Jorge Navarrete*
PESE A tratarse de una producción más bien discreta, quienes tengan la oportunidad de ver la película “Los 33” podrán reconocer en ella muchos rasgos de nuestro país. Obviando que el relato es en inglés y que los actores son extranjeros, la historia de cómo fue el rescate de los mineros atrapados en la mina San José muestra algunos contrastes de la sociedad chilena.
Por una parte, nos recuerda la crudeza y precariedad de muchos de nuestros trabajadores, los que sometidos a indignas condiciones laborales y de seguridad, resignan el legítimo reclamo por sus derechos debido a la necesidad de contar con un sustento para sus familias. Por la otra, ese mismo Estado que es incapaz de fiscalizar adecuadamente a muchas empresas, y que hasta hoy no hace efectiva la responsabilidad civil y penal que le cupo a quienes no cumplieron las mínimas obligaciones para evitar este accidente, simultáneamente pudo desplegar una inédita e impresionante operación, con ilimitado financiamiento, la que permitió una hazaña que hoy se estudia en muchos lugares del planeta.
Otra seña de la identidad nacional que puede rastrearse en esta obra, hace referencia a nuestro impulso por recrear de manera voluntariosa el pasado. Sin exagerar, la película es una oda a Laurence Golborne, al que se presenta como el principal y casi único artífice del rescate, cuya voluntad y convicción se impuso por sobre las dudas y vacilaciones de los otros agentes públicos y privados, el que incluso da con la solución técnica definitiva cuando parecía que todos los esfuerzos eran infructuosos. Entendiendo que Hollywood requiere un “jovencito de la película”, pero sin desmerecer los méritos del entonces ministro de Minería, me pareció un exceso, al punto que pensé que él pudo haber colaborado con el financiamiento de este proyecto. En oposición, se muestra a un Sebastián Piñera distante, calculador y oportunista, el que sólo se desvela por los posibles beneficios o costos políticos de esta aventura. Y aunque confieso que se trata de una descripción que yo firmaría para describir casi todas las actuaciones del ex Presidente, me parece que para este caso en particular no se hace justicia con lo que realmente ocurrió.
Fue así, que con la misma intensidad que recordamos cómo el mundo entero estuvo pendiente de lo que ocurría por esos meses y semanas, donde los medios de comunicación nacionales y extranjeros nos ayudaron a visibilizar una gesta inolvidable de la cual nos sentimos orgullosos y que incluso emociona a muchos cuando la vuelven a recrear; es que también rápidamente olvidamos a esos 33 mineros, y más importante todavía, lo que ellos simbolizan, de dónde vienen y por qué terminaron siendo protagonistas de esta historia. Esa gesta solidaria, tan puntual como fugaz, como otras que hacemos cada cierto tiempo, plagadas de glamour, alfombras y escotes, contrasta con el desdén y la desidia que en nuestra vida cotidiana manifestamos hacia la injusticia y el dolor ajeno.
Disfrute la película, pero no se mienta.
*Abogado y columnista