Aunque Evo Morales negó ayer la influencia del presidente venezolano, Hugo Chávez, en su decisión de nacionalizar los hidrocarburos bolivianos, es seguro que éste buscará moldear, a través del expertise energético venezolano –en particular, de PdVSA, la petrolera estatal– el desarrollo de la política energética de Bolivia.
El gas no le da a Morales ni remotamente la influencia internacional que el petróleo le facilita a Chávez. Por empezar, no es un commodity mundial, como lo es el petróleo. Y por más jugo que Evo le saque, tampoco le alcanzará para ordenar a partir de ese solo recurso la economía boliviana.
Para dimensionar esas diferencias, baste señalar que en 2005 PdVSA facturó u$s 83.000 millones, de los cuales transfirió al gobierno cerca de u$s 22.000 millones en impuestos y regalías. La empresa estatal no es sólo el principal empleador del país, sino que origina un tercio del PIB, 50% de los ingresos fiscales y 80% de las exportaciones venezolanas. En cambio, las exportaciones de energía de Bolivia totalizaron, en 2005, u$s 1.300 millones.
Un anticipo de la lucha por la influencia sobre la política energética boliviana fue la reacción de Petrobras de ayer, al calificar de "especulación" el anuncio (realizado por el propio ministro de Energía de Bolivia, Andrés Soliz Rada) de una futura asociación entre Bolivia y Venezuela para industrializar el gas mediante una planta separadora de sus componentes: etano, propano y metano. Lo que Brasil consume de Bolivia es gas natural "y no hay necesidad de procesarlo", dijo el director Internacional de Petrobras, Néstor Cerveró. Brasil es el principal cliente de Bolivia, y jugará fuerte para hacer valer esa condición.
Otro aspecto que deberá evaluar el gobierno de Morales son los desempeños productivos de sus interesados consejeros externos. La producción petrolera de Venezuela declinó cerca de 20% desde el pico alcanzado en 1998, el año que Chávez asumió la presidencia. En el mismo período, la producción petrolera de Brasil, con Petrobras a la cabeza, se duplicó. Habrá que ver de cuál estará más cerca el "modelo Evo" para el gas.
SERGIO SERRICHIO