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ANÁLISIS
Escribe Alonso: Margarita Toro y su amor a los fósiles
MINING PRESS/El Tribuno
13/10/2020

RICARDO ALONSO*

Ricardo Alonso

La Asociación Geológica Argentina prepara un volumen especial de homenaje a la “Mujer en la Geología”, dedicado a aquellas geólogas pioneras que se destacaron en la docencia, investigación o en el campo profesional. Dicha publicación está coordinada por los doctores Alina B. Guereschi, Roberto D. Martino y Víctor A. Ramos. Salta estará representada en la biografía de una mujer excepcional y casi desconocida para las nuevas generaciones o para quienes no están familiarizados con las ciencias naturales. Margarita Toro Aldunate (1947-2015) fue una ilustre ciudadana salteña de Villa de Chartas.

Realizó sus estudios secundarios en el viejo Colegio Nacional  de Salta y a mediados de la década de 1960 ingresó a estudiar geología en la Facultad de Ciencias Naturales de Salta, que en aquel entonces dependía de la Universidad Nacional de Tucumán. A comienzos de la década de 1970 comienzan a llegar nuevos profesores, especialmente de Córdoba y de La Plata, que se suman a los locales y van dando cuerpo a las disciplinas naturales. Entre ellos arriban a Salta el Dr. Juan Luis Benedetto, hoy un prestigioso paleontólogo internacional, quien se ocupó de la cátedra de paleontología. Su esposa, Teresa Sánchez de Benedetto, ya fallecida, ocupó una cátedra en la carrera de Biología.

Ambos eran egresados de la Universidad Nacional de La Plata y traían un bagaje intelectual con ideas modernas sobre la paleontología, esto es la ciencia que estudia los fósiles, desde una mirada tanto geológica como biológica. Hasta entonces la paleontología en Salta había estado reservada a unos pocos estudios de mamíferos fósiles pleistocenos, caso de mastodontes, megaterios y gliptodontes, llevados a cabo por Amadeo R. Sirolli, Rodolfo Parodi Bustos y Lucas Kraglievich (h). Margarita Toro se integró al juvenil “Grupo de Paleo”, un colectivo de estudiantes entusiastas nucleados en la Cátedra de Paleontología del Dr. Benedetto del que también formaron parte –entre otros- los hoy destacados geólogos Susana Malanca y César R. Monaldi.

En 1973 se creó la Universidad Nacional de Salta y dentro de ésta el Departamento de Ciencias Naturales en donde quedó integrada la Carrera de Geología. Margarita, como tantos otros estudiantes de la época, fue un producto bisagra entre la vieja Universidad Nacional de Tucumán y la nueva Universidad Nacional de Salta. Un tema de gran interés por su cercanía y valor científico para geólogos y paleontólogos son las capas marinas que forman el cerro San Bernardo al frente de la ciudad y a unas pocas cuadras del Museo de Ciencias Naturales.

El camino que lleva a la cima, entonces una huella de tierra, deja ver los afloramientos de rocas marinas cargadas de fósiles en lo que fuera una antigua zona costera del periodo Ordovícico inferior unos 475 millones de años atrás. Esas capas arcillosas y hojaldradas contienen una amplia variedad de invertebrados fósiles, especialmente artrópodos, braquiópodos, bivalvos, graptolites, gasterópodos, etcétera. Margarita se interesó por los trilobites y reunió una colección de más de 230 ejemplares con los cuales preparó una de las dos tesinas o seminarios que se exigían para obtener el título de Licenciado en Geología. Su otra tesina la realizó sobre rocas similares que afloran en cercanías de Purmamarca (Jujuy).

Una de las curiosidades que encontró al mirar sus colecciones fue que había muchos ejemplares de una especie de trilobite en todos los estadios de crecimiento, desde formas milimétricas hasta alcanzar tamaños cercanos a los 30 cm de longitud. Tenía así ejemplares que le permitían estudiar la ontogenia, o sea el desarrollo de los individuos desde el periodo embrionario hasta el adulto. Con esa información, y ya graduada de geóloga, elaboró un trabajo científico junto a su director de tesis, que fue presentado en el “I Congreso Argentino de Paleontología y Bioestratigrafía” (Tucumán, 1974), el que versó sobre el “Desarrollo ontogenético de Thysapopype Argentina Kayser (Trilobita) y la validez de Megalaspis saltensis (Kayser)”.

La década de 1970 fue muy convulsionada desde lo político. Margarita por convicción y pertenencia social comenzó a militar en los barrios humildes de la ciudad en el Frente de Izquierda Popular (FIP) que dirigía Abelardo Ramos. La fría y lluviosa madrugada del 24 de marzo de 1976 fue detenida en su domicilio y llevada vendada a la cárcel junto a muchos otros, entre ellos su dilecta amiga Ana María Giacosa. Finalmente fue liberada y obligada a exiliarse del país. Se fue a Bolivia en completa soledad pero pronto consiguió trabajo en el Servicio Geológico en la ciudad de La Paz.

Su tarea era la clasificación y determinación de las colecciones de material fósil que recogían las comisiones que recorrían el país. Material que se iba acumulando por décadas, con algunos estudios puntuales de investigadores internacionales, mayormente franceses, americanos y alemanes. Comenzó allí una larga y fructífera carrera científica que la convirtieron en una referente destacada de la paleontología boliviana. Luego pasó a la Universidad Mayor de San Andres (UMSa), donde en 1985 revalidó su título de geóloga, comenzó a enseñar paleontología y ocupó cargos técnicos y académicos importantes hasta alcanzar el de Directora del Departamento de Relaciones Internacionales.

Dictó cursos y conferencias en numerosas universidades. Expuso en casi todos los congresos geológicos y paleontológicos de Bolivia y otros del extranjero desde la década de 1980. Participó en varios cursos de postgrado nacionales e internacionales, entre ellos en Chile, Perú, Argentina y en la Universidad de Bremen (Alemania, 2010). En 2003 fue nombrada “Docente Emérito” de la UMSa, en virtud de su labor científica y académica. Publicó como primera autora o en coautoría un centenar de trabajos científicos originales.

Entre los aportes de M. Toro a las ciencias paleontológicas de Bolivia se tiene: 1) la primera mención de euryptéridos, 2) el haber iniciado estudios sobre los conodontes y utilizarlos para correlaciones paleogeográficas con Australia, 3) el haber encontrado una asociación de trilobites (Dalmanitina-Eohomalonotus) que demostraban una edad ordovícica ashgiliana para la Formación Cancañiri (equivalente de la F. Zapla en Argentina), y no silúrica como se pensaba, 4) el haber desarrollado en Bolivia el campo de la paleoicnología de invertebrados paleozoicos, esto es las marcas y rastros que dejan los organismos en el fondo oceánico, 5) el descubrimiento, clasificación, ubicación taxonómica, bioestratigráfica y cronológica de decenas de nuevas formas de vida para el Paleozoico, a los cuales dio sus nombres binomiales; entre otros valiosos aportes.

Uno de los más salientes fue el haber descubierto los primeros restos fósiles de Cooksonia, una planta primitiva, colonizadora de áreas costeras de principios del Paleozoico y que constituye el registro más antiguo para el hemisferio sur. Margarita Toro fue la primera mujer paleontóloga de renombre internacional en Bolivia y pudo formar un dilecto grupo de geólogos jóvenes e incorporarlos al oficio paleontológico desde su cátedra en la UMSa, tal el caso de Gabriela Rodrigo, Ronald Miranda, D. Mendoza, Freddy Paredes, entre otros. Paredes estaba a cargo de la dirección del Museo Paleontológico de Tarija y falleció en 2020 de COVID-19.

Los discípulos de Margarita continúan con sus trabajos pioneros y con la obra inconclusa por su sorpresiva muerte cuando ella estaba aún en plena actividad productiva. Margarita era la mayor de ocho hermanos: Gaby, Pepe, Juan, Benjamín, Olga, Cecilia y Meme. Tenía un carácter afable, siempre de buen humor, generosa y solidaria. Contrajo matrimonio en la ciudad de La Paz con el geólogo Carlos Vargas con quien formó una sólida familia compuesta por sus tres hijos: José, Mariana y Pablo Vargas Toro. Vivió para ver el nacimiento de sus nietos Manuel y Pedro. Margarita falleció en La Paz el 12 de enero de 2015 a los 68 años de edad.

Al despedir sus restos mortales se dijo de ella: “Brillante investigadora, luchadora incansable de firmes ideales, maravillosa docente: Nos enseñaste a ver la vida con pasión. Eres un ejemplo de coherencia, honestidad, lealtad y perseverancia”. Las palabras con que la despidieron resumen la trayectoria de esta mujer valiente y tesonera que se impuso a la adversidad y hoy ocupa un sitial en el parnaso de las geólogas sudamericanas.  

*Doctor en Ciencias Geológicas


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