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OPINIÓN
Durán Barba: Lo que llaman gobiernos de izquierda. Lozano: Lejos de Maduro
DIARIOS/MINING PRESS/ENERNEWS
06/02/2022

Lo que llaman gobiernos de izquierda

JAIME DURAN BARBA */Perfil

 Jaime Durán Barba - Wikipedia, la enciclopedia libre

El uso mecánico de las categorías derecha e izquierda, que colapsaron con el fin de la Guerra Fría confunde, en vez de ayudar a comprender la realidad. No existe una conspiración urdida por Fidel Castro y Hugo Chávez, que esté logrando el triunfo de Xiomara Castro en Honduras, Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Luis Arce en Bolivia; que se mantengan en el poder Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela; que suban en las encuestas Lula en Brasil y Gustavo Petro en Colombia. Según ellos, la marea roja estaría provocada por el comunismo internacional que desapareció a fines del siglo pasado. Castro y Chavez murieron hace rato y no dejaron una doctrina que pueda orientar la política en el largo plazo. Ninguno fue Lenin.

Cuba y Venezuela. Cuba y Venezuela son países muy pobres, que no tienen los recursos necesarios para vivir, menos para lograr que los Andes se conviertan en una gran Sierra Maestra como pretendía la OLAS en 1967, bajo el liderazgo del Che Guevara. 

Cuba es un escombro que flota en el mar de los Sargazos, sumida en penurias, con la poca plata que consigue alquilando médicos y con el apoyo de Venezuela que ya quebró, provocando que la cuarta parte de su población huya por el hambre. 

Bajo el liderazgo de Castro, Cuba fue un protagonista importante de la política mundial. Aliada a Rusia, envió tropas a Etiopía, Eritrea, Namibia, Angola, el Congo, entrenó y auspició grupos guerrilleros en casi todos los países de América Latina. Fidel era un líder continental. Cuando llegaba a cualquier país se producían movilizaciones, miles de seguidores lo aplaudían entusiasmados, otros le combatían. 

En las encuestas que hacíamos en los 80, entre un 10% y un 15% de latinoamericanos decía que quería irse a vivir a la isla. El porcentaje de los que ahora dicen lo mismo es cero.

Eso no significa que Cuba pertenezca a la misma categoría de las cleptocracias autoritarias del Caribe. Es impensable que una hija de Miguel Díaz-Canel tenga cuentas por cuatro mil millones de dólares en Andorra, como María Gabriela Chávez, hija del coronel Hugo, quien dijo que ese dinero lo consiguió como vendedora de cosméticos a domicilio; o que sus hijos manejen todos los negocios importantes del país, como hacen los hijos de Ortega en Nicaragua. 

La izquierda tuvo un discurso ético, sus militantes no pretendían convertirse en millonarios, luchaban por ideas. Los comunistas tenían una ética privada tan rígida como la de los grupos más fundamentalistas de la Iglesia Católica, lo que provocó episodios pintorescos como el de Volodia Teitelboim y su hijo en Chile. Nadie ha podido imaginar que los choferes, jardineros, secretarios y amigos de Dilma Rouseff, Michelle Bachelet, José Mujica, Tabaré Vázquez, se conviertan en multimillonarios a la sombra de sus jefes como ocurrió con cierta “izquierda” que es mejor no mencionar. 

Es honesto defender los mismos principios cuando se aplican a los que nos caen bien y a los que nos caen mal. Cuando los militares hondureños deportaron al presidente constitucional hondureño José Manuel Zelaya, lo rechacé de manera contundente en mis artículos. Lo hice también cuando depusieron a Evo Morales en Bolivia y cuando de manera tramposa dejaron fuera de las elecciones de Brasil a Luiz Inácio “Lula” da Silva. Los golpes y las persecuciones frecuentemente ayudan a las víctimas: Arce barrió en Bolivia, Xiomara Castro en Honduras, Lula aparece como el favorito en las encuestas de Brasil. La persecución a Perón durante 18 años lo convirtió en una leyenda y el acoso de los cristinistas hace crecer a Mauricio Macri todos los días. 

Algunos ideólogos dicen que Andrés Manuel López Obrador estaría acabando con una democracia mexicana que habría nacido cuando Vicente Fox ganó las elecciones y puso fin a la “dictadura perpetua” del PRI. 

Democracia. Vale definir qué es la democracia. En principio, es un sistema en el que el poder se genera a través de elecciones libres, competitivas, el presidente no se reelige apresando a los opositores como lo hacen los dictadores de Nicaragua y Venezuela, ni pretende ejercer indefinidamente el poder. 

Después de los Estados Unidos, México es la segunda democracia presidencialista más antigua del mundo. Desde la elección de Álvaro Obregón en 1920, todos sus presidentes han terminado su período en el día que establecía la Constitución, ninguno buscó la reelección. En cien años, no hubo pronunciamientos militares, ni eclesiásticos que pretendieran someter al poder civil como ha sido frecuente en otros países del continente. 

Después de un prolongado dominio del PRI, ganó las elecciones, en el 2000, el Partido Acción Nacional. Ernesto Zedillo entregó el poder ordenadamente. Después se han alternado después presidentes del PAN, del PRI y de Morena, sin que se altere el orden. Nadie duda de que cuando termine su período, AMLO entregará el poder a quien sea elegido en las urnas. Las encuestas dicen que es el mandatario latinoamericano mejor evaluado de este momento. ¿Por qué está terminando con la democracia?

Es antidemocrático suponer que existe la democracia solo cuando se eligen presidentes del gusto de algún intelectual. En cada país, con distintas tradiciones, existe democracia cuando se garantiza que los presidentes proceden de elecciones libres y es posible la alternabilidad.

Los principios democráticos pasan por respetar la autoridad de quienes han sido elegidos, sin organizar asonadas golpistas, llámense Pedro Castillo, Daniel Boric, Guillermo Lasso o Alberto Fernández.  

Chile. Sería ridículo decir que las elecciones en que fue elegido presidente de Chile Gabriel Boric se debieron a la intervención de Maduro y Fidel Castro. El nuevo mandatario chileno hizo una campaña inteligente, con estrategia, con imaginación. Es uno de los pocos políticos que ha entendido que estamos en el siglo XXI, con electores que exigen nuevas formas de comunicación y acción política. Boric no ganó porque lo ayudaron los fantasmas del pasado, sino porque puso la mirada en el futuro, mientras la Concertación, la derecha y José Antonio Kast fueron arrogantes y se quedaron en 1990.

Tan lejos estaba del chavismo que, después de las elecciones, ha criticado abiertamente a la cleptocracia militar venezolana. A esa altura no lo hace porque busca votos que no necesitaba, sino porque quiere construir una alternativa de izquierda moderna. Para quienes amaban tanto la Revolución en el el siglo pasado y para quienes quieren seguir luchando por ideales semejantes en el futuro, es difícil entender a izquierdistas clericales que respaldan a una dictadura militar corrupta, que invoca una revolución que no tiene nada que ver con lo que defendieron los revolucionarios de antaño, ni con el futuro. Boric y AMLO representan dos formas nuevas de replantear la política desde la izquierda.  

Colombia. En Colombia probablemente ganará las elecciones Gustavo Petro. Es equivocado pensar que su éxito se debe al apoyo del castro-chavismo. Las cosas pudieron ser distintas si Iván Duque hubiese tenido una estrategia que logre conectarlo con la gente y conseguir una mejor evaluación. Tanto él como Sebastián Piñera en Chile tuvieron una comunicación equivocada que los alejó de la población. 

¿Pudieron terminar mejor su período? La respuesta es sí. Necesitaban investigaciones, estudios, trabajar con equipos técnicos a los que debían integrar. Menos creencias y más tecnología.

Si la derecha colombiana pretende ganar, no tiene el mejor candidato, que sale de un intrincado sistema de internas. Está haciendo una campaña alejada de los electores, protagonizada por personajes que, siendo respetables, tienen imagen negativa. Son ellos quienes ayudan a la elección de Petro. Es un candidato hábil, que impedirá que lo apoyen en público Maduro, Ortega o Cristina. Cuenta con el apoyo del Papa, quien se tomó una foto para apoyar al más parecido a su ideología, en un país tan católico como Colombia. Tal vez integre a uno de sus voceros a la banca de suplentes del gabinete de Cristina. Así, podría imprimir a la campaña un toque místico, desde la Pontificia Academia de Ciencias, hablando del milagro Petro, como lo hizo hace poco algún otro miembro pío de ese organismo, hablando del milagro argentino de Santa Cristina.

Kirchnerismo. Terminemos esta revisión de esta lista de distintos gobiernos, a los que algunos llaman de “izquierda” hablando del más exótico de ellos, el kirchnerismo. Es la variante ómicron del peronismo: hace mucho ruido, se difunde rápidamente, es superficial y está en su ocaso. 

En el siglo pasado la izquierda no incluía en su lista al peronismo. El Partido Comunista argentino participó tanto de la llamada Revolución Libertadora de 1955, como del Golpe en contra de Isabel Perón en 1976. La URSS defendió en los foros internacionales a la dictadura, invocando la “autodeterminación de los pueblos”, como si los argentinos hubiesen escogido que gobiernen esos militares.

Actualmente varios revolucionarios descubrieron la izquierda cuando todo había terminado, aunque mantuvieron sus privilegios durante el gobierno militar. Dicen que hicieron fortuna gracias al libre ejercicio de su profesión de abogados, nunca presentaron un recurso para defender a alguno de los miles de perseguidos por los militares. 

En un giro pintoresco, descubrieron la izquierda cuando entraban a la tercera edad mental, incluso algunos que no pasaban de los 30 años. Confundieron izquierda con anomia. Hablaremos del tema en nuestra próxima nota.

* Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino

 


La nueva izquierda de la región empieza a tomar distancia de Nicolás Maduro

DANIEL LOZANO */La Nación

Gabriel Boric, presidente electo de Chile, abrió la veda, y el candidato colombiano Gustavo Petro optó por un camino parecido. El mandatario peruano, Pedro Castillo, va y viene en su propio laberinto ideológico y Luiz Inacio Lula da Silva mide las distancias de cara a las elecciones de octubre próximo en Brasil. La izquierda latinoamericana que se asoma al poder rompió las filas prietas de la ideología, sabedora de que hoy los desmanes de Nicolás Maduro, en Venezuela, y Daniel Ortega, en Nicaragua, son tóxicos para sus aspiraciones políticas.

Maduro, en el acto por los 30 años del fallido golpe de Estado de Hugo Chávez, el 4 de febrero de 1992 (Photo by Zurimar Campos / AFP)

 

Es un fenómeno de nuevo cuño liderado por Boric del que, al menos de momento, se excluye a Cuba, pese a la persecución contra los manifestantes pacíficos del 11 de junio, la demoledora represión judicial de las últimas semanas y las huelgas de hambre de presos políticos muy significativos en el interior de sus cárceles. Para refrendarlo, una comisión de eurodiputados acudió en estos días a La Habana para mostrar la fidelidad de comunistas y radicales del Viejo Continente a la revolución de los hermanos Fidel y Raúl Castro.

“En Venezuela hay un retroceso en las condiciones democráticas que ha sido muy brutal, y para qué decir de las condiciones económicas de vida. El éxodo de seis millones de venezolanos es la prueba más fehaciente. Ese no es nuestro camino y nosotros aspiramos a construir una izquierda profundamente democrática, respetuosa de los derechos humanos”, disparó Boric, que a nivel continental ya se ofrece como alternativa a las revoluciones y sus socios y aliados, que simplemente se tapan la nariz ante los abusos de sus amigos.

La condena por “conspiración por cometer menoscabo a la integridad nacional” contra Dora María Téllez, legendaria comandante dos durante la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza y exministra de Salud en los primeros tiempos de la revolución, ha sumado nuevas críticas en contra de Ortega y de Maduro. Téllez es una leyenda para la izquierda continental, no solo para Nicaragua.

“Vergonzoso”, clamó Boric, que ha mostrado su solidaridad férrea con el pueblo nicaragüense que resiste.

“Ortega transformó un sueño libertario en una dictadura bananera”, respondió Petro, candidato izquierdista para las elecciones de Colombia, en gira europea para moderar sus perfil radical a ojos de sus conciudadanos, incluido la “bendición” del papa Francisco. “No voy a quemar iglesias ni tampoco expropiar bancos”, afirmó el exguerrillero en Madrid.

El líder del Pacto Histórico (coalición política colombiana) también se ha visto obligado a castigar dialécticamente a Maduro, a pesar de su fidelidad a la revolución bolivariana durante más de dos décadas y de las esperanzas que Caracas ha depositado en su candidatura para acabar con el gran aliado regional de la oposición democrática.

“La imagen de Maduro no es de un líder de izquierda, es un integrante muy conservador de las facciones más regresivas de la política mundial que están tratando que el mundo permanezca en una economía fósil”, relativizó el exalcalde de Bogotá, cuyo último viaje a Caracas nadie olvidó.

En aquella ocasión, con un país hambriento por el desabastecimiento provocado por el control de precios y las políticas ultraortodoxas de Maduro, Petro ironizó con un supermercado lleno de productos. “¿Me habrá engañado [el canal colombiano] RCN?”, se preguntó, al ocultar la realidad: se trataba de un supermercado de los “enchufados” de Maduro, lejos de la realidad que en aquellos momentos golpeaba a la sociedad venezolana.

“El problema no es tanto Boric, porque él ya ganó. El problema va a ser para Petro, porque necesita conquistar a un sector del electorado colombiano al que le van a sembrar muchas dudas, razonables todas, sobre sus nexos con el chavismo. Lo que está sucediendo hoy en la frontera con Venezuela [conflicto entre las distintas guerrillas colombianas, con el Ejército chavista empleado a fondo en proteger a sus aliados del ELN y de las FARC Segunda Marquetalia] tiene mucho que ver con Maduro, pero también con Chávez. No se puede responsabilizar solo a Maduro”, señaló a LA NACION la politóloga María Riera Puerta.

“Maduro, al igual que Hugo Chávez, es de izquierda. Tan dictador como Augusto Pinochet, que fue de derecha. Los izquierdistas como Petro huyen hacia adelante negando esa realidad y usando eufemismos para no hablar de dictadura en Venezuela. Su alejamiento del chavismo es falso discurso electoral”, sostiene el politólogo Walter Molina.

 

TOMA Y DACA

Casi a la fuerza durante su entrevista con la cadena CNN, Castillo –cuyo gobierno atraviesa fuertes turbulencias políticas– se desmarcó de las dictaduras latinoamericanas, a pesar de que Vladimir Cerrón, líder del oficialista Perú Libre (PL) es el principal aliado de La Habana y Caracas en el país andino.

Con algo más de ímpetu ha protestado Lula los abusos de los derechos humanos y las elecciones tramposas en Nicaragua, aunque como si se tratara de un toma y daca ideológico más tarde pasaba a defender el derecho de Ortega a seguir gobernando, a pesar de los 25 años que lleva al frente del país centroamericano.

“Todos estos liderazgos del nuevo izquierdismo latinoamericano están tratando de salvaguardar lo que fue el chavismo comparado con el madurismo, como si hubiera diferencia entre ambos. El problema no es como dice Boric, que el proyecto fracasó en Venezuela y en Nicaragua. No: el proyecto es el problema”, advierte Puerta Riera.

Durante más de dos décadas, el chavismo ha usado el chantaje diplomático para responder con amenazas e insultos cualquier reacción a sus abusos. “El distanciamiento más importante con la izquierda ocurre con la presentación del primer informe Bachelet en julio de 2019, que junto al inicio de la fase de investigación de la Corte Penal Internacional ratifica el estado de sospecha mundial contra el chavismo”, recuerda el sociólogo Gianni Finco, en referencia a la expresidenta chilena, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Finco también destaca los “escasos o nulos compromisos de Maduro con la agenda de izquierda mundial en temas como el matrimonio igualitario, la despenalización del aborto, la eutanasia, la preservación del planeta o el Estado laico”.

¿Cómo ha recibido Caracas el tirón de orejas? El primero en reaccionar fue Diosdado Cabello, número dos de la revolución bolivariana, para embestir contra Boric: “En Chile todavía gobierna Pinochet y parece que va a seguir gobernando”.

Maduro esperó a la celebración por los 30 años del fallido golpe de Estado de Chávez, del 4 de febrero de 1992, para insistir en uno de sus dogmas desde hace tiempo: la izquierda progresista es cosa de cobardes.

* Periodista y escritor


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