La Tercera
PERU es probablemente el país que más podría expandir su producción de cobre durante esta década. Si bien Chile espera un récord de inversión en minería de casi US$ 60 mil millones, una buena parte se destinará a reponer los niveles de producción de grandes yacimientos que enfrentan una natural caída productiva.
En Perú, en cambio, de los US$ 48 mil millones de inversión minera, una parte significativa irá a nuevos proyectos que generarán un aumento neto de la producción de cobre. La participación de Perú en la producción mundial podría elevarse desde 8% en 2010 a 15% en 2020. Chile, en el mismo período, pasaría de 33% a 28%.
Perú disfruta de una etapa de crecimiento acelerado similar a la que experimentó Chile en los 90. Son pocos los distritos mineros en el mundo que están disponibles para crecer en la magnitud que ofrece Perú, ya que mientras los distritos maduros (Australia, Canadá, EEUU, Chile) enfrentan desafíos para aumentar su producción, otros distritos con potencial, como los africanos o los asiáticos, suman grandes incertidumbres geopolíticas, institucionales y de viabilidad operativa.
Todas las proyecciones en el mercado del cobre coinciden en que la alta demanda gatillada por China se mantendrá, por lo que el aporte de Chile y Perú será fundamental para equilibrar un mercado que ha estado presionado por una insuficiente producción desde 2004. La elección de Ollanta Humala ha despertado gran inquietud en inversionistas y especialmente en el caso de la minería, ya que el presidente electo explicitó que incrementará los impuestos mineros y podría aplicar otras medidas inspiradas en una visión nacionalista de los recursos mineros.
La gravitación de la minería en la economía peruana y, sobre todo, las tan favorables perspectivas que ofrece esta industria en el país no le harán sencillo al nuevo presidente adoptar medidas radicales que podrían desmantelar la institucionalidad. Es cierto que en los últimos años Perú ha enfrentado una alta agitación social en torno a proyectos mineros, sobre todo de comunidades indígenas, al punto de paralizar algunos de ellos o en otros casos demorando de modo significativo el avance de los mismos. Pero este descontento social ha sido uno de los ingredientes que le han permitido a Humala llegar al poder y, por ende, cabría pensar en una mayor capacidad de manejo de la efervescencia social de parte suya.
Perú es crucial para que el mercado del cobre avance hacia un equilibrio en el mediano plazo. La elección de Humala supone un escenario incierto, pero no necesariamente representa un retroceso para la viabilidad de la minería en ese país. El nuevo presidente deberá conciliar un complejo juego de aspiraciones comunitarias ligadas a proyectos mineros, con la mantención de una base mínima de institucionalidad que ofrezca garantías a los inversionistas. Si Humala resuelve bien esta situación, Perú se consolidará por lejos como el segundo mayor actor de la industria mundial y el mercado del cobre podría esperar una situación equilibrada hacia fines de la década. Si por el contrario fracasa, Perú desperdiciaría una oportunidad única y el mercado del cobre enfrentará una situación crónica de escasez que se extenderá, al menos, hasta la próxima década.