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ANÁLISIS
Escribe Turcumán: Saqueadores de tranquilidad
16/12/2013

Saqueadores de tranquilidad

Diario de Cuyo. Por Julio Turcumán - Secretario de Redacción.

Las escenas que se vieron durante los últimos 10 días en las pantallas de la TV nacional fueron escalofriantes: niños, niñas y adolescentes saqueando supermercados, policías peleando contra gendarmes, vecinos peleando con policías, calles ganadas por delincuentes, personas atrincheradas con armas en las manos, en definitiva, un mundo peligrosamente invertido. En mitad de esas postales, Cristina Fernández tenía que festejar los 30 años de Democracia ininterrumpida. No hubiese sido correcto suspender los actos, para nada. Pero tampoco fueron correctas las formas: el bailecito en el escenario fue lo más criticado por los medios y algunos opositores, pero, al menos a juicio de este cronista, lo peor fue el discurso. Cristina estaba enojada y quería que la gente lo supiera. Habló otra vez de los planes de un enemigo que, al fin, no tiene cara ni nombre propio: "No creo en las casualidades, ni en el efecto contagio', dijo en tono alto. Es probable que exista tal enemigo, no habría que descartarlo tampoco, pero ella debería saber que el comunicarlo ya no funciona como mecanismo de defensa, sólo por el hecho de haber agotado ese recurso al usarlo exageradamente. En definitiva, sus palabras no ayudaron en nada. Como si eso fuese poco y como se esperaba, una vez que los policías arreglaron sus sueldos y los saqueos se calmaron, salieron los empleados estatales del país a pedir más plata. En San Juan, por ejemplo, el pedido se dividió peligrosamente en dos: sueldos y representatividad sindical. El Gobierno esperó para acordar porque no supo hasta bien entrada la semana con quién tenía que negociar. Al final decidieron darle legitimidad a los sindicatos, pero por economía propia más que por derecho. Más del mundo al revés. Al final las cosas para los sanjuaninos se calmaron, y en tiempo récord, ya que todavía hay muchas provincias que siguen con paros estatales. Todo ocurría en los mismos días en los que Barrick hacía las valijas de Lama, en medio de algunos roces en el Ejecutivo. 

Lunes de película en San Juan

El sábado 7, con Uñac a la cabeza, el Gobierno cierra el acuerdo de mejora en los sueldos para los policías. El 9 de diciembre algunos empleados de la denominada Administración Central, sin los delegados gremiales, se armaron en grupos y salieron a golpear las puertas de los despachos oficiales. "Queremos el mismo acuerdo que los policías", dijeron. Imposible, les respondieron. "Mucho menos si se trata de reclamos individuales", les agregó el Ministro de Hacienda, Francisco Alcoba. Al mediodía de ese mismo lunes, los gremialistas no caían en la idea de haber sido desplazados de la escena, a pesar de que ya todo San Juan hablaba de eso. A esa hora, un grupo de policías enojados con el acuerdo del sábado anterior pedían la presencia del nuevo Jefe de la Policía. Los efectivos habían estado toda la mañana en las redes sociales arengando una nueva protesta. Si bien los medios todavía no conocían el cambio en la jefatura, a Abel Hernández, el flamante mandamás de la fuerza, le habían llamado el domingo para decirle que asumía. Y el exjefe, José Luna, ya había comunicado su partida a la gente de su confianza el domingo en la noche. Ni lerdo ni perezoso, Hernández fue al Comando Radioeléctrico y habló con los representantes de los policías que amagaban con otra protesta. Los convenció de seguir trabajando, según contó él mismo ayer en Radio Sarmiento. Se puede decir que se estuvo al vilo de un nuevo reclamo de los policías. Al borde otra vez de los saqueos, y de la irresponsabilidad de liberar calles, como se hizo en varias provincias del país. ¿Qué convenció a los rebeldes? Hernández no quiso comentarlo, pero fuentes oficiales dijeron que prometió que Luna no volvía. A pesar de que suena dramático, es natural que así ocurra, porque los reclamos por la ropa de trabajo de los policías, las horas de descanso y el bajo precio de los servicios de adicionales, son cuestiones que ya se habían comunicado a la Jefatura y nunca tuvieron respuestas. Entonces, es obvio que no iban a querer volver a hablar con alguien cuya gestión no les dio resultado. Ese mismo lunes Sergio Uñac puso en funciones a Hernández y al Subjefe, pero el cambio se había decidido el mismo sábado a la tarde, al finalizar las protestas. 

Semana con final ¿feliz?

A la tarde de ese mismo jueves donde el Gobierno ofreció el plus a los estatales, llegó el turno de los Intendentes. Uñac y Alcoba ofrecieron el equivalente al plus de los empleados del Ejecutivo, pero también un 15% más para los contratados de los Municipios, algo que fue aceptado rápidamente por los jefes comunales, ya que nunca habían logrado una ayuda del Gobierno para esos empleados. El jueves fue largo, ya que esa misma noche se decidía el futuro de Pascua-Lama: una comunicación telefónica entre Sergio Uñac y alguien de la compañía sellaba el acuerdo. 3.500 sanjuaninos tendrán trabajo al menos hasta que empiece el operativo invierno. +Pero puede que antes las cosas cambien, si es que las condiciones financieras de la compañía empeoran+, advirtió un funcionario con diálogo en el sector. El Gobierno con Uñac a la cabeza los había amenazado siete días antes con pedirles el cierre preventivo de la mina. Si eso ocurría, la empresa iba a tener que levantar todo lo que construyó en Lama y, para eso, gastar bastante más que los 450 millones de dólares que piensan invertir en 2014. El Gobierno no logró que quedasen los 5.000 obreros que se anunciaron antes, pero sostuvo 3.500 que sí tendrán trabajo, frente a los 500 que pretendía Barrick. El acuerdo es razonable teniendo en cuenta la situación financiera de la empresa y su decisión de frenar Lama. ¿Y Jorge Mayoral? se preguntaron otra vez varios en Casa de Gobierno. +Mayoral se enteró de la reunión del viernes 6 de diciembre por los diarios+, contestaron. Al comienzo Uñac vio en el Secretario de Minería de la Nación un canal válido para llegar un poco más arriba, pero hoy, dicen en el entorno del Vice, ya se desencantó, al igual que todo el Gobierno de San Juan y los empresarios del sector. Sólo le quedan sus amigos de la Mesa de Importaciones, quienes suenan más interesados en mantener ese +espacio+ que en la relación con el Secretario.

En medio de esa vorágine de ocurrencias, en el peronismo ya hablan del desgaste de algunos Ministros y de la molestia del Vice. Uñac, dicen los mismos voceros, no siente feeling con varios en el Gabinete y eso le está molestando. No quiere hablar de modificaciones por respeto a José Luis Gioja, a pesar de que hacer cambios está en sus atribuciones. Aunque avisa que éste no es su equipo. Lo ha dicho varias veces públicamente, y es natural que así lo diga, porque de hecho, éste Gabinete no lo armó él. Y lo más grave: +Algunos no están haciendo nada, que es algo peor que hacer mal las cosas+, aseguran en calle 25 de Mayo. No quisieron puntualizar nombres para no hacer estallar las cosas antes de tiempo, pero hablaron con firmeza de los +menos peronistas+ del Gobierno. Será algo que Uñac deberá enfrentar, porque si pensaba que no iba a ocurrir, esa actitud desnudaría su ingenuidad. Ya pasaron más de dos meses desde que Gioja se accidentó y las relaciones en el peronismo se han mantenido en carriles aceptables, al menos a ojos del público, muy al revés del pensamiento que esos mismos actores políticos predecían. ¿Qué hará Uñac? Por ahora nada, dicen. Mantiene su paciencia, aunque cada vez le cuesta más. Todos esperan en el PJ que el apoyo de los funcionarios al Vice sea real, porque si las cosas le van mal, no pierde Uñac, pierde la Provincia. Es una frase que Gioja acuñó, pero que no aplica sólo a él. Los saqueadores de la tranquilidad no solamente están en las calles entrando en los negocios.


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