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ANÁLISIS
Ricardo Alonso: Micrometeoritos en tu cabeza
MINING PRESS
08/05/2022

RICARDO N. ALONSO *

Todos los días decenas de toneladas de polvo meteorítico caen sobre el planeta Tierra. Por la distribución de los continentes y de los mares gran parte de ese polvo cae en el océano. Se trata de material micrométrico que se agrega a los sedimentos en cantidades ínfimas.

Lo curioso es que aunque no lo creamos, no lo veamos, ni lo sepamos, parte se acumula en nuestras cabezas. Si juntáramos el pelo en una peluquería y lo laváramos cuidadosamente seguramente encontraríamos muchas de estas partículas.

El espacio exterior está lleno de material meteorítico. Sin ir más lejos el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter es una faja de escombros de un planeta que no llegó a formarse. Desde allí se desprenden cada cierto tiempo objetos que se dirigen a la Tierra. O a planetas vecinos o sus satélites. Los impactos en la Luna expulsan material fundido que cae vitrificado en nuestro planeta. Y algo similar ocurre con Marte.

Los meteoritos de mayor tamaño se pueden recoger en las arenas de los grandes desiertos como el Sahara o en extensos campos de hielo como los de Antártida. Esas superficies son las grandes colectoras de objetos provenientes del espacio exterior. En cambio los micrometeoritos caen por doquier y una de las mejores formas de juntarlos es recogiendo el agua de lluvia. Algo que está al alcance de todos y que incluso puede ser una novedosa y didáctica práctica escolar.

Maximiliano C. L.  Rocca, un estudioso argentino de cráteres de impactos meteoríticos que investiga becado por The Planetary Society (Pasadena, California USA), la prestigiosa institución internacional fundada por el astrónomo norteamericano Carl Sagan, recolecta agua de lluvia en Buenos Aires desde hace varias décadas e identificó hermosos micrometeoritos. Para ello colocó una membrana de un metro cuadrado de superficie para recoger el agua de lluvia y de allí separar las partículas por filtrado, evaporación y con la ayuda de un imán. Encontró esférulas microscópicas, vítreas o metálicas de diversos aspectos. Recientemente me comentaba: “Era impresionante ver las brillantes y hermosas esferas magnéticas recolectadas como  resultado de los meteoros que había en las muestras. Había esferas magnéticas tanto vítreas y translúcidas como de lustre metálico opacas y con tamaños que variaban desde unos pocos micrones hasta el caso de una esfera metálica que media un milímetro”.

El espacio exterior está lleno de polvo cósmico y su caída en la Tierra es permanente. Lo que pasa es que nuestro planeta tiene una intensa actividad dinámica interna y externa que está moviendo y recirculando todo el tiempo los materiales de la litosfera. El ciclo de las aguas, el hielo y el viento remueven y desgastan las superficies erosionando en un lado y sedimentando en otro.

En cambio la Luna, por su ausencia de atmósfera, hace que los materiales se acumulen in situ en una mezcla heterogénea de regolito de los grandes impactos y la lenta sedimentación de polvo cósmico que viene ocurriendo allí en los últimos cuatro billones de años. La marca de la bota del astronauta Neil Armstrong en la superficie lunar en aquel histórico 1969, nos recuerda esa acumulación de polvo gris en el lugar del alunizaje.

En el pasado el planeta Tierra recibió impactos de asteroides, meteoroides, cometas y polvo interplanetario.  Baste recordar el célebre cráter de Chicxulub en México producto del impacto que puso fin a la era de los dinosaurios y otros reptiles terrestres, marinos y voladores unos 66 millones de años atrás.  Ahora bien, los objetos que entran a la Tierra desde el espacio exterior, van a variar en tamaño, composición, masa, ángulo de ingreso y velocidad.

La velocidad de ingreso de estos objetos interplanetarios varía desde unos pocos kilómetros por segundo hasta alcanzar los 80 km por segundo o sea cerca de 300 mil kilómetros por hora. Igualmente, la velocidad promedio es del orden de los 15 km por segundo. El ángulo de entrada también es importante ya que si entra muy en la vertical va a sufrir un fuerte proceso de fricción y desgaste en la atmósfera. En cambio si el ángulo es muy bajo directamente puede rebotar y volver al espacio sin entrar. Entre ambas posiciones de ingreso puede ocurrir un abanico de situaciones.

A ello se debe sumar que los objetos pueden ser pétreos, metálicos o una mezcla de ambos; densos o livianos; y, grandes, medianos o chicos. Algunos entran en ignición en la atmósfera y desaparecen. Otros logran llegar a la superficie y con suerte son recolectados como meteoritos. A veces se presentan como piezas individuales y en otras forman un campo de fragmentos como ocurre con el famoso “Campo del Cielo” en el límite de Chaco con Santiago del Estero. Las estrellas fugaces son precisamente el ingreso de pequeñas partículas que entran en ignición en la atmósfera.

Ellas generan un punto incandescente como el que produce una soldadura eléctrica y puede verse a decenas de kilómetros de altura. Duran solo algunos segundos. La intensa fricción con la atmósfera hace que alcancen temperaturas de hasta 2.000 grados centígrados suficientes para fundir rocas o metales. La mayoría de esas partículas pesan unos pocos gramos y están compuestas por silicatos de hierro y magnesio y aleaciones metálicas de hierro y níquel.

Cuando no se queman totalmente el resultado final de los meteoros es una esfera vítrea o metálica de tamaño micrométrico o hasta milimétrico que flota en la atmósfera y cae lentamente hasta llegar a la superficie terrestre. Los cielos límpidos y las noches oscuras realzan ese espectáculo que en nuestra región alcanza su máxima expresión en la Puna y otras zonas montañosas. Un atractivo más de los cielos nocturnos puneños que debe sumarse a la variada oferta turística.

No hace falta más que salir a la intemperie, sentarse en una roca, mirar el cielo y empezar a ver cada cierto tiempo esas breves estelas intensamente luminosas que dan lugar al nombre de fugaces y a su poético nombre de estrellas. Ahora bien, el polvo microscópico interplanetario, que pesa menos de una milésima de gramo, flota por el espacio y no encuentra casi resistencia al entrar en la atmósfera terrestre. Ese polvillo se sedimenta lentamente a través del aire.

Una vez que está flotando en la atmósfera puede servir de núcleo de condensación a las gotas de agua de lluvia y luego alcanza la superficie dentro de dichas gotas. En las gotas de lluvia hay partículas de polvo interplanetario y más del 70% del material extraterrestre que cae sobre la Tierra desde el espacio exterior cada año es simplemente polvillo microscópico. Llueven en total varios miles de toneladas de micrometeoritos al año y la mayoría de este polvillo proviene de las colas de los cometas.

Max Rocca, que estudió el tema, hizo un muestreo de agua de lluvia en Buenos Aires entre 1986 y 1988. En la recolección que realizó a fines de octubre de 1986 encontró una cantidad inusual de esferas magnéticas. Coincidía justo con la lluvia anual de meteoros denominada “Orionidas” que cruza la órbita terrestre el 21 de octubre de cada año. Los meteoros Orionidas están asociados con la órbita del famoso cometa periódico 1P/ HALLEY. Ese año estaba justo el núcleo del cometa Halley de paso por la vecindad terrestre algo que ocurre una vez cada 76 años.

Rocca sospecha que es muy posible que las esférulas magnéticas, tanto vítreas como metálicas, recolectadas en aquella lluvia de octubre de 1986, vinieran del polvo lanzado por el núcleo del cometa Halley. Max Rocca me compartió algunos de los resultados de sus investigaciones los que serán publicados en mayo de 2022 en el número 33 de la revista Meteoritos, una revista española de difusión internacional de las ciencias planetarias. Los micrometeoritos son entonces partículas cósmicas que pueden recogerse con un simple imán del agua de lluvia. Se han encontrado hasta cinco micrometeoritos en una gota de agua de lluvia.

Las salidas de las canaletas son un lugar interesante de prospección. Igual en su análisis a la lupa o al microscopio hay que saber descartar el polvo eólico, las cenizas volcánicas y las partículas de origen antrópico o sea aquellas provenientes de la actividad humana. Los micrometeoritos son así un tema de investigación científica didáctico y apasionante.

* Doctor en Ciencias Geológicas


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews