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Debate
(Opinión) OSCAR MORENO (ING. MINAS): "LA CANTIDAD TAMBIÉN CUENTA"
13/03/2012
Oscar Eduardo Moreno

La cantidad también cuenta

El Ancasti

El único objetivo que me moviliza a hacer público este artículo es contribuir, desde mi rol de docente universitario, a informar a la población sobre cuestiones técnicas relacionadas con la actividad minera, procurando de ese modo, acercar posiciones entre los sectores de nuestra sociedad que se hallan enfrentados (ambientalistas y manifestantes a favor de la minería), a fin de dar una solución definitiva a esta controversia que nos permita generar el tan ansiado despegue económico que se merece nuestra provincia.


Dado que el principal cuestionamiento que los sectores ambientalistas efectúan hacia la actividad minera, sobre todo a la minería a cielo abierto, es que la consideran responsable de un alto grado de contaminación ambiental, es conveniente hacer algunas aclaraciones con respecto a las sustancias químicas que se generan como producto de esta actividad, y cuyos efectos nocivos deben analizarse a la luz no sólo de la naturaleza o tipo de sustancia que se considere; sino también, se debe tener en cuenta además: la proporción, o cantidad relativa; o más propiamente dicho, la concentración de estas sustancias tanto en el producto final, como en las diferentes etapas o pasos que se verifican en el proceso de concentración o tratamiento del mineral que se va a producir o separar.


Digo esto porque el imaginario popular le ha otorgado a algunas sustancias, como por ejemplo el cianuro o el arsénico, el carácter inapelable de “venenos” o “sustancias mortales” cuya sola mención, les hace poner la piel de gallina a más de uno; y esto sucede tanto cuando hablan de pequeñas cantidades como cuando se refieren, a grandes cantidades de las mismas; es decir, no se tienen en cuenta las cantidades relativas en que se hallan estas sustancias en un cierto volumen de mineral o solución portadora de las mismas.


Esta cantidad relativa, técnicamente llamada “concentración”, hace que cualquier sustancia que se halle en bajas proporciones pueda resultar inofensiva o inocua, a pesar de que la misma sustancia pueda constituir un peligro potencial en altas proporciones.
Por ello, todas las organizaciones mundiales de la salud y del control del medio ambiente se han encargado de establecer, sanción de una ley de por medio (en nuestro país rige la Ley de protección ambiental Nº 24.585) cuáles son los valores de concentraciones que resultan peligrosos o nocivos para cada una de las sustancias químicas que se manejan en la industria; de allí nacieron los índices que se conocen como T.L.V. (Treshold limits values), o valores umbrales límites, que se pueden definir como las cantidades máximas que pueden existir en un ambiente de trabajo de una sustancia dada, sin que ésta resulte peligrosa para la seguridad o la salud de las personas que allí trabajan.


Por ejemplo, el tan difamado cianuro del cual se habla en minería, es en realidad, el cianuro de sodio, un polvo blanco de aspecto similar a la sal común, con un ligero olor a almendra, que tiene diversos usos o aplicaciones en la industria. Se usa como sólido o en solución acuosa en la industria de los tejidos, en la extracción de minerales metálicos, en galvanoplastia y baño de limpieza de metales, en el fortalecimiento de metales y en la industria de los insecticidas.


El límite legal de cianuro en el aire, o valor umbral límite, es de 5 mgfm3 (miligramos por metro cúbico), como promedio durante un turno laboral de 8 horas de trabajo. Pasada esta cantidad, comienzan a aparecer efectos perjudiciales en el organismo a medida que aumenta la concentración: el cianuro en contacto puede afectarte irritando la piel y los ojos; respirarlo puede irritar la nariz, la garganta y los pulmones causando tos y falta de aire; e incluso, en altas concentraciones, produce dolor de cabeza, mareos, taquicardia, pérdida de conocimiento y finalmente la muerte. Otros efectos perjudiciales que se han reportado en el cianuro son el agrandamiento de la glándula tiroides, daño al sistema nervioso y disminución de los glóbulos sanguíneos, secreciones, hemorragias y lesiones en la nariz, etc. El hecho de saber que se trata de una sustancia tóxica hace que nos veamos obligados a tener extremos cuidados en su manejo de modo que nunca su concentración pueda acercarse al límite peligroso que hemos indicado. A nadie, por ejemplo, se le ocurriría rociarse un insecticida en la nariz e inhalarlo, ya que el cianuro y otros componentes del mismo seguramente causarían daño en nuestro organismo.
En relación con el cianuro, el profesor Mario Félix, investigador principal de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) bonaerense, señaló recientemente, en declaraciones a radio Continental, la necesidad de “poner en perspectiva” la industria de la minería a cielo abierto y desestimó los cuestionamientos al uso del cianuro, porque se trata de un elemento que “no produce ningún problema” en la naturaleza. Félix, profesor titular de Química Inorgánica de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), afirmó que al analizar la composición de los minerales en la Tierra, se advierte que “no existe en el planeta un solo mineral que tenga cianuro como componente”. “Podemos encontrar sulfatos, carbonatos, nitratos, pero no cianuratos”; dijo, y explicó que ello se debe a que el cianuro es un ácido muy débil y volátil que se oxida fácilmente con la luz solar y el nitrógeno del aire. Félix recordó que el cianuro “es un elemento muy importante, que tuvo mucho que ver con el inicio de la vida en la Tierra” y que actualmente se produce en grandes cantidades para la industria textil. “El 80 por ciento del cianuro se utiliza, en bajas concentraciones, en la industria de los tejidos no celulósicos y las plantas que lo emplean lo manipulan en grandes ciudades donde están instaladas”, explicó.


El investigador desestimó con ello los perjuicios contaminantes que se le endilgan al empleo del cianuro en la minería y señaló como ejemplo de ello la extracción de cobre que se realiza en Chile con esa metodología y la particularidad de la localidad de Waihi, en Nueva Zelanda. Félix puntualizó finalmente que en las plantas mineras el cianuro “es debidamente tratado y reciclado” y los restos que quedan “son fácilmente destruibles por métodos de oxidación”. “El cianuro no produce ningún problema en la naturaleza”, concluyó.


Otras sustancias de muy mala reputación, además del cianuro, son el plomo, el arsénico y el fósforo, cuyos valores umbrales límites son de 30 ug/dl (microgramos por decilitro), 10 ug/m3 y 15 ug/m3 respectivamente. Todas ellas, pasadas las concentraciones citadas producen daño en el organismo humano. El exceso de plomo, entre otras cosas, produce severos daños al sistema nervioso central, a los riñones y una enfermedad llamada saturnismo. Sin embargo, en bajas concentraciones se usa soldaduras, fabricación de pinturas, combustibles, caños, cosméticos y recipientes. El arsénico, cuando se halla muy concentrado, afecta a la piel produciendo manchas en forma de parches, cáncer de piel, pulmón y vejiga, cardiopatías y hepatitis tóxica. No obstante, en bajas concentraciones se emplea como agente de aleación para metales pesados, en soldaduras, herbicidas, y hasta en la producción de medicamentos; lo cual nos indica que una misma sustancia que puede resultar nociva para el organismo en concentraciones altas, puede llegar a producir efectos benéficos en bajas concentraciones. Y finalmente, el exceso de fósforo afecta al aparato digestivo produciendo náuseas, diarreas, insuficiencias renal y hepática, toxicidad cardíaca, convulsiones, coma, e incluso, la muerte. Sin embargo, en bajas concentraciones se usa en la fabricación de cerillas, explosivos, industria electrónica, abonos, fertilizantes y plaguicidas. El uso del fósforo como abono es emblemático, ya que agregado en cantidades moderadas produce la fertilización de los suelos, mientras que un exceso de esta sustancia produce degradación y esterilización de los mismos. Es decir, cualquier sustancia que se halle en concentraciones elevadas va a causar contaminación ambiental en los ecosistemas, y en consecuencia puede afectar a nuestro organismo. Por ejemplo, el cloro que se le agrega a las piletas de natación actúa como bactericida protegiéndonos de las enfermedades; pero un exceso del mismo puede causarnos irritación de la piel; y al ingerirlo, puede producirnos ardor en el estómago y afecciones intestinales.


En conclusión, no sólo el tipo de sustancia será el que determine si es capaz de producirnos daño o no, sino que además intervienen otros factores, tales como la concentración (que es quizás, el factor más importante), el tiempo de exposición, su estado de agregación (sólido, líquido o gaseoso), la sensibilidad personal, las medidas de protección, el grado de aislamiento, etc.


Con estas aclaraciones, espero contribuir a una mayor información de la población, de modo que el ciudadano común, ante una problemática que nos interesa a todos como es la minería, pueda emitir juicios más fundamentados en cuestiones técnicas, y no limitarse a repetir los comentarios que escuchó o recibió por Internet, sin antes haber analizado la veracidad de tales dichos.

Oscar Eduardo Moreno
Ingeniero en Minas
DNI 14.058.446


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