Diario de Cuyo
La falta de inversión por el desaliento privado y factores naturales terminaron con el autoabastecimiento.
En los últimos días se agudizaron los problemas de provisión de combustibles líquidos en las estaciones de servicio locales y se confirmó que todas las centrales hidroeléctricas de la provincia han sido paralizadas por la escasez de agua. Sólo la planta fotovoltaica de Ullum estaba generando electricidad, pero con un aporte mínimo destinado al sistema integrado nacional.
Las dos informaciones puntuales revelan situaciones diferentes respecto al déficit energético que soporta del país: Por un lado se ha llegado a la caída de la producción hidrocarburífera hasta perder el autoabastecimiento logrado en 1987; y por otro, el problema temporal de la merma de los afluentes cordilleranos a las presas de las centrales hidroenergéticas. Este último por naturaleza es cíclico y es probable que el próximo año se revierta, pero no es tan fácil de superar la escasez de petróleo y gas. En este aspecto se han producido las consecuencias anunciadas por los expertos, cuando advirtieron a principios de esta década del gran retroceso en la exploración y explotación de los recursos por falta de inversión privada, que en los últimos años se acentuó por desaciertos políticos.
Lo cierto es que en 2010 la Argentina perdió su condición de país con autoabastecimiento energético, un logro alcanzado a fines de la década del "80 gracias a una política de Estado que permitió tanto el descubrimiento de grandes reservas gasíferas y la mayor producción de crudo junto con la fuerte inversión del sector privado en destilerías y derivados de petróleo que no sólo cubrieron el consumo interno sino alcanzaron altos saldos exportables, entre ellos el suministro de gas a Chile a través del gasoducto andino.
La actual estructura de precios desalienta la producción energética nacional y consecuentemente crecen las onerosas importaciones de tal manera que, en breve, el país tendrá casi total dependencia externa. El gas, el gasoil y el fueloil, subsidiado se paga a precios internacionales muy altos, pero el Gobierno nacional lo acepta porque el modelo económico prioriza a la producción y a la exportación de manufacturas con valor agregado, ya que generan riqueza y empleo, según la explicación oficial, aunque en esta ecuación no figura una subsidiaridad tarifaria justificada en la demanda y el crecimiento.
Los números dirán la verdad dentro de poco, ya que el saldo energético negativo cercano a los 3.000 millones de dólares va a impactar en el superávit comercial del país, que viene en caída libre acelerada desde los últimos meses.