Un hecho extraordinario está ocurriendo en nuestro país en los últimos 20 meses. Los conflictos violentos han disminuido de la escena nacional . La razón es el trabajo silencioso pero efectivo de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad de la Presidencia del Consejo de Ministros, que lidera Vladimiro Huaroc.
En un país minero es natural que los conflictos medioambientales predominen entre los diversos actores sociales. De acuerdo a los Reportes de Conflictos Sociales de la Defensoría del Pueblo, estos disminuyen lento, pero paulatinamente en nuestro país. En enero de 2014 fueron identificados 213, siete menos que los registrados un año antes.
El logro de esta dependencia de la PCM es más destacable cuando aún existe una cultura del conflicto muy arraigada, sobre todo en la región andina. Hay recelo del mundo andino y también en sectores urbanos hacia lo foráneo. No se confía en las empresas por los traumas de anteriores experiencias, en que se explotaba los recursos naturales con mucho perjuicio para los intereses locales. Pero, esta visión tradicional está cambiando, gracias a los modernos enfoques de tratar las inversiones.
Para que los conflictos no desencadenen en hechos de violencia, las principales claves son la mayor presencia del Estado, la intervención temprana y el privilegio del diálogo en la mesa de negociaciones.
Antes el Estado mantenía una escasa o nula presencia en las disputas por los intereses entre el capital y la comunidad. Se pensaba que, como actores racionales, el mercado era el espacio de solución de las discordias. De esta manera, el factor subjetivo del conflicto estaba subestimado y todo se resolvía por el poder, o inclusive por la fuerza.
Ahora, el Estado está presente en todo el proceso de negociación, desde una etapa de prevención, la gestión del diálogo, la construcción y el planeamiento de lineamientos políticos hasta la educación y promoción de la cultura de paz y derechos humanos.
Otra llave del éxito de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad es la intervención temprana. Para ello debe operar sistemas de alerta temprana y monitorear de cerca las disputas que se presentan. Resulta más fácil tratar una diferencia (cuando existen distintos puntos de vista sobre un problema) o una controversia (cuando aparecen intereses encontrados sobre un hecho) que un conflicto violento. Por eso, la mejor apuesta resulta la prevención.
Además, el Estado acompaña a las empresas en sus operaciones. Se fiscaliza el cumplimiento de las normas ambientales y el respeto de los derechos de la población involucrada. También las diversas autoridades nacionales, regionales y locales buscan establecer una nueva relación con los ciudadanos, basada en la confianza y el irrestricto respeto de sus normas culturales.
Por otra parte, Huaroc destaca el protagonismo de la instalación de mesas de diálogo, auspiciadas por el Estado, las cuales terminan convirtiéndose en mesas de desarrollo para la población. El hecho de que los habitantes expresen sus opiniones y traten sus problemas ayuda a bajar las tensiones sociales existentes.
Las ventajas de esta visión de tratar los conflictos son inmensas para nuestro país. A nivel político, respalda a la gobernabilidad e implementa la democracia no solo como un valor, sino también como una práctica cotidiana. La población reconoce que el Estado está para velar por sus intereses y deja atrás la imagen de una organización arbitraria y hasta abusiva. En la esfera económica, la paz social ayuda a atraer más inversiones necesarias para nuestro desarrollo.