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Debate
(Opinión) BÁRCENA: "PATRIMONIO CULTURAL Y MIINERÍA". RAÚL FERNÁNDEZ (GEÓLOGO): "EXPLORACIÓN Y EXPLOTACIÓN"
22/02/2012

Arqueología, patrimonio cultural y minería

Los Andes

Por J. Roberto Bárcena - Incihusa - Conicet, FFyL-UNCuyo, UNLar

Días pasados, junto con dos miembros de nuestro equipo de labores del Conicet/UNCuyo, prof. J. P. Aguilar y técnico C. Tivani, realizamos una más de nuestras campañas anuales de investigaciones arqueológicas al área de pasos de la cordillera de los Andes, en el oeste de La Rioja.

Trabajamos en el sector del paso de La Ollita, que remontamos hasta 4.700 msm, sumando a nuestro hallazgo de hace tiempo de un tambo incaico del lugar, el descubrimiento al pie del paso, siempre del lado argentino, de otros dos grupos de construcciones de ese período; siendo uno de ellos, según nuestra interpretación, un característico ushnu o conjunto de plataformas ceremoniales con escalinatas de acceso.

El otro grupo, donde asimismo reconocimos impronta incaica en parte de sus construcciones, tiene por base estructuras pircadas como recintos circulares y semicirculares, tratándose en este último caso de los típicos parapetos, utilizados para la caza, de camélidos como la vicuña y el guanaco, que en otras partes del área cordillerana hemos datado entre aproximadamente el 900 después de Cristo y unos 4.000 años anteriores a la era.

El tambo incaico mencionado más arriba, abarca un área relativamente amplia, dividido en dos sectores por una lomada que los protege de los vientos, estando dominados visualmente ambos por una estructura sita en la falda del cerro que limita el lugar por el oeste, mientras que por el este, el límite cercano es el arroyo La Ollita.

Conformado por varios RPC o “canchas” características de la arquitectura incaica -se trata de recintos pircados, encerrados en un rectángulo de paredes de piedra y que tienen vanos que se abren a patios-, el tambo reviste envergadura de cientos de metros en sentido longitudinal, mostrando mayor calidad arquitectónica que otro sitio incaico cercano, de la confluencia del arroyo La Ollita con el que podríamos denominar Verde, al que llamamos Tambo Minero y hemos estudiado en los últimos años.

Luego del registro arquitectónico de las estructuras pircadas de este tambo de La Ollita, realizamos sondeos arqueológicos en él, que nos permitieron reconocer en los estratos una sucesión de ocupaciones con lapsos de habitabilidad, que señalarían el uso durante el verano, en un área potencialmente difícil de habitar fuera de esta estación, como ocurre aún en la actualidad.

Esas ocupaciones estaban marcadas en los sedimentos por los niveles de carbones y cenizas de los fogones, como así por los restos de vasijas cerámicas, fragmentos de huesos de camélidos, quemados o no, como asimismo por restos de drupas, probablemente de mistol -fruto de tierras más bajas de La Rioja y del Noroeste argentino, que fructifican entre diciembre y marzo-, entre otros.

Los fragmentos de cerámica hallados reflejan claramente aspectos del proceso de dominación incaica regional, cuyo lapso fue entre aproximadamente 1470 y 1536 después de Cristo, fecha esta última del paso por el territorio, camino de Copiapó y del valle central chilenos, de las huestes españolas bajo comando de Diego de Almagro.

Justamente esa cerámica, con distinto énfasis de presencia según los distintos RPC del sitio de La Ollita, representa tipos confeccionados bajo influencia incaica por los diaguitas chilenos.
Corresponden a tipos como los que denominamos, en conjunto con los arqueólogos chilenos, diaguita de la fase de aculturación incaica, Copiapó negro sobre rojo o negro y rojo sobre crema; o bien pueden compararse con los conocidos tipos inca provinciales y con los relacionados con la cerámica Saxámar.

Esta última se atribuye a las comunidades Pacajes incaizadas del altiplano boliviano, mientras que todo el conjunto cerámico hallado refrendaría hipótesis sobre la intensa movilidad de grupos humanos bajo dominación incaica.

Esta movilidad, establecida en la forma de mitimaes u otras de imposición de traslados por el Estado inca, es comparable con la que también se advierte por las evidencias cerámicas de otros sitios del área y de esa época, al igual que arroja similitudes con lo que ocurre en los sitios trasandinos equivalentes.

Como se aprecia en esta síntesis sobre avances en el descubrimiento, estudio y caracterización de un relevante patrimonio cultural de esta parte de la cordillera andina, se impone, como lo hacemos, informar a las autoridades provinciales, que facilitan nuestra labor con sus permisos anuales para el trabajo científico, colaborando, si estas lo requieren, con los proyectos de protección y conservación que decidan desarrollar al respecto.

En este sentido es dable destacar que a esas autorizaciones que permiten los trabajos se suman las aprobaciones de nuestros proyectos de investigación en el sistema científico nacional dotándolos de subsidios, como lo hacen el Conicet, la ANPCyT, la UNCuyo y la UNLar.

Estimamos que semejante esfuerzo, inversión y valor agregado resultante, debería corresponderse con una organización y control estatal in situ del espacio cordillerano andino, que contemplara el conjunto de actividades permitidas en él, como asimismo la incidencia ambiental y sobre el patrimonio cultural.

Esto generaría un ordenamiento efectivo que, al conocimiento de los proyectos que pasan para su aprobación por las distintas secretarías gubernamentales, sumara una acción directa de campo, que controlara el efectivo cumplimiento y evitara los pasivos patrimoniales, ambientales y culturales.

Esto necesitaría una coordinación de los distintos ámbitos de gobierno en áreas como minería, ambiente y patrimonio cultural, por citar algunas, e implicaría una presencia efectiva de los mismos en las áreas señaladas.

Este control podría establecerse aprovechando incluso, como es el caso de La Rioja, el sistema ya establecido de la Reserva Provincial Laguna Brava.

Aún sin desconocer los esfuerzos gubernamentales, esta observación viene a cuento de haber apreciado en la campaña arqueológica que referimos, la labor de empresas de prospección y de exploración minera, con las que establecimos algún contacto, advirtiendo actitudes de su personal que podrían interpretarse como de celo excesivo sobre un área, que se alude como concesión, sin que pudiese requerirse en el sector alguna presencia de autoridad gubernamental que atendiera las diferencias que pudieran surgir (vg: maquinista de pala mecánica que la cruza en la huella para no dejar avanzar al equipo autorizado de arqueología, indagación de personal de la misma empresa sobre la autorización que podría tenerse, entre otros).

En nuestra opinión, el ya amplio debate sobre las acciones y usos del patrimonio ambiental y cultural, nacional y provincial, principalmente andino y como tal en zona de frontera, debería prevenir y/o regular aparentes potestades de particulares, esgrimidas en terreno, muchas veces en zonas inhóspitas, con la presencia efectiva de autoridades legales en estos lugares.

Exploración y explotación

Página 12

Por Raul Fernandez - Geólogo. Doctor en Ciencias Naturales. Profesor titular de Geología de Minas. Universidad Nacional de La Plata. Investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires

En enero hubo manifestaciones en contra de la minería (y continúan) en las poblaciones de Famatina y Chilecito de la provincia de La Rioja, que en pocos días se extendieron a otras regiones cercanas o alejadas. No es la primera vez. Algo similar sucedió allí hace unos 4-6 años y hace un par de años en la vecina ciudad de Andalgalá. Es importante que la gente participe y esté preocupada por el lugar o entorno en donde vive. Deberán aguantar a los que vienen de otros lados con su lema que, en resumen, es “No a la mina” y se mezclan en esas manifestaciones genuinas machacándoles que la “minera sólo viene a robarse todas las riquezas y degradar tanto su ambiente que no podrán volver a vivir allí”.

La gente preocupada por su hábitat debe tener la máxima información posible sobre la minería (y en general sobre cualquier tema en el que participe). Los medios de comunicación no aportan nada a ello o, lo peor, aportan “verdades a medias”. En algunos casos debe ser porque no saben del tema y, en otros, porque no conviene a sus intereses. Por cierto, los “No a la mina” rechazarán cualquier información o explicación que no sea la de ellos.

Actividad

En minería hay tres etapas básicas de trabajo, distintas entre sí. Conforme a su objetivo y en orden temporal se denominan: prospección (búsqueda), exploración y explotación (producción). Durante la prospección sólo se buscan áreas interesantes para realizar una exploración. Esa exploración estudiará con mayor detenimiento alguna de esas áreas y si es exitosa (muy pocas veces sucede) hallará un yacimiento que puede explotarse, es decir, transformarse en una mina en producción. Desde el inicio suelen transcurrir varios años y aun decenas de años. En Internet grupos “No a la mina” ya tienen la cantidad de onzas de oro que hay en el Famatina. Una cifra fabulosa y con una precisión digna de una exploración muy avanzada. Es curioso porque todavía no se descubrió ningún yacimiento y ni siquiera comenzó la exploración.

No hay una premeditación en el tamaño y tipo de mina. Cuando se descubre un yacimiento, éste puede ser grande o pequeño y la escala de la operación minera será acorde a ese tamaño. Además el mineral hallado puede estar cerca de la superficie o situado en profundidad, lo cual condicionará el tipo de explotación: a cielo abierto o subterránea, respectivamente. Además, pequeñas porciones de esa masa de minerales deben someterse a pruebas en planta piloto para definir cuál es el mejor método para separar los minerales útiles de los no útiles, para después decidir qué tratamiento se aplicará. Existen numerosas tecnologías para ello que, simplificando, dependen del tipo de mineral y del tamaño de sus partículas.

Frases como “no es que nos oponemos a la minería, sino a la megaminería a cielo abierto con uso de cianuro” se expresan porque no comprenden de qué se trata. Los proyectos mineros tienen cierta flexibilidad en alguno de sus aspectos y pueden discutirse para llegar a un acuerdo que beneficie a todos los interesados, pero el condicionamiento que posee esa frase la hace una contradicción: es lo mismo que decir “me opongo a la minería”.

Medio ambiente

La minería no tiene como objetivo contaminar el ambiente. Actualmente se desarrolla con procedimientos muy estrictos para evitar los impactos negativos sobre el ambiente (natural y social). Esos procedimientos, las tecnologías e insumos que se utilizarán en una producción minera se planifican antes de su inicio de modo de prevenir esos impactos y se monitorea su efectividad continuamente durante la “vida” de la mina y posteriormente.

La Ley 24.585 (de 1995) es el marco jurídico ambiental para la actividad minera. Puede ser mejorada, pero es una norma muy completa y comprende todas las etapas de la minería (prospección, exploración y explotación con el cierre y post cierre de mina). Los informes que exige no sólo deben describir exhaustivamente el proyecto y el ambiente de influencia, sino también los posibles impactos sobre el ambiente (incluyendo el social) y las medidas de prevención, mitigación o recomposición. Su cumplimiento debe ser controlado por el Estado y la sociedad.

El cianuro es un producto altamente tóxico. Del total que se produce en el mundo, la minería consume alrededor del 15 por ciento; el resto se emplea principalmente en metalurgia, galvanoplastia y elaboración de plásticos y acrílicos. En la minería de oro se utiliza desde hace más de 100 años, por un lado por su rendimiento en la recuperación de ese metal y, por otro, porque es fácilmente controlable de modo de no producir daños a la salud y al ambiente. La cianuración se practica bajo rigurosas normas de seguridad en un circuito cerrado (reciclado). Los residuos que contienen cianuro se tratan adecuadamente ya que se descompone fácilmente con la luz solar, contacto con el oxígeno y actividad biológica. De esta forma esos residuos tienen restos de cianuro por debajo de lo aceptado por las regulaciones ambientales más estrictas.

El agua es un bien muy preciado y necesario para la vida humana. Los estudios sobre aguas superficiales y subterráneas deberían ser la base para establecer su uso en distintas actividades sin que ninguna de ellas provoque un efecto negativo (o colapso) de la otra, y mucho menos que produzca escasez de agua para consumo humano. Desde luego la industria minera utiliza agua por la que paga un canon a la provincia correspondiente. El volumen que utiliza depende en gran medida de las condiciones climáticas de la región donde se emplaza, debido a la evaporación. Una buena parte del agua que utiliza la minería es de reciclado del propio proceso de tratamiento de minerales, pero el agua que se evapora por las condiciones climáticas debe ser repuesta. Sólo para referencia sobre el agua que utiliza la minería, un ejemplo: aproximadamente 40.000 hectáreas de olivares se han incorporado en las provincias de La Rioja y Catamarca en los últimos 10 años. Estos nuevos olivares en 6 días utilizan para riego la misma cantidad de agua de reposición que usa en 1 año la mina La Alumbrera (Catamarca).

Economía

Además de las leyes generales que correspondan, la minería está regulada por la Ley de inversiones mineras 24.196 (de 1993) y su modificación, Ley 25.429 (de 2001). En ellas se norma el tema impositivo.

Es notable el desconocimiento que existe sobre los impuestos que paga la minería. Es cierto que esta actividad tiene un marco promocional que la exime del pago de algunos impuestos (o los reduce). Esto constituye parte del “gasto tributario” que se define como el monto de ingresos que el fisco deja de percibir al otorgar un tratamiento impositivo que se aparta del establecido con carácter general en la legislación tributaria, con el objetivo de beneficiar a determinadas actividades, zonas, contribuyentes o consumos.

En 2010 el gasto tributario total fue del orden de 28.000 millones de pesos, del cual a la minería le correspondieron 452 millones. Para comparar, fue menos de la mitad de lo que dejó de percibir el fisco por la devolución parcial del IVA por compras con tarjeta.

Ahora veamos lo que paga. Cuando el proyecto es aprobado por la autoridad correspondiente puede entrar en el “régimen de estabilidad fiscal”. Esto es, debe pagar todos los impuestos vigentes a esa fecha sin que pueda aumentarse la carga fiscal total por 30 años. Entre los principales impuestos pagará “Ganancias” (35 por ciento), “retenciones” (5 por ciento en la exportación de lingotes y 10 por ciento en la de concentrados), los impuestos a los combustibles, energía e Ingresos Brutos (provincial). Además debe pagar las “regalías” (3 por ciento sobre el valor en boca de mina”). En 2010 la minería pagó en impuestos alrededor de 4300 millones de pesos a la Nación y 1300 millones de pesos a las provincias: en total doce veces lo que fue el gasto tributario.

Estos datos contradicen la insistente frase “la minería se lleva todo y no deja nada para el país”.

Otro dato económico es que en 2010 Argentina exportó como productos minerales alrededor de 4500 millones de dólares e importó por un valor de cerca de 2000 millones de dólares en ese mismo rubro. Entonces el saldo comercial fue positivo por un valor de 2500 millones de dólares.

Hay numerosas estimaciones acerca de cómo se reparte el dinero que genera un proyecto minero. Una de esas estimaciones realizada por una consultora privada (no gubernamental), con datos propios y de la AFIP, expone que en promedio el dinero generado por la minería se reparte en: 33 por ciento para el consumo intermedio y salarios, 34 por ciento en impuestos nacionales y provinciales y 31 por ciento de beneficio para la empresa


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