MARCELO BONELLI
Wado de Pedro envió un emisario informal para hacer una propuesta concreta: un sondeo para abrir una negociación, con la intención de levantar el paro de la carne. Fue el miércoles a la tarde, cuando la Casa Rosada evaluó el fuerte apoyo que iba a tener la medida de protesta. También, cuando dentro del gabinete se profundizó una fuerte interna sobre el éxito de frenar las exportaciones de carne.
Una pelea llena de reproches que involucró a cinco ministros, un secretario de Estado y un debate arduo en la Quinta de Olivos. Los miembros de la Mesa de Enlace evaluaron este jueves la propuesta de Wado de Pedro. En el secreto de sus cuatro miembros –y por video– se reconstruyó el ofrecimiento.
Mario Martínez –se presentó como asesor del ministro– transmitió que Wado quería abrir ese diálogo con una consigna concreta: reabrir la exportación a cambio de un compromiso de una rebaja inmediata del precio de la carne. El emisario de Interior agregó: “Una rebaja de precios ahora, que dure hasta las elecciones”.
En la Mesa de Enlace hubo sorpresa y silencio. La propuesta era tentadora, pero se contradecía con la beligerancia de Paula Español y el bombardeo mediático de Alberto. Están convencidos de que Cristina quiere elegir como enemigo al campo.
Por eso Carlos Iannizzotto, el líder de Coninagro, contragolpeó: propuso tomar en serio la invitación al diálogo, en tanto sea el propio De Pedro el que convoque a la negociación. Los otros miembros de la Mesa estuvieron de acuerdo.
También los dirigentes propusieron incorporar al –eventual– diálogo a Felipe Solá. “El canciller –dijeron- no es como Español, porque conoce el problema”. Ocurrió este jueves cuando evaluaron el primer día de protesta: hubo una adhesión del 90% y el precio de la hacienda aumentó el miércoles un 28%.
La historia secreta de la medida esconde múltiples factores. Primero un negocio millonario y el impacto central en la inflación. La medida se adoptó por el fracaso de la política antiinflacionaria y porque Español siempre fue detrás de los acontecimientos.
La funcionaria instrumentó controles severos desde octubre. Y desde ahí la inflación no paró de subir. El entorno de Cristina la comenzó a azuzar. La acusaban de timorata y complaciente con los formadores de precios. Español desempolvó viejas ideas de Guillermo Moreno, el funcionario que fue un coleccionista de fracasos.
Ahora fue Axel Kicillof –otra vez- quien impulsó la medida drástica. Kicillof está inquieto por el estrago que la inflación hace en el conurbano, el bastión de Cristina. El precio de la carne pulveriza los planes sociales y los magros ingresos genuinos. Paula Español fue el último sábado a la Quinta de Olivos con las soluciones drásticas.
El Presidente acababa de llegar de Europa y se enfrascó en la cuestión. Convocó también a Santiago Cafiero y a Matías Kulfas. La funcionaria fue con los tapones de punta. Planteó dos medidas drásticas contra el campo, al que culpó de aprovecharse de los precios internacionales. Argumentó la tesis preferida de Cristina: que los hombres de negocios son “malos” y buscan el daño social con sus decisiones. Algo casi infantil. En la década del 60, Aldo Ferrer ya explicó cómo actúan los mercados. Español fue concreta en las medidas propuestas. Primero habló de aumentar las retenciones a las soja, los cereales y a la carne.
Español sugirió –además- cortar mientras tanto las exportaciones de carne. Ahí se armó un fuerte intercambio. Cafiero advirtió el conflicto que generaba con el campo. Kulfas puso reparos y propició la búsqueda de un acuerdo con los frigoríficos. Dicen que no soporta la ambición de Español y el intento de la secretaria de serrucharle el piso. Kulfas también advirtió de la reacción del campo. El ministro había armado un diálogo con las entidades y consideraba que la era necesario profundizar el diálogo.
Fueron ideas que Felipe Solá le propuso a Alberto hace un bimestre. El Presidente le pidió al canciller que “ayudara” con ideas a Paula Español. Ese diálogo entre Español y Solá fue un choque de planetas. Solá –fue gobernador y secretario de Agricultura– conoce mucho al sector. Propuso un acuerdo con los grandes frigoríficos y pactar un precio para el “asado” de los argentinos.
Español no lo escuchó y eligió la confrontación. Esa mediación terminó mal. Felipe se quejó en Olivos: “Así no se puede trabajar”.
En la Mesa de Enlace se afirma que Cristina busca con estas medidas volver a elegir como enemigo electoral al campo. Polarizar, regenerar el orgullo de los militantes gurkas desmotivados por los sinsabores de los traspiés.
Así lo afirmaron en la reunión del martes de la Mesa. Daniel Pelegrina y Jorge Chemes fueron muy combativos. Hablaron de movilización de productores. Carlos Achetoni y Ianizzotto pusieron paños fríos. Ambos afirmaron que un inmediato camino confrontativo le haría el juego a Cristina .
El freno a las exportaciones sería una prueba piloto del Instituto Patria para profundizar la pelea. Alberto no convocó a Olivos al ministro de Agricultura, el supuesto encargado de la política de carnes. Luis Basterra se enteró de la medida con el anuncio oficial. Estaba desahuciado. El ministro ni siquiera pudo opinar y solo se dedicó a sacarse la responsabilidad: “Yo estoy en contra de la propuesta de Español ”. Fue cuando habló con los jefes de la Mesa de Enlace. Los cuatro le reprochaban la decisión y el funcionario, harto e impotente, respondió: “A mí no me citan a Olivos”.
Durante el encuentro en Olivos hubo una comunicación con Martín Guzmán. Fue telefónica. Guzmán trató de sacarle el cuerpo al conflicto. No confrontó. La “troika” Cristina-Axel y Máximo lo están buscando y no se quiere exponer. El ministro habló –diplomático- de buscar otras alternativas y deslizó una advertencia: las medidas dirigistas complican la negociación con el FMI.
Hubo un intento el viernes pasado de hacer un cierre técnico con el Fondo. Sergio Chodos concurrió el jueves al Congreso y se lo confió a Sergio Massa. Pero no prosperó. A último momento se frustró la negociación en Roma. Siguen las diferencias técnicas. “No alcanzó el tiempo”, se justificó un día después el delegado en el FMI.
Alberto contó poco del encuentro con Francisco. El Papa habría criticado la forma como Vilma Ibarra actuó para cambiar el voto de varios senadores en la sanción del aborto.
Pero se comprometió a ayudar en el tema deuda. Francisco está haciendo un curso acelerado de finanzas: en el Club de París hay pruebas de que el Vaticano tiene una delicada situación económica a causa de la pandemia. En la Casa Rosada están muy confiados por una reunión secreta que se produjo entre Francisco y Kristalina Georgieva. Hasta ahora, solo hermetismo.
Se trata de “argentinismos” de los funcionarios: pensar que el Papa les va a resolver lo que ellos son incapaces de hacer. También, que Georgieva, porque es católica, va hacer “la vista gorda” frente a dislates del Frente de Todos.
Cristina puso otra piedra en el camino: hay un unánime e inusual rechazo del mundo de los negocios a su intento de controlar a los fiscales. La vicepresidente, en medio de la pandemia y la pobreza atroz, solo se preocupa por ella y sus denuncias de corrupción.