Con la Administración paralizada por segundo día consecutivo, y sin señales certeras de un acuerdo que destrabe la situación, empezó a cundir ayer en Estados Unidos el temor a que la terquedad de los republicanos conduzca al país a una suspensión de pagos de su deuda. El presidente, Barack Obama, incluso invitó a Wall Street a inquietarse por tal escenario después de un día de incertidumbre en la Bolsa.
Creo que esta vez es diferente. Esta vez creo que Wall Street debe preocuparse, dijo Obama en una entrevista con el canal financiero CNBC, en la cual admitió estar exasperado por las batallas con los republicanos en el Congreso.
Estoy exasperado con la idea de que, a no ser que yo diga a 20 millones de personas que no pueden tener cobertura sanitaria, esta gente no reabrirá el gobierno, explicó el mandatario y destacó: Si nos acostumbramos a que un partido pueda chantajear... cualquier presidente que venga después de mí, no podrá gobernar eficazmente.
La alarma por un posible default, que se concretaría el 17 de octubre si el Congreso no aprueba elevar el techo de deuda, fue el mensaje que más tarde Obama dio personalmente a los grandes banqueros de Wall Street, con quienes mantuvo una inhabitual reunión organizada por el Financial Services Forum.
Tanto el mandatario como los banqueros coincidieron en que el llamado shutdown y la suspensión de pagos tienen resultados extremadamente adversos, según indicó en una rueda de prensa posterior a la reunión Lloyd Blankfein, consejero delegado de Goldman Sachs.
Al término de ese encuentro, el consejero delegado del banco Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, explicó a los periodistas que hubo un consenso acerca de evitar cualquier situación que dañe la recuperación económica de Estados Unidos.
Se pueden litigar asuntos políticos en sus foros políticos, pero no deberíamos usar como si fuera un garrote la amenaza de que Estados Unidos no cumpla sus obligaciones y pague sus deudas, agregó y señaló que .
En la reunión estuvieron presentes también representantes de JPMorgan, Citigroup, Deutsche Bank y Bank of America, entre otros.
Todo parece indicar que el cierre del gobierno no será cuestión de pocos días. De hecho, la Casa Blanca anunció ayer la cancelación de parte de la gira de Obama a Asia, que iba a comenzar el sábado, por la parálisis administrativa.
Una reunión convocada ayer por Obama con los líderes del Congreso en busca de una solución terminó sin éxito después de 90 minutos. No van a negociar, salió diciendo el presidente de la Cámara de Representantes y líder republicano, John Boehner. Se refería a la negativa de los demócratas a sacar fondos de la reforma de la salud (el Obamacare) para costear otros gastos de la Administración. Este punto que exigen los republicanos, innegociable para el gobierno por ser justamente el plan estrella de la gestión de Obama, es el que trabó la aprobación del presupuesto y llevó al shutdown.
Ayer, el mandatario advirtió que el ala más dura del Partido Republicano, el Tea Party, está dispuesta a permitir que el país vaya al default.
Cuando tienes una situación en la que una facción está dispuesta a incumplir potencialmente las obligaciones del Gobierno de EE.UU., estamos en problemas, dijo Obama en una entrevista. Y enfatizó: Wall Street y los empresarios de todo el país pueden tener una influencia para evitar que eso ocurra.
El eventual escenario de que la Casa Blanca tenga que lidiar simultáneamente con la parálisis del gobierno y una suspensión de pagos llevaría al país a un nivel de incertidumbre grave, que arrastraría a una crisis a la economía norteamericana, e incluso al resto del mundo.