Ítalo Bizerra Osorio Director de la carrera de derecho corporativo. Universidad ESAN
Así como los empresarios realizan un diagnóstico del ambiente interno y externo para hallar sus ventajas competitivas, los gobiernos analizan los sectores que pueden ser los propulsores del desarrollo de la economía de un país (motor de desarrollo). Sin duda, por disposición de nuestros recursos naturales podemos ser competitivos en un mundo globalizado en los sectores minería, pesca y agroindustria; pero acompañados de una nueva visión que nos permite mirar el futuro y no los sucesos pasados, que deben tomarse como lecciones aprendidas, sin convertirse en un lastre en nuestro andar.
Ello se evidenció en la última Cade en Paracas, donde el protagonismo de una generación empresarial nueva mostró un enfoque propositivo. Esa generación empresarial posee una nueva visión de las cosas, cambian el “Sí, pero...” por un “Sí, Perú”. Podrán variar de sector empresarial, innovar en sus procesos o realizar reingenierías, pero siempre conservan los tradicionales valores empresariales, y que todo empieza por saber en qué quieres convertirte.
La visión actual de la minería con estos empresarios es promover el orgullo de ser un país minero que impulsa el desarrollo de la economía inclusiva, que no es sustituto del Estado, con lo cual se busca borrar la percepción negativa que tiene esta actividad, sobre todo de contaminación del medioambiente. En todas la regiones de nuestro país se puede evidenciar que hay una actividad industrial o de comercio que resulta ser el soporte de toda las demás; esto es bien conocido en el Cusco respecto al turismo, y en varias regiones de nuestra Sierra es la minería la que infunde sinergias a las otras actividades. Es por ello que la visión de nuestra renovada generación empresarial, aunada al conocimiento que representa la minería para determinadas regiones, debe forjar nuestros planes de desarrollo. Con esta nueva visión de la minería, el país podrá viabilizar una cartera de proyectos de inversión del orden de los 54,000 millones de dólares. Es decir, cambiemos el “Sí, pero...” por un “Sí, Perú”.