MARTÍN REDRADO *
Frente a los crecientes desafíos económicos y sociales, Argentina necesita plantear una hoja de ruta que nos permita en forma simultánea estabilizar y crecer. La forma de encarar esta problemática, es a través de un enfoque superador que trabaje sobre tres vectores: el consumo, la inversión y las exportaciones. El problema central que cruza estas tres variables es que se terminaron las cajas en dólares.
Atrás quedó la liquidación record de divisas del primer semestre y aun así nos ha dejado con un nivel de casi 7.000 millones de dólares, muy exiguas frente a los compromisos que debe afrontar nuestro país en los próximos doce meses.
Toda política económica que busque ser robusta, debe tener credibilidad y generar entre los ciudadanos previsibilidad.
En el contexto que vivimos hoy en nuestro país, esto solo es posible con tres condiciones, primero: un conjunto de leyes respaldado por mayorías especiales que ataque los problemas crónicos de nuestra economía, segundo: un programa de convergencia de las variables que administra el poder ejecutivo y tercero: un equipo con capacidad de gestión para implementarlo. Desde este punto de partida existe la necesidad de impulsar un shock de consumo que sea capaz de volcar hacia la economía real, los dólares físicos que están en nuestro país.
Argentina necesita plantear una hoja de ruta que nos permita en forma simultánea estabilizar y crecer. Existe la necesidad de impulsar un shock de consumo que sea capaz de volcar hacia la economía real, los dólares físicos que están en nuestro país.
La necesidad de un programa de estas características, se verá más acuciante en los próximos meses. En efecto, la evolución de los pesos y los dólares de la economía, tendrá su correlato en la expansión de la brecha cambiaria. Si bien las reservas netas del Banco Central muestran un incremento en las últimas semanas, ya aparecen algunas luces de alerta. En detalle, las mismas exhibieron un alza de u$s 3.911 millones en los últimos cuatro meses, comportamiento que fue explicado por el elevado nivel de compras de divisas al sector privado del Banco Central (u$s 5.566 millones). Sin embargo, el ritmo diario de compra de divisas se desaceleró fuertemente, pasando de u$s 110 millones promedio diario en mayo a u$s 35 millones en julio.
En efecto, el ingreso de los dólares del agro comienza a mermar y se evidencia la mayor dificultad que encuentra la autoridad monetaria para hacerse de dichas divisas. La proporción de las liquidaciones agrícolas que son adquiridos por la entidad se redujo a 24% en julio, desde 59% en mayo. Aún más, hacia el fin de la cosecha gruesa, estimamos que las liquidaciones agrícolas aporten sólo 2.300 millones de dólares mensuales entre agosto y diciembre (desde los u$s 3.150 millones de marzo-julio), por lo que las compras del BCRA serán aún inferiores, o incluso se comenzarán a evidenciar ventas.
La creciente tensión cambiaria está dada por la demanda de las reservas netas y el exceso de pesos en la economía. A diferencia de otros períodos, no se observa margen para sostener el atraso cambiario más allá de los comicios, porque esta vez las "cajas están vacías". No se cuenta ni con los u$s 50.000 millones en el Banco Central, ni u$s los 22.000 millones de ANSES que había en 2010, mientras que existen importantes obligaciones de deuda (más de u$s 18.000 millones de vencimientos de capital con el FMI el año próximo).
En cuanto a la evolución de los pesos de la economía, el equipo de Fundación Capital proyecta un mayor desafío monetario hacia adelante, respecto de lo evidenciado en el primer semestre. La prudencia de la política monetaria se apoyó en los primeros meses del año en necesidades fiscales moderadas, con el segundo déficit monetario primario más bajo de los últimos seis años. No obstante, en línea con las mayores necesidades financieras y la expansión del rojo fiscal, en la segunda mitad del año prevemos que la asistencia al Tesoro supere un billón de pesos (vs. $ 240.000 millones en enero-mayo), en línea con lo previsto en el presupuesto, obligando a un mayor esfuerzo de esterilización.
De este modo, estimamos que los pasivos monetarios crezcan un 35% en el segundo semestre, alcanzando $ 8.440.000 millones promedio en diciembre o 76.000 millones de dólares valuados al tipo de cambio oficial, mientras que las reservas netas se ubicarían en torno a los 5.000 millones de dólares hacia fin de año. Es decir, el ratio de cobertura de los pasivos monetarios con las reservas netas resultaría menor al 10% hacia fin de año. Así, se pone de manifiesto un margen de maniobra demasiado exiguo de cara a 2022.
Esta tensa realidad puede revertirse a mi juicio con cinco leyes votadas por mayoría especial de ambas cámaras, para brindar certidumbre en estos sectores: monetaria, fiscal, de modernización impositiva, de impulso a la exportación y de infraestructura.
Argentina puede superar de manera virtuosa esta situación de creciente tensión. Las divisas están en nuestro país. Solo se necesita un programa económico respaldado por leyes que brinden un sendero de certidumbre para las principales variables, capaz de brindarle previsibilidad a nuestra población.
* Economista