Aunque la oposición a la minería se presenta férrea, es de destacar el encuentro entre grupos pro y antimineros. Esto se produjo el último domingo, en Cerro Negro. Un grupo de manifestantes, llegados de todo el país, que expresan su oposición a la minería. Otro grupo, denominado “Catamarqueños por el trabajo”, defienden las fuentes de trabajo que produce la industria minera.
Ambos grupos acordaron conversar sobre los efectos y consecuencias del corte de la ruta.
Es posible mirar con algún optimismo lo ocurrido el fin de semana en el cruce de las rutas 60 y 40. Allí, en el medio de la nada, y con varios grados de temperatura bajo cero, hubo un primer esbozo de diálogo entre ambos grupos.
Con distintas motivaciones, pero con un objetivo común: entre los catamarqueños es posible hablar y entenderse.
Los representantes de Andalgalá y Belén estaban pidiendo que se desarrollen más rápido los proyectos mineros para tener mayores posibilidades de trabajo. Los de Tinogasta, tratando de que se libere el tránsito para no obstaculizar las actividades de los comerciantes de la zona.
En el medio, la Policía actuó como garante de paz entre los integrantes de ambos grupos para que puedan dialogar. Como resultado, se pudo llegar a un principio de acuerdo y se levantó el corte de ruta. Eso fue hasta el lunes pasado, día en que la asamblea de los ambientalistas resolvió seguir con las medidas de protesta a la vera de la ruta. Y ayer, los promineros anunciaron que en breve montarán una suerte de campamento de vigía en las inmediaciones para garantizar el libre tránsito.
Sería necio desconocer que entre las partes existe desconfianza mutua. Es lógico: cada una lucha por un objetivo distinto y opuesto. Sin embargo, ésta fue la primera vez que los referentes de cada una se sentaron a dialogar.
Fue una muestra de que los catamarqueños buscan un entendimiento. Tal instancia de acercamiento, por otra parte, dejó al desnudo que son activistas de afuera quienes pretenden, con objetivos perturbadores, transformar lo que puede ser una fuente de desarrollo y trabajo en un caos. Ésta fue una de las principales quejas de los grupos pro-mineros, quienes pudieron detectar que en el corte de los ambientalistas la mayor cantidad de personas eran foráneas, y tampoco pertenecían a los departamentos cercanos.
Los catamarqueños “por el trabajo y el desarrollo” anunciaron que van a movilizarse hacia el Paso de San Francisco, para pedir la liberación de dicha vía internacional para permitir la comunicación de la región NOA con Chile y el océano Pacífico.
El Gobierno provincial reiteró, por su parte, que su meta es el desarrollo armónico y sustentable de los pueblos mineros. Y que está dispuesto a respetar la libertad de expresión de la gente que opina distinto. Si bien promueve la democratización de la información para permitir el diálogo, al mismo tiempo se propuso defender la potestad de ejercer el control de la actividad y exigir mayores beneficios a las empresas.
Históricamente, Catamarca ha sido una provincia minera, incluso los artesanos que trabajan la piedra son mineros. Es tiempo entonces de producir un derrame tangible de los recursos que produce la minería, especialmente en los pueblos ligados a esta actividad. Que sean ellos quienes se beneficien de la riqueza que está en el suelo.
A los pocos años del nacimiento de la República Argentina, los diferentes intereses entre quienes vivían cerca del puerto de Buenos Aires y los habitantes del interior fueron la semilla para dividir al país en dos: los Unitarios y los Federales.
Los Unitarios pretendían un gobierno nacional con amplios poderes económicos y políticos y subestimaban las capacidades de las provincias para gobernarse por sí mismas; creían que los del interior no podían dictar sus propias leyes ni tener la administración de los recursos económicos.
Los Federales en contrapartida pretendían que las provincias tuvieran una autonomía política, económica y fiscal, sin desconocer que debía existir un gobierno central.
Las diferencias entre ambas corrientes adquirieron tal magnitud que se llegó hasta la lucha armada para imponer por la fuerza lo que no se lograba con el entendimiento. Es así que la primera batalla entre ambos bandos la mantuvieron el caudillo riojano Facundo Quiroga – federal- con el general Gregorio Aráoz – unitario. Fueron muchos años de enfrentamientos, hasta que el dictado de la Constitución de 1853 logró un equilibrio de los intereses. Sin embargo, en el tiempo subsistieron hasta nuestros días quienes piensan que las provincias no pueden gobernarse por sí solas y mediante acciones pretenden imponer su pensamiento en detrimento de la autonomía provincial.
Es esto lo que pasa con el tema minero en Catamarca; hay ambientalistas antimineros con tonada porteña que de-sembarcaron en nuestra provincia para imponer mediante piquetes su postura, por lo que cabe preguntarnos ¿no es Catamarca una provincia autónoma? ¿No tenemos los catamarqueños capacidad para decidir sin injerencias foráneas temas locales?