El Mercurio
Las puertas cerradas de una biblioteca pública en West Norwood, un área gris de la parte sur de Londres, constituyen un indicador económico muy improbable. Pero en una quejumbrosa nota en que se explica el cierre -ladrones despojaron el techo de su revestimiento de cobre, lo que permitió que la lluvia mojara los libros- se indican profundos cambios en la economía global. Y el cobre es el metal que está directamente más involucrado.
La policía en Londres ha notado una estrecha correlación entre los robos como el de West Norwood y el mercado global de los commodities . Alrededor del mundo, los atracos relacionados con cobre se han disparado junto con su precio. Según una serie de informes, la sustracción de cables ha ocasionado retrasos en los trenes y ha detenido las reparaciones de las redes de telecomunicaciones. Calderas de calefacción, tuberías y aparatos de aire acondicionado han sido saqueados.
Se cree que los movimientos del precio del metal anticipan los cambios en la economía mundial. La teoría parece convincente. La excelente capacidad que tiene el cobre para conducir la electricidad y el calor significa que no sólo es utilizado para cablear e instalar tuberías en el mundo. Un automóvil promedio contiene más de 25 kilogramos del metal; los aparatos electrónicos, desde computadores a teléfonos móviles, utilizan cobre para el cableado y los contactos.
Su ubicuidad significa que la creciente demanda debería ofrecer una indicación temprana de un repunte en la industria manufacturera y la construcción. Por ejemplo, el cobre se hundió en las primeras etapas de la crisis crediticia, y luego comenzó a recuperarse, a finales de 2008, meses antes de que el mercado de valores empezara a repuntar. Dicha predictibilidad es ahora motivo de preocupación. A medida que los temores de una nueva recesión aumentan, el cobre se ha desplomado a sus mínimos en diez meses.
Pero este metal es ahora menos sensible a las alzas y bajas de las economías ricas respecto de lo que era antes. En 2003, antes de que todo el peso de la economía china llegara a ser evidente, la tonelada de cobre se cotizaba bajo los US$ 2 mil. Alcanzó los US$ 10 mil por tonelada a principios de este año, antes de caer a los actuales US$ 8 mil 400.
Tal es la escala de urbanización e industrialización de China -las cuales requieren abundantes suministros del metal-, que el país ya consume a lo menos el 40% (y según algunas estimaciones, el 50%) de la producción mundial, que en 2010 alcanzó alrededor de 16 millones de toneladas. Se espera que la demanda mundial por el metal aumente en más de 40% y llegue a 27 millones de toneladas para 2020.