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ANÁLISIS
Naishtat: Acuerdo con el FMI, para empresarios, no hay Plan B
CLARÍN/MINING PRESS/ENERNEWS
07/01/2022

SILVIA NAISHTAT * 

Es medianoche y el CEO de la automotriz sigue conectado. “Fue un baldazo de agua fría”, resume a la casa matriz la reunión en la que Martín Guzmán dio detalles de la negociación con el FMI. “No hay plan B”, suelta con la certeza de que si no hay acuerdo se complicarán las cosas y las importaciones. Horas antes, el economista Martín Rapetti había observado que “no hay punto de contacto entre lo que pide el FMI y lo que la Argentina está dispuesta a dar”.

La preocupación se extiende a los que viven del consumo doméstico. A juzgar por el gasto de las familias en los supermercados a fin de año, Argentina habría salido del gris y empató en volúmenes con 2019. Lo que está por verse es si la tendencia prospera más allá del tirón que recibió por el aguinaldo y los bonos por las Fiestas.

En ese sector apareció un nuevo desafío: hacerse de la mercadería con contenedores de electrodomésticos, textiles, artículos de bazar y bicicletas de marca propia que les fabrican en China y que apenas pudieron sacar de la Aduana. Se sumó a la alta inflación y a las restricciones al dólar.

En ese contexto, Coto llamó la atención. Con plantas frigoríficas de exportación, sufrió pérdidas por el cepo a la carne. Decidió dar vuelta la página, contratar a 2.000 empleados y lanzar una inversión de US$ 30 millones. Lo anunció en una solicitada. Sus competidores de capital extranjero, en cambio, atan los planes al arreglo con el Fondo. Y esa es la actitud generalizada.

En la AmCham, que concentra a las multis estadounidenses y europeas, deslizan sus encuentros con el staff del FMI en octubre y con el Tesoro de EE.UU. en noviembre. Sueltan que la visión de los principales accionistas del Fondo es que en 2026, cuando se acabe un supuesto período de gracia en el caso del acuerdo y haya que afrontar pagos, Argentina volverá a renegociar.

Alejandro Díaz, CEO de AmCham, compartió con los directivos sus impresiones acerca de la visión de un board del Fondo en el que no hay lugar a un plan “suave”. Se centran en la endeblez política del país, en una implementación difícil de un programa, y en las reformas que se necesitarían para no ser un defaulteador serial. “O el FMI se flexibiliza o la Argentina se pragmatiza”, concluyeron.

No hay demasiado margen. La inversión extranjera directa que promediaba US$ 7.400 millones al año, cerró en US$ 3.800 millones en 2021. Los precios de los bonos de la deuda argentina indican 52% de riesgo de default antes de 2025 y 92% antes de 2030.

Para el experimentado Miguel Kiguel, hay fatiga en la que ya es una carrera contra el reloj. Observa un final difícil pero igual le otorga un 75 a 80% de probabilidades al acuerdo con el FMI. En su visión, el entorno de las empresas es tan difícil entre los cambios de reglas, la alta inflación y la necesidad de cubrirse, que no deja enfocarse en el negocio. Y llama la atención sobre el caso Alicorp, la peruana que reinaba en el negocio de artículos de higiene personal en las clases populares. Se batió en retirada y dejó todo en manos del management local. ¿Seguirá esa tendencia?

Pero según María Laura Cali, de Sel consultores que indaga las intenciones de contratar gente en las 500 principales compañías, el 32% prevé ampliar dotaciones y apenas 13%, reducirlas. El resto sigue igual.

“Los procesos de búsqueda están activos y son superiores a 2021”, señala Cali al considerar que las empresas de tecnología son las que empujan el mercado laboral. “Es un mundo aparte en el que la lucha por el talento lleva a ajustes importantes de salarios. La otra cara es lo que ocurre en los trabajos tercerizados y eventuales donde la disminución es muy palpable”, asegura.

Un dato: cuando Cali pregunta a las empresas qué valor del dólar tomaron para sus presupuestos, el grueso soltó $ 150. Implica que tienen previsto un ajuste del oficial del 37%.

La genial Joan Didion supo escribir acerca del instante ordinario, aquel que precede al desastre repentino y mucho de ese espíritu reinó en la Casa Rosada tras la derrota de las PASO, con funcionarios que se dedicaron a apagar el incendio electoral y a intentar ordenar y coordinar el gobierno.

Un testigo de una reunión política de alto nivel esta semana observó al vicejefe de Gabinete, Jorge Neme. “No puede ser que cada medida que sale tenga una condena a las empresas”, reprochó a los propios.

En ese cónclave, Neme llamó a trabajar intensamente para que salga el acuerdo con el FMI y describió un escenario tétrico con impacto en la estructura productiva y el empleo si no se arregla. “Un default generalizado es un golpe mortal a la cadena de suministros. Piensen que el sector automotriz depende en 55% de piezas importadas”, les dijo.

Martín Guzmán se mostró menos comprometido, durante el almuerzo en la terraza del Ministerio de Economía, para apurar a los empresarios por los precios. Allí, la situación global sobrevoló el encuentro.

El ministro les habló de la inflación de EE.UU. que cerró en 6,8% y es la mayor de los últimos 50 años, lo que se traduce para Argentina en una suba de la tasa de interés internacional.

Uno de los asistentes se anotició: “No hay más viento de cola”, mientras sus colegas, más prácticos, lo aguijonearon a Miguel Pesce: “¿Qué hacemos con los pesos?”, le preguntaron para añadir otras inquietudes en torno a las reservas y la brecha cambiaria. Al presidente del Central lo notaron muy atento a la evolución de la cosecha en el que será un bimestre casi sin ingreso de dólares.

En el Consejo Agroindustrial, que cobija a esa amplia cadena productiva, hay alarma. Su vocero, José Martins, acaba de pedir una audiencia urgente con Roberto Feletti. Intentará explicar que el fideicomiso que imagina para desacoplar el precio del trigo y del maíz es inviable por la atomización de los actores. ¿Lo escucharán? Los productores autoconvocados decidieron plantar bandera este sábado en la santafesina Armstrong. Y por ese motivo se fractura el Consejo con la partida de la CRA, la Rural y tal vez la Federación Agraria.

Otra medida de la volatilidad es el aumento de pedidos de importación, que para los técnicos es desproporcionado y refleja la urgencia de cobertura. Cuando se consulta en el sistema financiero echan en cara la “lentitud negociadora de Guzmán que no hace más que prolongar la incertidumbre”.

Eso sí, quienes trajinan la city en pleno enero advierten el regreso de los camiones generadores de energía. En los barrios muchas familias sufren los cortes de luz. Sucede en una Argentina que subió en 10.000 megawatts la oferta de energía eléctrica. Fue durante la administración Macri y como afirma un referente de ese sector, hoy sobra energía. A tal punto, que se exportó a Brasil.

La combinación de diez días de ola de calor y falta de inversiones lo echó a perder.

Entre tanto, el pujante sector de energías renovables celebró que se haya liberado capacidad de transmisión en la red eléctrica lo que está empujando más parques eólicos y solares como los de Genneia, YPF Luz y Pampa.

Es curioso. También sobra gas pero nadie toma la decisión de hacer el gasoducto que una Vaca Muerta con Buenos Aires, la zona de mayor consumo. La obra requiere de dos tramos de US$ 1.500 millones cada uno, que se paga solo en un año y medio si se tiene en cuenta el ahorro por la importación de gas.

Argentina, que reconoce US$ 3,50 por millón de BTU a los productores locales, tuvo que asumir US$ 10 el invierno pasado por el gas que trajo de afuera.

Pero en 2022 el precio del gas, que ya se disparó en Europa a 30 a 40 dólares, puede llegar a importarse en esos niveles, advierten en YPF.

En la Secretaría de Energía señalan que el decreto para la construcción del gasoducto está en análisis. Argumentan que requiere especificidades técnicas para un desembolso de $ 50 mil millones que ya están asignados, dado que provienen del impuesto a la riqueza.

Un experto, que aún sobrevive en esa dependencia, confiesa la pérdida de capacidad de ingeniería dentro del Estado como para acelerar esos procesos.

Igual asombra que en otras obras la plata aparezca. El Estado destinó $ 17 mil millones a las represas en el Sur a cargo de los chinos.

De nuevo, el acuerdo con el FMI metió la cola. Los bancos chinos ataron los desembolsos a que se concrete de una buena vez.

* Periodista e ingeniera agrónoma de la Universidad Católica Argentina 


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews