Moodys recortó ayer la nota de la deuda en moneda local de YPF de «B3» a «Caa1». «La baja en la calificación refleja riesgo de liquidez ante una aceleración de la deuda de corto plazo de YPF y el desafío recurrente para cumplir con sus obligaciones de pago de deuda de corto plazo a medida que se producen sus vencimientos», argumentó la agencia crediticia a través de un comunicado.
«Moodys considera que YPF tiene elevadas necesidades de moneda extranjera para atender sus vencimientos de deuda que incrementan el riesgo de reestructuración de deuda, lo que podría resultar en pérdidas para sus acreedores y generar una reestructuración forzada», continúa el texto. Mientras que la calificación de la deuda en escala global para moneda local cayó de «B3» a «Caa1», la nota en escala nacional para la misma moneda bajó de «Baa3.ar» a «Ba1.ar».
Una preocupación inminente es la exposición de YPF al cambio de control o a las cláusulas de la nacionalización decidida por el Gobierno, lo que podría considerarse como «un evento de incumplimiento bajo ciertos acuerdos de deuda de YPF». Moodys también rebajó ayer la nota de Repsol, en un escalón a Baa3, alegando «el impacto negativo de la expropiación por la Argentina» de un 51% de las acciones de YPF.
Los papeles de YPF volvieron a derrumbarse ayer tanto en Buenos Aires como en Nueva York. Aquí la acción cayó 8,24% hasta los $ 67,90 mientras que en Wall Street cedió 7,82% para cerrar en u$s 10,25. El derrape de la petrolera en los mercados –a niveles mínimos históricos– se explica por la advertencia que lanzó la calificadora de riesgo, Moody’s. En un duro informe, la agencia dice que hay riesgos a una reestructuración de la deuda de YPF y alerta por la necesidad de dólares que tiene la compañía. En concreto redujo la nota en escala global, moneda local de YPF a “Caa1” desde “B3” y la calificación en escala nacional a “Ba1.ar” desde “Baa3.ar”. La perspectiva de calificación es estable.
“La baja en la calificación refleja el riesgo de liquidez ante una aceleración de la deuda de corto plazo de YPF y el desafío recurrente para cumplir con sus obligaciones de pago de deuda de corto plazo a medida que se producen sus vencimientos. Moody’s considera que YPF tiene elevadas necesidades de moneda extranjera para atender sus vencimientos de deuda que incrementan el riesgo de reestructuración de deuda, lo que podría resultar en pérdidas para sus acreedores y generar una reestructuración forzada”, afirma.
La preocupación aparece debido a que la deuda de YPF tiene una cláusula para acelerar los pagos en caso de un cambio de control accionarios. Como esto sucedió al expropiarse la compañía, los inversores pueden pedir el repago de sus deudas en forma anticipada. El monto en juego asciende a u$s 1.600 millones sobre un pasivo total de casi u$s 3.000 millones.
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A menos que la compañía reciba waivers formales de sus acreedores, un cambio de control y/o nacionalización podría considerarse como un evento de incumplimiento bajo ciertos acuerdos de deuda de YPF, dando origen a derechos de aceleración. Adicionalmente, se podría acelerar el pago de toda la deuda de YPF en caso de que la deuda con las cláusulas de cambio de control o de nacionalización incurra en un incumplimiento o sea acelerada”, agrega Moody’s.
Lo cierto que YPF no tuvo aún ningún pedido para acelerar los pagos de deuda. De todas formas, la necesidad de dólares para hacer frente a la deuda choca con los ambiciosos planes de inversión. Miguel Galuccio indicó que la inversión requerida este año es de u$s 3.500 millones y de u$s 7.000 millones entre 2013-2017. ¿De dónde saldrán esos dólares? Galuccio dijo que mayoritariamente de flujo propio. La emisión de un bono está descartada por ahora. Las tasas por el techo hacen inviable cualquier colocación de bonos.
"El tema de la nacionalización de YPF y las limitaciones de acceso al mercado cambiario hacen que la Argentina sea un país más riesgoso", dijo a LA NACION Verónica Améndola, analista senior de la calificadora y responsable del informe.
Entre enero y mayo de 2012, Moody's bajó en seis ocasiones las calificaciones de empresas no financieras localizadas en la Argentina, lo que implica que deban pagar tasas más altas en una eventual emisión de títulos en el mercado de capitales. La mayor parte de estas bajas se dieron en empresas del sector energético: Pan American Energy, Petrobras Argentina e YPF, cuya calificación había sido rebajada en dos ocasiones durante los primeros cinco meses del año y sufrió una nueva rebaja ayer, hasta ubicarse en Caa1.
En un comunicado de prensa, Moody's señaló que esta última baja, que fue acompañada por caídas cercanas al 8% en el precio de las acciones de la petrolera en las Bolsas de Buenos Aires y Nueva York, "refleja riesgo de liquidez ante una aceleración de la deuda de corto plazo" de la empresa, la misma que "tiene elevadas necesidades de moneda extranjera para atender sus vencimientos de deuda, que incrementan el riesgo de reestructuración".
Sobre la expropiación por parte del Gobierno del 51% de las acciones de YPF que estaban en manos de Repsol, Moody's señala en su informe que esta medida "pone de relieve el impredecible entorno político y empresarial del país". La calificadora añade que la expropiación genera incertidumbre en el sector energético y que el riesgo de futuras intervenciones gubernamentales afectará a la inversión.
Para la calificadora, las restricciones en el mercado cambiario también afectan las perspectivas crediticias de las firmas locales, pues los mayores controles "aumentan la presión sobre las empresas que dependen en gran medida de sus ingresos por exportaciones en moneda extranjera para pagar su deuda".
Así, el hecho de operar en la Argentina no perjudica sólo a las empresas del sector energético. En los primeros meses del año, Moody's revisó a la baja la calificación de Arcor y la de la papelera Alto Paraná. "Son dos compañías cuyas calificaciones estaban muy por arriba del B3 de la deuda soberana", dijo Améndola, y explicó: "Las condiciones generales de la economía argentina imponen un techo sobre las calificaciones de las empresas que operan en este contexto". En la actualidad, la calificación de ambas empresas es B1, es decir, dos escalones por arriba de la nota de la deuda soberana.
En el caso de Arcor, según explicó Améndola, su calificación es más alta que la de la deuda soberana, gracias a que esa empresa tiene operaciones y activos fuera del país, por lo que no se restringe al contexto argentino. De modo similar, a Alto Paraná le beneficia el hecho de que la mayor parte de su deuda está garantizada por su casa matriz, Arauco, ubicada en Chile..