencia, igual, algunos ejecutivos evitan confrontar. “A mí la oposición no me va a aprobar ningún plan de incentivo. El Ejecutivo lo hace con la plata nuestra, pero es el único que hoy puede hacer algo”, se confesó en el mismo hotel un lobbista del rubro.

Paolo Rocca, líder del grupo Techint, venía distanciándose de la Casa Rosada desde diciembre, cuando recomendó “postergar inversiones” para protegerse de la crisis. La semana pasada se convirtió en el primero en frenar la idea oficial de colocar directores en las compañías donde la ANSES se hizo de acciones por la estatización de las AFJP. Terminó por consensuar el ingreso de Aldo Ferrer en Siderar (ex Somisa), pero en representación de los accionistas privados.

En la UIA, donde Techint pisa fuerte (y paga la mayor parte de los gastos), el ánimo es de creciente beligerancia. “Hay cosas que no vamos a bancar. Será inevitable chocar”, se sinceró uno de los directivos que más defendió al Gobierno en los últimos años. El presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi, fue menos contemplativo: “Soy el único que dice que se está haciendo todo mal desde hace cinco años”, disparó.

El diálogo fluido con el arco patronal que otrora mantuvo Julio De Vido está muy deteriorado. Los contratistas de la Cámara de la Construcción le elevan cada vez más quejas porque no reciben el habitual anticipo del 20% del pago de las obras públicas. Es por la caída en la recaudación.

Hasta el polifacético empresario del juego Lázaro Báez, sindicado por Elisa Carrió y otros opositores como testaferro de Kirchner, cayó en la volteada. Entre los contratistas crecen las versiones de que se cruzó duro con Néstor por deudas impagas del Estado con su empresa Austral Construcciones. El monto ascendería a $ 350 millones.

El presidente de la Cámara de Comercio (CAC), Carlos de la Vega, aún tiene línea directa con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. Pero entre los popes de la entidad –que integran Eduardo Eurnekian, Alfredo Coto y Alberto Grimoldi– pierden espacio los que ven con simpatía a la Casa Rosada. “El sector empresarial no va a votar al oficialismo. Ha sabido manejar la coyuntura, pero no ofrece un horizonte de mediano plazo. Y encima envía señales terribles, como la versión de que iba a nacionalizar el comercio exterior de granos”, se escandalizó uno de sus jerarcas.

Enrique Eskenazi, el banquero que entró como socio minoritario en YPF de la mano de la “reargentinización” impulsada por los K, tampoco está conforme con el negocio que hizo. Lo admitió la última semana durante un encuentro entre colegas.

Como ocurrió en el ocaso de otros gobiernos, el éxodo de empresarios del redil oficial se cataliza con el resurgir de la oposición. En definitiva, lo que buscan es preservar el “clima de negocios”. Ese eufemismo tan difundido para hablar del statu quo.

Se hizo público el divorcio con la UIA

El Día, La Plata
Por OSVALDO GRANADOS
Durante esta semana asistimos, sin anestesia previa, al divorcio de la UIA con el Gobierno. Lo que antes se decía off the record o en los pasillos, ahora se hace público.Los empresarios no pueden hacer milagros para mantener el nivel de empleo en semejante crisis

En el momento de asumir la conducción de la central fabril, Héctor Méndez usó el pretérito cuando dijo: "El gobierno fue industrialista". Ni el presente ni el futuro, el pretérito. A renglón seguido puso en duda el acuerdo de Martín Redrado con el gobierno chino. "En ese préstamo debe haber alguna implicancia comercial", deslizó.

Finalmente, para cerrar el círculo, se defendió el informe de la UIA que reveló una baja en la actividad industrial del 12,2% en los primeros meses del año, contra el 1,5% de caída que señaló el INDEC.

Los habían acusado sobre que ese informe estaba contaminado por la ideología. En la asunción del nuevo presidente se aclaró: "Dos más dos son cuatro, y ese resultado no es liberal, ni keynesiano, ni desarrollista. Es sólo un cuatro". Repasaron los relevamientos de las distintas Cámaras, que están sólidamente explicados y allí se observan caídas que superan el 30% en algunos sectores.

El mayor contraste se dio esta semana entre los dos dígitos de merma en la producción industrial que informa la UIA y las aseveraciones del ex presidente Néstor Kirchner en diferentes actos sobre que el país sigue creciendo.

El divorcio de las cifras ya es abismal. Al mismo tiempo se deterioraba la relación con Techint a partir del intento de colocar tres funcionarios de origen sindical en el directorio de Siderar. Esto fue leído como una provocación por parte del conjunto del sector industrial.

Además, las interferencias en las decisiones empresarias generadas por Guillermo Moreno ya son una constante. En la reunión de la UIA señalaron que el Gobierno ya sólo piensa en la caja y no en el sistema productivo.

El fantasma de la desocupación recorría los pasillos de la reunión en donde asumía Héctor Méndez. "Los empresarios no pueden hacer milagros para mantener el nivel de empleo en semejante crisis", aclararon.

Abril es clave, dijeron. Estaba claro, preservar el empleo es un desafío complicado. Se reconoció que no se renovaron contratos, que casi todos los sectores eliminaron las horas extras y que el personal temporario hace tiempo que dejó de estar presente. Al mismo tiempo advirtieron que hay presiones desde el ministerio de Trabajo y desde el ministerio de Planificación para postergar despidos hasta después del 28 de junio.

Al día siguiente y ya como flamante presidente, Méndez fue más audaz y dijo que el tipo de cambio debería estar más elevado. Siempre utilizó como parámetro la moneda brasileña. En privado la UIA señala que hoy un tipo de cambio competitivo sería entre $4,20 y $4,50. Pero saben que están presionando en el vacío. Nada se puede hacer, explican, en un momento tan cercano a las elecciones.

Hoy no hay gestión, están todos centrados en las encuestas y en las candidaturas. El que vio el problema es Hugo Moyano que pidió aumentar el seguro de desempleo. Al mismo tiempo, sindicalistas cercanos a Moyano reconocieron en la UIA que le pidieron a su líder que se apartase de Néstor Kirchner porque el Gobierno no quiere reconocer los despidos y, por lo tanto, no se pueden tomar medidas de contención.

También en la UIA hubo tiempo para pasarle facturas al anterior titular de la institución, Juan Lascurain. Comenzaron por decirle que con diálogo y la complacencia no se había logrado nada. Enumeraron los temas no resueltos. Primero, no hay una nueva ley de accidentes de trabajo. Segundo, falta una ley de incentivo a las inversiones pyme. Tercero, no se concretó un pacto social para poner límite a los aumentos en paritarias. Además, la demora en los pagos a proveedores y contratistas, y la suspensión de la devolución del IVA a los exportadores formaron parte de las conversaciones.

Tampoco se hicieron ilusiones con respecto a inversiones. Marcelo Mindlin, titular del fondo de inversión Dolphin, dueño de Edenor y Transener, explicó que por dos años no vendría nada al país. Les contó a los periodistas que les ofreció un negocio a los extranjeros y éstos le contestaron: "Sabés las oportunidades que hay hoy en Londres y París en medio de la crisis".

Por dos años aplicaremos la doctrina de Aldo Ferrer que es "vivir con lo nuestro", y no por elección sino por obligación, subrayó Mindlin con resignación.

Lo peor para la UIA es la incertidumbre electoral. Nadie sabe qué pasará después del 28 de junio, y si el Gobierno sale airoso cuáles van a ser las revanchas. En este clima, algunos hasta derramaron lágrimas de nostalgia. Recordaron que hubo ministros de Economía en la Argentina. Cuando miran los retratos añoran al último: Roberto Lavagna.

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