Eddy Lavandaio*
El 9 de junio se celebra el “día del geólogo” y por ello consideramos oportuno transmitir un saludo a todos los colegas y un breve mensaje, que podría entenderse como auto crítico pero más bien pretende ser explicativo sobre el uso de un lenguaje que, para los que no son geólogos, puede resultar poco creíble o difícil de asimilar.
La geología es una ciencia natural que estudia la composición, la estructura, el origen y la evolución de nuestro planeta. Mucha gente reacciona con curiosidad ante los informes de los geólogos donde el tiempo se mide en millones de años. A veces esa particularidad intrínseca de nuestra profesión nos impulsa a expresarnos usando el tiempo presente, por ejemplo cuando decimos que la Cordillera “se está levantando”. Aunque no nos damos cuenta, es una invitación para que alguien se quede un rato mirando las montañas para ver si es cierto que se levantan. Y la verdad es que ante los ojos de quienes las miran se encuentran totalmente quietas.
En la práctica, en la escala de los tiempos geológicos, los movimientos son tan lentos que involucran deformaciones y desplazamientos de milímetros o pocos centímetros por año, es decir magnitudes que el ojo humano no acaba de percibir.
¿Y qué pasa cuando exponemos sobre los procesos que forman los continentes y los mares, las montañas y las depresiones?
Comenzamos explicando que la tierra está dividida en capas mas o menos concéntricas que suelen denominarse geósferas y que las que están en directo contacto con el hombre son la atmósfera (aire), la hidrosfera (agua) y la corteza (rocas).
Si decimos que la atmósfera no es continua ni homogénea, que está dividida en masas de aire que se desplazan en distintas direcciones, a las cuales llamamos vientos, esa es una información creíble porque cualquier persona puede ver y reconocer un viento. De la misma manera podemos afirmar que existen las corrientes marinas porque se ve que las aguas se mueven.
En cambio, cuando explicamos que la corteza, sobre la cual estamos parados, está dividida en masas (o placas) rocosas que se mueven en distintas direcciones, la reacción es distinta porque ese movimiento no se ve. Hasta parece lógico que cualquier persona tenga serias dudas sobre lo que decimos.
Por suerte, el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) desarrollado en las últimas décadas está midiendo año tras año esos movimientos y los geólogos dejamos de ser sospechosos de difundir noticias falsas para convertirnos en respetables científicos.
Después de semejante aseveración nos asiste la esperanza de que haya un poco más de respeto por el conocimiento geológico del suelo y subsuelo de la provincia y que se procure una mayor difusión de ese conocimiento, especialmente en los ámbitos educativos, utilizando un lenguaje que induzca a vincularlo con la composición de la Tierra y con los componentes que debemos extraerle para que diferentes industrias elaboren o fabriquen todos los bienes materiales y demás objetos que tenemos y usamos todos los días
Precisamente, somos los geólogos los encargados de buscar y encontrar los lugares donde extraer esos materiales de la Tierra y que en lenguaje geológico se llaman yacimientos. De esta manera el conocimiento científico es aplicado para a una actividad productiva que beneficia a toda la humanidad.
El lenguaje se hace más impreciso cuando debemos referirnos a ciertos fenómenos de peligrosidad geológica. En efecto, basándonos en la descripción de ciertas y determinadas características de un terreno pronosticamos que están dadas las condiciones para que en algún momento se produzca un accidente natural (erupción volcánica, terremoto, caída de rocas, avalanchas, deslizamientos de laderas, hundimiento de terreno, erosión de obras humanas, inundación, corrientes de barro y detritos, etc.) pero no podemos decir en qué fecha ocurrirá el fenómeno.
En este caso, el lenguaje impreciso del geólogo debe utilizarse, por ejemplo, para evitar construir obras o asentamientos humanos en ese lugar o tomar otro tipo de precauciones para cuando ocurra.
Debemos recordar que comenzamos definiendo a la geología como una “ciencia natural” y todavía estamos muy lejos de poder darle precisión matemática a los fenómenos de la Naturaleza. Sin embargo, la definición de lugares y tipos de peligros, como las condiciones y aptitudes de los diferentes terrenos tiene una enorme importancia en los planes de ordenamiento territorial.
En definitiva, el aporte del saber geológico, aunque lo haga con un lenguaje algo impreciso, ayuda a prevenir y solucionar problemas para mejorar las condiciones de vida de la sociedad
*Geólogo. Matrícula COPIG 2774A. Miembro de la Asociación Geológica de Mendoza