(Por Ronnie Jurado Adriazola) La pequeña minería está en crisis en nuestro país. Antes quisiera diferenciar pequeña minería, minería informal y minería ilegal; la primera cuenta con todos los permisos y extraen pequeñas cantidades de minerales de zonas permitidas; la segunda extrae mineral de zonas permitidas, pero por lo engorroso que resultan los permisos, no cumplen aún con todos los exigidos que, a decir de Hernando de Soto, cuestan $80,000 y demoran 2.8 años; y la tercera extrae mineral de zonas prohibidas, usa reactivos contaminantes, como el mercurio, y echa los relaves a los ríos. El Perú es un país minero, qué duda cabe; pero me pregunto: ¿por qué esas riquezas solo pueden ser disfrutadas por los grandes capitales? Antes había el Banco Minero y Minpeco, que evidentemente fracasaron por la mala administración, pero que en su esencia tenían fines nobles, es decir, comprarle mineral a los pequeños mineros y venderlo a la gran minería.
Acá en Tacna hay pequeñas minas, esencialmente de cobre, pero los pequeños mineros o titulares de las concesiones no tienen a quién vender; y a la gran minería (léase SPCC) no le interesa comprar pequeñas cantidades de mineral, carecen de sensibilidad y compromiso ante un país que les dio todo.
Existe también una Dirección de Energía y Minas con profesionales valiosos, conocedores de la realidad peruana y en especial la tacneña, graduados en nuestra Universidad Jorge Basadre, pero poco pueden hacer; hace algunos años les quitaron el único laboratorio que tenían y en realidad el GRT debería invertir más en este campo. Qué diferencia con Chile donde existe ENAMI, que tiene por finalidad comprar mineral a los pequeños mineros chilenos y venderlos a la gran minería.
¿Por qué no imitar lo bueno?