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Internacional
LA ACTIVIDAD MINERA: IMPULSA EL CRECIMIENTO EN ATACAMA
16/05/2011

Las encuestas anticipan que Dilma podrá gobernar con el control total del Congreso

Valor Económico

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva afirmó, en el período de pre campaña: que un senador vale por tres gobernadores. No se sabe como Lula llegó a esa ecuación política, sino tan sólo el porqué. Fue en el Senado, donde su gobierno enfrentó la mayor resistencia de la oposición. Y es allí donde Lula pretende remover los últimos obstáculos que restan para entregar un Senado dócil a su ahijada política, Dilma Rousseff. La estrategia formulada por el presidente se convirtió en una prioridad. Sacrificó los intereses de políticos del partido, y cedió candidaturas a gobiernos de los Estados, pero las encuestas dicen que la estrategia funcionó.

La Cámara de Diputados ya está dominada. Y en el Senado, el gobierno puede llegar, finalmente, a obtener una amplia ventaja sobre la oposición. Hoy puede contar, en la mejor de las hipótesis, con 48 de los 81 senadores, uno menos que lo necesario para conseguir una reforma constitucional. Con la renovación de los dos tercios de las bancas, el oficialismo podrá dominar la Cámara Alta y ocupar más de 60 bancas.

La bancada de la oposición, que tiene 30 senadores y podría, en teoría, hasta llegar a aumentar, en dos o tres senadores, es un escenario de bajísima probabilidad. Y en el extremo opuesto, aunque con menos chance de que suceda, podría llegar a perder más de 15 bancas, reduciéndose a la mitad. Lo más probable es que la caída quede entre estos dos límites, y la oposición termine con 10 bancas menos.

Las dos regiones que reúnen casi el 60% del poder en el Senado, Norte y Nordeste, son las mayores responsables por esta deshidratación. En el Norte, el gobierno ampliará el dominio que ya tiene. Pero en el Nordeste, quebraría de una vez, la espina dorsal de la oposición. Mientras que hoy la situación es de empate, con 13 por lado y un independiente, la renovación de la región podría terminar con una ventaja de 18 a 9.

La venganza de Lula

En la región se encuentran algunos de los objetivos preferenciales de la lista negra del presidente Lula, que se empeñó durante la campaña en derrotar a quienes fueron sus principales enemigos en el Senado. Heráclito Fortes (DEM-PI) y Mão Santa (PSC-PI) no conseguirían ser reelectos. Heloísa Helena (PSOL-AL) cayó en las encuestas y su continuidad está amenazada. Incluso Tasso Jereissati (PSDB-CE), que quedó aislado dentro del grupo político que él mismo creó, después de una hábil jugada de Lula, que consiguió dividir por primera vez a los amigos Tasso e Ciro Gomes, en una elección estadual. La ola oficialista hizo que el petista Walter Pinheiro, en Bahía, saltase del tercero al primer lugar en los últimos relevamientos. En Pernambuco y Piauí, el gobierno puede alzarse, de un sólo golpe, con las cuatro bancas que hoy son de la oposición, en caso que Marco Maciel (DEM) y Francisco de Assis de Morais Souza, el “Mano Santa”, no sean electos.

Pero la estrategia y la venganza de Lula pueden no ser completas. Gracias al Estado de Paraíba, donde puede llegar a ser electos dos candidatos de la oposición, y gracias al desempeño de José Agripino Maia (DEM), en Río Grande do Norte. Siendo este Estado, el único del Nordeste donde la oposición podría llegar a elegir un gobernador ya en la primera vuelta. Si bien hasta esta conquista de Rosalba Ciarlini (DEM) tendría un gusto agridulce. Pues su victoria podría significar una banca oficialista más en el Senado, ya que Garibaldi Alves padre, su suplente, pertenece al PMDB, que forma parte de la coalición oficialista.

En la Región Norte, se destaca la posible derrota de Arthur Virgílio (PSDB-AM), quien no goza del afecto de Lula, y está siendo superado por Vanessa Graziotin (PCdoB). El Estado de Amazonas también es el lugar del probable campeón nacional de votos en términos de porcentaje. Se trata del ex gobernador Eduardo Braga (PMDB), que aparece muy adelante en las encuestas, con un 80% de la preferencia del electorado. Ya en el Estado de Amapá, es donde se registra la disputa más retorcida del país, con cuatro candidatos empatados, con una diferencia de sólo 4 puntos. En el Norte, el gobierno tiende a profundizar su dominio, pudiendo llegar a pasar del 13 a más de 16 senadores, contra menos de 5.

En medio de tantas pérdidas, dos Estados, además de Paraíba, se presentan como los bastiones de la oposición. En Goiás y Minas Gerais, las cuatro bancas en disputa se encaminan hacia la oposición, juntándose a las otras dos que ya tiene en la Cámara. Son los tres Estados donde la oposición podría ser la dueña de las tres bancas.

Minas, cuyo mandato de Eliseu Resende (DEM) va hasta 2015, elegiría a los favoritos Aécio Neves (PSDB) y al ex presidente Itamar Franco (PPS). Esta composición de la bancada minera, con un senador de cada partido de la oposición, es un contraste en el Sudeste. Los otros tres Estados de la región, por lo que indican las encuestas, elegirían sólo candidatos oficialistas. Con el liderazgo de Lindberg Farias (PT) y Marcelo Crivella (PRB), en Río de Janeiro, y de Marta Suplicy (PT) y Netinho (PCdoB), en San Pablo, y de Magno Malta (PR) y Ricardo Ferraço (PMDB), en Espíritu Santo, los nueve senadores de estos Estados continuarían siendo oficialistas. El candidato, ex prefecto de Río de Janeiro, Cesar Maia (DEM), es otro baluarte de la oposición que podría ver sus expectativas frustradas.

En las regiones Sur y Centro-Oeste, el predominio del gobierno es menos contundente y hay mas equilibrio. Son, por otro lado, regiones con menos peso: siete estados para 21 bancas. En Mato Grosso, la disputa por la segunda banca entre el tucano (PSDB) Antero Paes de Barros y el petista (PT) Carlos Abicalil -que supera a su adversario numéricamente en la recta final -puede significar otra baja importante para la oposición. Barros, si bien es adversario de Lula, llegó a utilizar imágenes antiguas del presidente elogiándolo, para recuperar el terreno perdido.

Elecciones Brasil: un último debate tibio

EFE

Los principales candidatos a la Presidencia de Brasil, la oficialista Dilma Rousseff y el opositor José Serra, evitaron el enfrentamiento directo en el último debate televisado antes de las elecciones del próximo domingo.

El debate fue tibio y estuvo centrado en los planes de desarrollo de infraestructuras, viviendas y servicios sociales , incluyendo la salud, pero se dejaron en el tintero cuestiones como la política económica, la educación, la corrupción o la política exterior.

Tanto Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), como Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), evitaron preguntarse mutuamente, se dedicaron apenas críticas veladas y no cruzaron ni una sola declaración directa en todo el debate, organizado por el canal Globo, el líder de audiencia en el país.

Prefirieron desviar sus cuestiones a los abanderados del Partido Verde (PV), Marina Silva, y del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Plinio de Arruda Sampaio, también presentes en el plató.

El último sondeo divulgado hoy, de la firma Datafolha, otorgó a Rousseff el 47% de las intenciones de voto, frente al 28% de Serra y al 14% de Silva, que hoy fue la que esgrimió una dialéctica más agresiva, mientras que Arruda Sampaio no alcanza el 1% en los sondeos.

Rousseff defendió la gestión del gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que integró en las carteras de Minas y Energía y de Presidencia, y recapituló las inversiones que fueron realizadas en los últimos ocho años en áreas como infraestructura o saneamiento básico.

La candidata del PT reconoció que el saneamiento es "una de las cuestiones más graves" que atraviesa el país, propuso establecer "metas claras" para llevar el agua tratada a todo el país y aseguró que invertirá 23.000 millones de dólares en este sector.

"Mi meta es que Brasil sea un país desarrollado, lo que solo lograremos si erradicamos la pobreza y repartimos la riqueza con igualdad ", dijo Rousseff en sus consideraciones finales.

En su momento más agudo, Serra replicó que el Gobierno de Lula no ha invertido en saneamiento "ni aquí ni en la luna" en las proporciones que argumentó Rousseff.

Serra, ex gobernador de San Pablo y ex ministro en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, aseguró que dará "preferencia a los pobres" en sus programas de desarrollo, que incluyen un plan de urbanización de favelas, entre otras promesas.

Por su parte Silva, la candidata ecologista, criticó a los favoritos en las encuestas por igual y dijo que tanto Serra como Dilma tienen un "perfil de administrador".

"Para dirigir un país es necesario tener visión estratégica, mirar a los desafíos y no solo hablar de los aciertos y mejorías del Gobierno", espetó Silva a Rousseff.

La candidata verde, que fue ministra de Medio Ambiente en el gabinete de Lula, ofreció una "visión más amplia" y aseguró que ella realizaría "las grandes reformas" que no se hicieron en los últimos 16 años, en alusión a los gobiernos del PT y del PSDB.

Brasil avanza hacia la era post Lula con una economia pujante y un fuerte optimismo

El Cronista
Una certeza recorre Brasil: Dilma Rousseff será la nueva presidenta del país. Ya sea en los comicios generales del domingo o en el ballotage, la preferida de Lula da Silva ganará por amplio margen a su rival José Serra.

Aunque en los últimos días las encuestas reavivaron la posibilidad de que la definición requiera una segunda vuelta, lo cierto es que continúan anticipando el advenimiento de una ”ola roja” en todo el territorio: la alianza que encabeza el Partido de los Trabajadores (PT) se quedaría con 20 de las 27 gobernaciones en juego y la oposición alcanzaría apenas un tercio de las bancas en juego en Diputados y Senadores (ver pág. 13).

Esto le daría una suerte de carta blanca al próximo gobierno y limitaría el rol de la oposición como control del oficialismo en el Congreso.

El triunfo de Dilma será el resultado de una cadena de éxitos de la gestión Lula. Ella representa la continuidad y los datos macroeconómicos que ostenta el país le dan un magnífico marco a esa tendencia. Se prevé que este año la economía crecerá 7,5%; el país desplazó a Estados Unidos del primer puesto en el ranking de los estados receptores de inversiones extranjeras y el desempleo cayó al 6,7%, el más bajo en ocho años. Uno de sus más recientes logros fue la oferta de acciones para ampliar el capital de Petrobras, en el que la petrolera estatal logró captar u$s 70.600 millones y se transformó en la mayor capitalización bursátil del mundo de una empresa. Así, a lo grande, como a los brasileños les gusta.

Es que durante la gestión de Lula da Silva, Brasil creció no sólo económicamente. El ex líder sindical logró posicionarse entre los políticos más influyentes del mundo y dejará la presidencia con una popularidad récord cercana a 80%. Hábil diplomático, su apoyo a Irán y sus simpatías hacia el régimen cubano y el presidente de Venezuela lo obligaron a transitar un peligroso equilibrio para ano comprometer su relación con Estados Unidos.

Si se confirman todos los pronósticos electorales, la candidata del PT tendrá la suerte de recibir un país pujante y optimista (la confianza de los consumidores alcanzó un máximo histórico). Su misión será continuar con lo ya puesto en marcha, en especial las obras para la deficiente infraestructura del país. Aunque todavía queda mucho por andar, un Congreso de mayoría oficialista le facilitará la gestión.

Pero no todo serán rosas para la primera mujer en la historia de Brasil que seguramente asumirá la presidencia. Líderes de su propio partido ya adelantaron que no le darán carta abierta a sus decisiones, y ella sabe que no cuenta con esa simpaatía y carisma que a Lula tanto le sirvieron para convencer a propios y ajenos.

Deberá negociar además puestos en el gabinete con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), socio en esta elección.

Tiempo de retos

Sus desafíos principales serán mejorar el deficitario sistema de salud y la baja calidad de la educación, dos sectores en los que Lula no logró progresos significativos. La lucha contra la pobreza sigue siendo prioritaria en Brasil donde pese a los avances durante la gestión de Lula, unos 30 millones de ciudadanos aún no pueden satisfacer sus necesidades básicas.

También tendrá que resolver un plan alternativo para la asistencialista Bolsa Familia para que la nueva clase media brasileña se sostenga con su propia fuerza productiva. Y lidiar con la corrupción y la ineficiencia de algunos sectores del aparato estatal.

Expertos coinciden en que se le deberá prestar especial atención al crecimiento de la participación de las materias primas en el conjunto de las exportaciones ya que en la última década, el sector casi ha doblado su parte en el total de la ventas externas del país.

También tendrá que prestar especial atención a la política cambiaria. El flujo de inversiones a Brasil ha puesto una presión constante al real y con ello a la industria nacional, cuya competitividad se ha visto en parte amenazada.

La era post Lula comienza a ponerse en marcha. Su consolidación como potencia global le exigirá encarar una segunda ola de reformas que sostengan su crecimiento a largo plazo.

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