EMILIO J. APUD *
Dentro del cúmulo de problemas que tiene nuestro país en su economía, deudas externas y sistema sanitario debido a la pandemia, la coalición gobernante no tiene mejor idea que abrir un nuevo frente que va a afectar seriamente al sector energético y en consecuencia a las demás variables económicas y a la renegociación de la deuda, principalmente con el FMI.
Hoy no hay una política energética, hay dos y en disputa, por diferir conceptualmente y tener objetivos distintos.
Una de ellas corresponde al Instituto Patria, con ideas obsoletas y funcionarios ineptos que llevaron al colapso al sector energético antes de dejar el tercer gobierno K en 2015. La otra política es la que intentó el Gobierno vía su ministro Martín Guzmán, de quien depende orgánicamente el área energética, pero a la que paradójicamente el presidente Fernández acaba de renunciar capitulando ante el Patria luego del fallido intento de echar a un ignoto subsecretario de Energía Eléctrica y aceptar la no actualización tarifaria pretendida por el kirchnerismo.
Las tarifas ahora pusieron en evidencia esas diferencias irreconciliables en el seno de la coalición de gobierno.
El principal objetivo del Instituto Patria es usar al sector energético, servirse de él para satisfacer sus fines políticos y económicos, aunque disimulándolo mediante una pátina de ideología anacrónica e invocando como siempre el cuidado del bolsillo de los argentinos, cuando en realidad el motivo principal en tiempos preelectorales es beneficiar al conurbano mediante susidios que terminan pagando el resto de los habitantes del país.
La otra parte el gobierno, en cabeza de Guzmán, pretendía realizar un incremento tarifario que permitiera cumplir con la pauta presupuestaria de un tope de subsidios del 1,7% del PBI y evitar la sangría fiscal que significan y que haría inviable cualquier acuerdo con el FMI y en consecuencia con el Club de París.
El congelamiento tarifario que ya lleva 2 años, con 95% de inflación y 100% de devaluación, hizo que los subsidios a la energía crecieran 3,5 veces.
Hoy la única forma de cubrir el subsidio es con emisión, que va directo a la inflación. Además y no menos importante, los subsidios no van a inversiones por lo que la calidad de servicio se deteriora rápidamente y comienzan los cortes de luz y los desabastecimientos de gas y combustibles, tal como ocurrió en el tercer gobierno K.
Con estas incertidumbres y ante el casi seguro triunfo del Instituto Patria en esta irresponsable disputa dentro de la coalición gobernante, deberemos olvidarnos de Vaca Muerta mientras el kirchnerismo esté en el poder.
* Ingeniero industrial, ex director de YPF y ex Secretario de Energía y Minería de la Nación. Consejero Académico en la Fundación Libertad y Progreso.