EXPERTO: LA MINERÍA, LA ECONOMÍA Y EL MEDIO AMBIENTE
INFORMACIÓN SOBRE LA MINERÍA
Por Dr. Raúl Fernández. Geólogo. Profesor Titular de Geología de Minas. Universidad Nacional de La Plata. Investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires.
En el mes de enero pasado hubo manifestaciones en contra de la minería (y continúan) en las poblaciones de Famatina y Chilecito de la provincia de La Rioja, que en pocos días se extendieron a otras regiones cercanas o alejadas; fueron apoyadas además en festivales artísticos de gran repercusión nacional. No es la primera vez; algo similar sucedió allí hace unos 4-6 años y hace un par de años en la vecina ciudad de Andalgalá (Catamarca).
Desde luego es importante que la gente participe y esté preocupada por el lugar o entorno en donde vive. Claro que deberán aguantar a los que vienen de otros lados con su lema que en resumen es “No a la mina” y que necesitan mezclarse en esas manifestaciones genuinas machacándoles que la “minera sólo viene a robarse todas las riquezas y degradar tanto su ambiente que no podrán volver a vivir allí”.
La gente preocupada por su hábitat debe tener la máxima información posible sobre la minería (y en general sobre cualquier tema en el que participe). Los medios de comunicación no aportan nada a ello o lo peor, aportan “verdades a medias”; en casos debe ser porque no saben del tema y en otros, porque no conviene a sus intereses. Por cierto, los “No a la mina” rechazarán cualquier información o explicación que no sea la de ellos.
A continuación ofrezco un brevísimo comentario, con el ánimo que quien desea informarse tenga, al menos, una punta.
Actividad minera
En minería hay tres etapas básicas de trabajo, distintas entre si. Conforme a su objetivo y en orden temporal se denominan: prospección (búsqueda), exploración y explotación (producción). Durante la prospección sólo se buscan áreas interesantes para realizar una exploración; esa exploración estudiará con mayor detenimiento alguna de esas áreas y si es exitosa (muy pocas veces sucede) hallará un yacimiento que puede explotarse, es decir, transformarse en una mina en producción. Desde el inicio suelen transcurrir varios años y aún decenas de años. He visto en internet que grupos “No a la mina” ya tienen la cantidad de onzas de oro que hay en el Famatina, una cifra fabulosa y con una precisión digna de una exploración muy avanzada; es curioso, porque todavía no se descubrió ningún yacimiento (ni siquiera comenzó la exploración).
No hay una premeditación en el tamaño y tipo de mina. Cuando se descubre un yacimiento éste puede ser grande o pequeño y la escala de la operación minera será acorde a ese tamaño. Además el mineral hallado puede estar cerca de la superficie o situado en profundidad, lo cual condicionará el tipo de explotación: a cielo abierto o subterránea, respectivamente. Además, pequeñas porciones de esa masa de minerales deben someterse a pruebas en planta piloto para definir cual es el mejor método para separar los minerales útiles de los no útiles, para después decidir que tratamiento se aplicará. Existen numerosas tecnologías para ello que, simplificando, dependen del tipo de mineral y del tamaño de sus partículas. Más adelante me referiré brevemente a una de esas técnicas (cianuración).
He escuchado frases como “no es que nos oponemos a la minería, sino a la megaminería a cielo abierto con uso de cianuro”; esto es porque no comprenden de que se trata. Los proyectos mineros tienen cierta flexibilidad en alguno de sus aspectos y pueden discutirse para llegar a un acuerdo que beneficie a todos los interesados, pero el condicionamiento que posee esa frase la hace una contradicción, es lo mismo que decir “me opongo a la minería”.
Minería y ambiente
La minería no tiene como objetivo contaminar el ambiente. Actualmente se desarrolla con procedimientos muy estrictos para evitar los impactos negativos sobre el ambiente (natural y social). Esos procedimientos, las tecnologías e insumos que se utilizarán en una producción minera se planifican antes de su inicio de modo de prevenir esos impactos y se monitorea su efectividad continuamente durante la “vida” de la mina y posteriormente.
La ley 24585 (de 1995) es el marco jurídico ambiental para la actividad minera. Puede ser mejorada, pero es una norma muy completa y comprende a todas las etapas de la minería (prospección, exploración y explotación con el cierre y post-cierre de mina). Los informes que exige no sólo deben describir exhaustivamente el proyecto y el ambiente de influencia, sino también los posibles impactos sobre el ambiente (incluyendo el social) y las medidas de prevención, mitigación o recomposición. Su cumplimiento debe ser controlado por el estado y la sociedad.
El cianuro es un producto altamente tóxico. Del total que se produce en el mundo, la minería consume alrededor del 15 %; el resto se emplea principalmente en metalurgia, galvanoplastia y elaboración de plásticos y acrílicos. En la minería de oro se utiliza desde hace más de 100 años, por un lado por su rendimiento en la recuperación de ese metal y por otro porque es fácilmente controlable de modo de no producir daños a la salud y al ambiente. La cianuración se practica bajo rigurosas normas de seguridad en un circuito cerrado (reciclado); los residuos que contienen cianuro se tratan adecuadamente ya que se descompone fácilmente con la luz solar, contacto con el oxígeno y actividad biológica; de esta forma esos residuos tienen restos de cianuro por debajo de lo aceptado por las regulaciones ambientales más estrictas.
El agua es un bien muy preciado y necesario para la vida humana. Los estudios sobre aguas superficiales y subterráneas, deberían ser la base para establecer su uso en distintas actividades sin que ninguna de ellas provoque un efecto negativo (o colapso) de la otra y mucho menos que produzca escasez de agua para consumo humano. Desde luego la industria minera utiliza agua por la que paga un canon a la provincia correspondiente; el volumen que utiliza depende en gran medida de las condiciones climáticas de la región donde se emplaza, debido a la evaporación. Una buena parte del agua que utiliza la minería es de reciclado del propio proceso de tratamiento de minerales; pero el agua que se evapora por las condiciones climáticas debe ser repuesta. Sólo para referencia sobre el agua que utiliza la minería, pongo un ejemplo: aproximadamente 40.000 hectáreas de olivares se han incorporado en las provincias de La Rioja y Catamarca en los últimos 10 años; estos nuevos olivares en 6 días utilizan para riego la misma cantidad de agua de reposición que usa en 1 año la mina Alumbrera (Catamarca).
Minería y economía
Además de las leyes generales que correspondan, la minería está regulada por las ley de inversiones mineras 24196 (de 1993) y su modificación ley 25429 (de 2001). En ellas se norma el tema impositivo.
Es notable el desconocimiento que existe sobre los impuestos que paga la minería. Es cierto que esta actividad tiene un marco promocional que la exime del pago de algunos impuestos (o los reduce). Esto constituye parte del “Gasto Tributario” que se define como el monto de ingresos que el fisco deja de percibir al otorgar un tratamiento impositivo que se aparta del establecido con carácter general en la legislación tributaria, con el objetivo de beneficiar a determinadas actividades, zonas, contribuyentes o consumos.
En el año 2010 el gasto tributario total fue del orden de 28.000 millones de pesos, del cual a la minería le correspondieron 452 millones (para comparar fue menos de la mitad de lo que dejó de percibir el fisco por la devolución parcial del IVA por compras con tarjeta).
Ahora veamos lo que paga. Cuando el proyecto es aprobado por la autoridad correspondiente puede entrar en el “régimen de estabilidad fiscal”; esto es, debe pagar todos los impuestos vigentes a esa fecha sin que pueda aumentarse la carga fiscal total por 30 años. Entre los principales impuestos pagará “ganancias” (35%), “retenciones” (5% en la exportación de lingotes y 10% en la de concentrados), los impuestos a los combustibles, energía e ingresos brutos (provincial). Además debe pagar las “regalías” (3% sobre el valor en boca de mina”). En el año 2010 la minería pagó en impuestos alrededor de 4.300 millones de pesos a la nación y 1.300 millones de pesos a las provincias (en total 12 veces lo que fue el gasto tributario).
Estos datos contradicen la insistente frase “la minería se lleva todo y no deja nada para el país”.
Otro dato económico es que en 2010 Argentina exportó como productos minerales alrededor de 4.500 millones de dólares e importó por un valor de cerca de 2.000 millones de dólares en ese mismo rubro. Entonces el saldo comercial fue positivo para nuestro país por un valor de 2.500 millones de dólares.
Hay numerosas estimaciones acerca de cómo se reparte el dinero que genera un proyecto minero; en líneas generales son coincidentes. Una de esas estimaciones realizada por una consultora privada (no gubernamental) con datos propios y de la AFIP, expone que en promedio el dinero generado por la minería se reparte en: 33% para el consumo intermedio y salarios, 34% en impuestos nacionales y provinciales y 31% de beneficio para la empresa.
No quiero ofrecer conclusiones sobre estos comentarios. Espero que las obtenga el lector.
Vuelva a HOME