En muchos casos, el robo de metal afectó el patrimonio público. Placas identificatorias o pequeños monumentos, desaparecen de un día para el otro. Hace unos años se llevaban hasta las tapas de las boca de tormenta, causando un daño potencial muy fuerte a quienes circulaban con sus autos por la calle, y desprevenidamente se topaban con un agujero nada despreciable.
Pero las principales víctimas han sido empresas del sector energético, para quienes el cobre es uno de sus principales insumos. Edenor, por caso, denunció que entre 2002 y mediados de este año sufrió robos de 800 kilómetros de cables, causando un serio perjuicio económico.
La petrolera Repsol YPF, por su parte, informó recientemente que este año le sustrajeron 31 kilómetros de cable de cobre sólo en Neuquen y Río Negro.