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La crisis económica acelera los tiempos para cambiar los motores de explosión que usan carburantes por otros de energía limpia. El litio juega un papel decisivo porque es el mayor conservador de energía, ideal para fabricar baterías.
Y la Argentina posee un gran potencial. Toyota y Mitsubishi ya participan del negocio para abastecerse del material clave que utilizarán en las baterías de sus autos eléctricos. La Nación y las provincias alientan las explotaciones, llamaron a las empresas, en Jujuy crearon un consejo consultivo y hasta hubo acuerdo entre radicales y peronistas para declarar al litio material estratégico, pero no cumplieron con los pasos institucionales para garantizar la prosperidad de la comunidad donde florece el mineral.
Lo que no hay es estrategia para la explotación razonable del recurso. Se proclama la necesidad de generar valor agregado pero no hay ningún plan para preparar los futuros técnicos que puedan construir las baterías. La provincia de Jujuy posee una estructura de control inservible, hay sólo un policía minero y desconoce a las comunidades aborígenes que por ley son dueñas de la tierra donde se harán las explotaciones. Los pueblos originarios no ven otra perspectiva que el despojo y creen que nuevamente serán ignorados. "Nos tratan como si fuésemos piedras en vez de personas", me dijo Azucena en la Puna la semana pasada. El jueves ejemplificaron con un cartel que encabezaba la marcha de las comunidades en reclamo por sus derechos "Nosotros no comemos baterías".