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Debate
LA TERCERA: "SOLUCIONES RAZONABLES EN CARRETERA ELÉCTRICA"
09/09/2012

Cristina pidió a la dirigencia “dejar de lado las cuestiones menores”

Clarín

Ella. Rodeada en el escenario sólo por los protagonistas de sus publicidades en TV, la Presidenta fue anoche la única oradora del acto de cierre de una campaña electoral sui generis, en la que no necesitó embarrarse.

Camino a una reelección cantada el próximo domingo, Cristina Kirchner se mostró magnánima.

“No guardo rencores con nadie”, aseguró en uno de los tramos culminantes de su discurso, en el que pidió a todas los dirigentes “dejar de lado cuestiones menores ” y encontrar un “punto de unidad para superar las diferencias sin perder la identidad”. Lo hizo al lanzar una “convocatoria a esa unidad nacional que siempre nos fue negada en 200 años de historia”.

Pareció un replay del acto anterior a las primarias, aunque con mayor euforia tras los resultados del 14 de agosto. La bandera de La Cámpora en el centro y las de los diferentes grupos juveniles a su alrededor coparon las graderías altas del Teatro Coliseo de donde bajaban los cantitos. En la platea, ministros del Gabinete, funcionarios y la familia presidencial.

El espectáculo comenzó a las 19 con la proyección de cada uno de los spots de campaña y el ingreso al escenario de sus protagonistas.

El último fue “el argentino más amado”, según la presentación de la locutora. Amado Boudou saludó como un estrella de rock, con el puño golpeando su corazón y una reverencia en la que toca con sus dedos las puntas de sus zapatos.

Cristina comenzó con el recuerdo de su marido. Agradeció a “millones de argentinos” que la ayudaron en “este año tan particular como Presidenta y mujer”. En especial, a sus hijos, que la observaban en la primera fila con los ojos llenos de lágrimas.

“Él está en todas partes, pero en ellos más que en ninguna otra”, dijo.
Repasó los momentos en los que había conocido los protagonistas de sus spots, “los representantes de la Argentina real” como los llamó, y se detuvo en Boudou, al que caracterizó como “la fuerza de la alegría” y “quien nos va a permitir a los argentinos tener institucionalidad en serio”.

Fue entonces que arrancó el tramo más político de su discurso. Reivindicó a su marido por haberse plantado contra el ALCA en 2005 y haberse librado del FMI. Dijo sentirse “orgullosa” de “tomar decisiones con nuestros compañeros y amigos de América del Sur” y estar dispuesta a “trabajar para superar las diferencias dialogando, debatiendo, discutiendo” para implementar “todas las políticas que ayuden al desarrollo”.

A tono con sus pedidos de los últimos días, se plantó com o articuladora entre los intereses sectoriales y pidió no prestar atención “a las cosas que se publican y que muchas veces poco tienen que ver con lo que pasa y que sólo quieren poner palos en la rueda”.

Anticipó que el índice de desempleo había bajado al 7,2% según los datos del INDEC y admitió que faltan cosas: “Necesitamos más escuelas, viviendas, megavatios, hospitales, rutas e industrias”. Prometió trabajar en eso.

Será articuladora de intereses, dijo, pero no neutral. “Esta no es una lucha de imparciales.
Yo no soy neutral y siempre voy a estar en contra de la desigualdad y a favor de más libertad, más democracia y más derechos humanos”.

Al terminar buscó a Máximo, Florencia y su madre, Ofelia Wilheim, para abrazarlos mientras sonaban Fito Paéz y los Redondos y llovían papelitos. Boudou se quedó sacándose fotos en el escenario. El ministro hará hoy un raid final por Merlo, Rosario, Pergamino y Neuquén. Ella también tendrá un último acto en Malvinas Argentinas antes de volar al Sur para votar el domingo en Río Gallegos y volver a Buenos Aires a la espera de los resultados.

Cristina y Boudou en el escenario en cierre de campaña del kirchnerismo

Ámbito Financiero

En las últimas horas antes de las elecciones del domingo tomó algo de nervio la campaña electoral, un proceso que adelantaron las primarias del 14 de agosto y que le restaron la expectativa de comicios anteriores. El oficialismo se movió seguro de ganar en el ticket presidencial y limitó su proselitismo a actos de exaltación de la obra de gobierno, pero sin audacias que pudieran producir alguna perturbación en el público que ya mostró adhesiones a la fórmula Cristina de Kirchner-Amado Boudou. Eso se mostró en el cierre que hizo la Presidente en el teatro porteño Coliseo, rodeada de funcionarios, candidatos y gobernadores. Ayer cerraron en la Capital Federal Hermes Binner y Adolfo Rodríguez Saá. Hoy, antes de la veda que rige desde las 8 de mañana, cerrarán con actos y caravanas Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde, Elisa Carrió y Jorge Altamira, que completan la lista de siete candidatos que irán a las urnas el domingo.

Sobre el escenario, visibles pero detrás de ella, los anónimos personajes emblema de lo que Cristina de Kirchner destaca como los méritos de la accidentada temporada K. Abajo, desplazados del cuadro de honor, casi como meros observadores, los dirigentes.

A 4 días de la elección, la Presidente eligió un montaje para su cierre de campaña -en el teatro Coliseo- que fue, más que sus palabras, su mensaje más poderoso. Traficó un claro simbolismo político: ella, detrás «el pueblo» y un nivel debajo de ella y de «el pueblo», la dirigencia.

El único que escapó de la razzia fue Amado Boudou, su compañero de fórmula, de traje y corbata en una tribuna de comunes. El ministro no tuvo, como en la previa de las primarias, acceso al micrófono, pero recibió, como compensación, un párrafo elogioso de Cristina.

La Presidente escenificó ayer un mandamiento de su marido: Kirchner quería despojar de cualquier intermediación su vínculo con la gente. Su esposa aplicó la consigna y la mostró por TV en un momento clave: su único acto de campaña, antes de una elección que ya ganó.

Una vez más, despegó su imagen del malón de caciques peronistas formado por gobernadores, ministros y dirigentes sindicales (entre ellos, Hugo Moyano, que asistió a pesar de los cruces de los últimos días) que se repartieron en las primeras filas, para -además- mostrarse rodeada por gente común. Una distancia que puede ser un indicio de lo que viene.

Repasó, de hecho, las historias de cada uno: mencionó al joven atleta Braian Toledo -único ausente porque está compitiendo en los Panamericanos de Guadalajara-, al dueño de la empresa Lumilagro, a la científica Cecilia Mendive y, entre otros, a Ariel Zylber, campeón olímpico de matemáticas, a quien llamó «geniecillo».

Las historias contadas por la Presidente consumieron la primera media hora del acto. El resto lo dedicó a su discurso. Al principio y al final, se concentró en sus hijos, sentados en la primera fila: primero cuando un coreo recordó a su marido; luego cuando se abrazó con Máximo y Florencia.

Unidades

El tono y el contenido fueron el de otros actos, al punto que anunció una baja de la desocupación al 7,2%. Desde Kirchner, se convirtió en una práctica habitual, que los anuncios estadísticos del INDEC no se hagan por vía orgánica del instituto sino -los buenos- por el/la Presidente.

«Ésta no es una lucha de imparciales. Yo no soy neutral. Siempre voy a estar del lado del combate contra la desigualdad», dijo en el tramo más aplaudido de la noche junto a sus palabras respecto de su marido muerto.

Sostuvo, en esa línea, que el legado de su esposo la obliga a «abrirse cada vez más, tender la mano e intentar superar las diferencias hablando, debatiendo», aunque condicionó ese llamado a la unidad con que «siempre va a ser con políticas de inclusión social y de defensa de los sectores más vulnerables».

Afirmó, además, estar dispuesta a «desarrollar todas las políticas que ayuden al crecimiento de 40 millones de argentinos».

Ese mismo argumento, con una convocatoria a «articular», usó para enviarles un mensaje a los dirigentes opositores para «trabajar por una Argentina diferente como punto de unidad para superar diferencias sin perder identidad» y les pidió acompañamiento en el Congreso «a las políticas que han ayudado a la redistribución social y a la generación de empleo».

Tuvo, además, un mensaje para la tropa propia. «Les pido a todos los hombres y mujeres que tiene responsabilidades institucionales y que se sienten identificados con este proyecto que dejemos de lado cuestiones menores, cosas que se publican y que tienen poco que ver con lo que está pasando. Les pido a todos mayor inteligencia», dijo.

Turbulencias

No se olvidó del contexto internacional. «Siempre había un plan salvador que fracasaba y que era reemplazado por otro plan que se hacía afuera y acá se ponía el sello y, en el Parlamento, los votos», disparó y agregó: «Estamos en un momento turbulento, en el que se están cayendo los íconos que afortunadamente no nos convencieron de que lo que estábamos haciendo estaba mal, que debíamos cambiar», y sostuvo que «la Argentina tiene una oportunidad histórica».

Asistieron, entre otros, Daniel Scioli, Juan Schiaretti, Walter Barrionuevo, José Luis Gioja, José Alperovich, Celso Jaque, Maurice Closs, Gerardo Zamora y Oscar Jorge.

También los ministros del gabinete en pleno, legisladores, funcionarios, el líder de la CTA oficialista, Hugo Yasky; la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y la de Abuelas, Estela de Carlotto.

También intendentes: entre ellos Fernando Espinoza (La Matanza), Darío Díaz Pérez (Lanús) y Alejandro Granados (Ezeiza), y asistieron además los dirigentes de organizaciones sociales afines al Gobierno, como Luis DElía y Emilio Pérsico.


Cristina llamó a superar las diferencias

La Nación

Hubo pedidos para propios y ajenos. La presidenta Cristina Kirchner cerró ayer su campaña con un llamado a dejar de lado las diferencias.

Sin dar nombres, la jefa del Estado reclamó "inteligencia" a los suyos, palabras que apuntaron a un único destinatario: Hugo Moyano, sentado en primera fila. "Les pido a los que se sienten identificados con este proyecto que dejemos de lado las cuestiones menores por las cosas que se publican [en los medios]", exigió. Para el resto, prometió que su nuevo gobierno será "un punto de unidad para superar diferencias".

En su párrafo más enérgico, con la voz cortada y los aplausos y gritos de los militantes ya entonces de pie en el teatro Coliseo, Cristina Kirchner ofreció debatir y dialogar con todos los sectores. "Hemos superado etapas. No guardo rencores a nadie", advirtió, en referencia directa a la reunión que tuvo el lunes pasado con Coninagro, una de las entidades agropecuarias con las que la Presidenta intentó dar una vuelta de página tras el conflicto con el campo.

"Las cosas que me han pasado me obligan a abrirme cada vez más, a tender la mano, a superar las diferencias debatiendo", auguró. A ambos, propios y ajenos, Cristina les advirtió que no será parcial. "Necesitamos que cada uno de esos sectores comprenda que esta argentina es presidenta de 40 millones de argentinos". Se agarró fuerte del atril, ubicado en el centro del escenario con el eslogan "Fuerza Argentina", y lanzó: "Esta no es una lucha imparcial. Y yo no soy neutral. Siempre voy a estar del lado del combate a la desigualdad, en la defensa de los sectores más vulnerables y la integración social".

Con un armado escenográfico teatral, gobernadores, ministros, funcionarios y candidatos esta vez estuvieron en un segundo plano. Los cantos de las hinchadas fueron todos para los protagonistas de los spots de la Presidenta, a quienes Cristina ubicó detrás de ella sobre el escenario, y a quienes se encargó de nombrar uno por uno y recordar sus historias. "Dale campeón, dale campeón", retumbaba desde las bandejas altas, dedicado a Ariel, el joven que ganó las olimpíadas de matemáticas y que le dio espontaneidad a la escena cuando apareció, sin hacerse cargo de los elogios, vestido con una camiseta blanca y un jogging azul.

Otro que tuvo escaso protagonismo fue el candidato a vicepresidente, Amado Boudou. A diferencia del acto de cierre para las primarias, ayer no habló. La Presidenta lo ubicó como uno más, en el medio, junto a las diez personas que habían prestado su testimonio para la causa kirchnerista. A Boudou no le importó. Emocionado como pocas veces, se abrazó y rompió en llanto junto al secretario de Inteligencia, Héctor Icazuriaga, tras bambalinas, cuando todo había terminado.

El recuerdo del ex presidente Néstor Kirchner fue una constante en todo el acto. Desde los cantos hasta el discurso de Cristina, todo estuvo ideado para recordarlo. "Háganmela fácil, muchachos", les pidió la Presidenta a los jóvenes, en su mayoría de La Cámpora, cuando gritaban por Kirchner. "El está en todos lados, pero en mis dos hijos él está más que en ninguna parte", arrancó la Presidenta. Máximo, el mayor de la familia, junto a su novia, Rocío García, había llegado con Cristina al Coliseo. Florencia, la hija menor, lo hizo minutos más tarde. Con ellos tres se quedó la jefa del Estado durante la presentación inicial de las historias de los protagonistas de la campaña.

La Presidenta habló varias veces del "país real" del que daban testimonios sus spots. "Ellos decidieron colaborar para mostrar que hay otro país", anunció. Fue entonces cuando le pidió a la dirigencia que tiene acceso a los medios que no se "enrede en discusiones estériles y declaraciones rimbombantes". Dijo que ella también iba a hacer autocrítica. Y lanzó: "Los tontos son aquellos que cuando alguien les señala la luna miran el dedo". La frase, un viejo dicho del Mayo francés, la había leído ayer, a las 13.15 del mediodía, en una nota de Página 12.

Como final de una campaña en la que la Casa Rosada se siente ganadora y espera cifras que ronden el 55 por ciento, Cristina Kirchner prometió que hará más viviendas, escuelas y hospitales. También hubo chicanas para la oposición, a la que le pidió que le aprobara el presupuesto. Y una referencia a la crisis internacional. "Estamos en momentos complejos y de turbulencia". Sonó "Dar es dar", de Fito Páez. Saludó, entró al camarín con su familia y no aguantó ni dos minutos. Enseguida se fue a la calle a saludar a los militantes.

EL ACTO EN DETALLE

Cristina Kirchner/Boudou
Cierre de campaña
Teatro Coliseo

1800
Asistentes
Esa es la capacidad del auditorio, que ayer estuvo repleto.

QUIENES ESTUVIERON
Presentes
En primera fila estuvieron ministros y varios gobernadores. También Hugo Moyano. Más atrás, un puñado de intendentes del conurbano y legisladores. La juventud copó las tribunas. No hubo movilización del PJ ni de los gremios.

LA FRASE
"Las cosas que me han pasado me obligan a abrirme más, a tender la mano, a superar las diferencias debatiendo"



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